septiembre 02, 2010

Santiago de Chile – El virus del miedo – 1650 horas

Cada vez que abro los ojos aquí, pienso irónicamente: ¿cuanto mas tiempo voy a soportar esto?!!

Es que amanecer cada día, sin más sonido que el del Río y los Pájaros (si ya se que lo he dicho antes), viendo como el sol empieza a iluminar el cerro “de enfrente” y adivinar otro día aquí, parece un premio demasiado grande para ser merecido.

La mágica rutina, brinda el mejor de los escenarios para un día de trabajo, vivido virtualmente a nivel global, pero físicamente en un entorno envidiable.

Saber que debo abrigarme bien al salir de la cama porque recién alrededor de las 9 llegara el sol a mi ventana. Preparar un desayuno tranquilo mientras me entero de cómo impactó en el mundo lo que hice ayer. Elegir la esquina izquierda del sofá y la mesa del living para capturar el primer rayo cuando llegue acompañado de trinos multiplicados y si aplica, en algún momento poner algo de música baja, cualquiera, la que acompañe mi día interior; mientras espero que el sol ya este fuerte en la terraza, para salir con mi computador hasta las 5 de la tarde.

Es cierto que a veces hay que pasar por el baño, que estiro las piernas mientras me paro a buscar algo para tranquilizar el estómago y no es menos cierto que a veces el mate de la tarde se cambia por una copa de vino.

También entretengo los momentos en que el mundo hace su vida extra laboral, “haciendo la cama” que por estos días deshago solo, lavar la ropa (esa trabajosa instancia de apretar un par de botones) ordenar y hasta limpiar, aunque esas son cosas del fin de semana.

Hoy por supuesto, ha sido un día de esos especiales, de los de siempre aquí; aunque el sol estuvo tan benevolente, que unas 15 golondrinas que ya habitan en mi techo opacaron al resto de las aves presentes, rozándome la cabeza toda la tarde y distrayéndome de vigilar al casal1 de Águilas que viven en los peñascos de al lado, donde hoy unas 12 Cabras de Monte, llegaron a pastar.

¡¡¿¿Cuanto mas tiempo podré soportar esto?!!!

Nos cuesta creernos las cosas buenas, aunque estén pasando, aunque las vivamos día a día, aunque casi no hay posibilidades de que cambien y a pesar de que nos cuesta enormemente imaginar que tanto pueda mejorar.

A muchos, eso les pasa la cuenta y muchos, pierden lo que tienen, en su medida, solo porque les entra “el virus del miedo”, ese que silenciosamente trabaja por dentro y nos limita hasta no permitirnos seguir adelante con esa fabrica maravillosa e ilimitada de la vida que tiene como únicos pasos: soñar-hacer realidad-soñar nuevamente.

Hace unos días una amiga sufría los primeros pinchazos del virus y me los comentaba en un acto ya de por si defensivo, de aceptar que esta allí y que por ende, nos puede hacer daño.

¡Cuánta gente vive manipulada por él, sin consciencia y por ende, sin remedio!.

Naciones enteras, etapas completas de la humanidad (como la que muchos viven hoy), han sido dominadas y manipuladas por el poder del Miedo.

En mi, la versión convencional al menos, no esta presente.

Ventaja inmedible, causa consecuencia de cada día de mi vida, excitación que me sorprende cuando muy de vez en cuando, se presenta en el formato de vértigo, ansiedad o valiente reacción.

No conozco mejor descripción del impacto y la evolución profunda de esta emoción, que la que mi admirado homónimo2 hace en una de esas canciones que algún día cantaré gratis por los bares del mundo, disfrútenla.

 



Localismos, Ismaelísmos antojadizos o palabras inusuales:

1 Casal: Pareja de animales (incluidos humanos).

2 Homónimo: Del mismo nombre, en este caso relacionado a Ismael Serrano.

2 comentarios:

  1. La mente es muy fuerte, soy una convencida que mucho esta ahí, aunque a veces el corazón nos da ese empujón maravilloso que uno necesita.
    Miedo con angustia horrible, miedo con ansiedad puede terminar en algo que al final te ríes mucho. Como en una montaña rusa, desconocer el final. Esa es la vida soñar,soñar y soñar entre uno y otro habrá miedo.
    Tener ese sentimiento, aunque extraño, es estar VIVO!!!
    Yo.

    ResponderEliminar
  2. Estimado Sr. Escritor, Dichoso usted que no tiene miedo, o al menos, la versión convencional del mismo. Aquí mis propios pensamientos al respecto. En primer lugar, no creo que la ausencia de miedo signifique que uno sea valiente; tampoco creo que el miedo implique que no se pueda conseguir trozos de coraje para continuar. Coincido totalmente con el primer comentario de "Yo": quien no ha temido, no ha vivido.

    Si bien he de reconocer que el miedo es una "atadura", un obstáculo, una limitación, es sin lugar a dudas, algo que nos mueve prácticamente todo el tiempo como individuos; y también, es origen de muchos de nuestros pensamientos y acciones en un afán de autopreservación y supervivencia.

    En materia de supervivencia, muchas veces creamos dependencias a personas, a objetos, a lugares, a situaciones, y tememos perderlos, sin darnos cuenta de que -y esto es lo que cuesta más trabajo reconocer- que aquello hace que dejemos de ser libres, porque necesitamos "eso" para sentirnos bien, para sentirnos completos; cuando en realidad somos quienes somos por nuestra esencia y no por los "periféricos". El miedo crea dudas y "espacios" artificialmente para tener pretextos de conseguir "eso" y rellenar el vacío ficticio, con la pieza que falta en un rompecabezas que nos empeñamos en dejar incompleto, porque nos han enseñado que así se supone que debe ser.

    La bella tiene miedo de perder su belleza y actuará en razón de retener la juventud que se la procura. El rico, tiene miedo de perder su riqueza y actuará en razón de mantener sus arcas llenas. El niño temerá perder su mantita al crecer; la madre temerá que el niño crezca.

    Por otro lado, dígame si no seremos los humanos contradictorios! Tenemos miedo a ser libres, y nos da seguridad continuar presos. Existe miedo al canto, al grito y al silencio, y no hablamos de ello; tenemos miedo a decir te amo a nuestros seres amados, y miedo de que se marchen sin que lo sepan. Al final de cuentas, lo único que importa es vivir el momento, reventar la existencia en experiencias que enriquecen nuestros vínculos con los demás individuos; porque podremos siempre arrepentirnos de lo que no hicimos, más de lo que no hemos hecho.

    Por eso, quizás le temo a todo lo dicho y más, incluyendo a las arañas, pero a lo único que yo no temo, es a fracasar, porque sé que no tendré ninguna otra oportunidad de lograr mi propia felicidad.

    Buenas noches!

    ResponderEliminar