noviembre 09, 2013

Punta del Este - La vida después de Facebook

Un día como cualquier otro, envié un corto mensaje con mis coordenadas a la tercera parte de mis contactos y accioné el botón "desactivar".
 
Cualquiera podría pensar que en ese mismo instante me desinflaría cual muñeca de hule; que lloverían los "porque!?" asombrados o alguna maldición en cadena arreciaría sobre mí  los días siguientes, pero nada de eso paso.
Solo paz, más paz.
 
Yo creo que gran parte de todo esto reside en ese tercio.
Ese tercio que recibió mensaje, el tercio que nunca se entero y el tercio que no necesitó de un mensaje.
 
Esos tercios de esta vida que nunca se divide en medios o medias partes a pesar de la usanza habitual.
 

Los tercios de un ying yang que nos distrae con el blanco y negro, mientras grita con sus circulitos chiquitos que en todo lo malo hay algo bueno y en lo bueno algo malo,  y que finalmente siempre hay una frontera que lo limita, una frontera movediza que te evade de uno y otro lado, que te deja en un limbo.

Un limbo que para la gráfica convencional es una línea muy finita y sinuosa, pero que en la realidad, suele ser el hábitat habitual y cómoda de todas las cosas y los cosos.
 
 
Hubo un grupo de gente que jamás me echara de menos, porque jamás me "echo de más". Nunca noto mi presencia. Resulté un número más, así como tantos resultaron para mí. No necesitaban un aviso que seguramente sería el primer mensaje cruzado después de un "solicitar o aceptar amistad".
 
Hay otro grupo en el que pase de utilería a protagonista y de protagonista a simple escenografía, en una Montaña Rusa sin fin, que flotaba en el anonimato del tiempo, sin previsiones de final feliz. El grupo que se desarrollaba en ese juego ciclotímico que transforma cuatro letras en sentimientos opuestos (de amor a odio y viceversa con todos sus cánones)
El grupo que desafía, que sube la hornalla que hierve la sangre, que saca nuestro verso y nuestra prosa, que empuja y espera ser empujado.
El grupo de donde salen, si salen, los incondicionales.
 
Y al final, por fortuna existen los incondicionales.
Los que no necesitan anuncio, los que mirando al cielo con ojos cerrados pueden sentir que todo está bien.
Esos que aunque no lo compartan o no se atrevan aún, entienden que la única gravedad de "desactivarse",  es que habrá que desempolvar otro lugarcito entre el cassete de audio y las cartas escritas de propia mano, allí, justo allí, en la repisa de las involuciones evolutivas donde tantas cosas amontona la humanidad.
 
Acepto de todas formas que algo se perdió en ese click.
En cierta forma es como aceptar que ya no te invitaran a ningún cumpleaños.
Una sensación tan indefinible, como irónica, improbable y subjetiva.
Detrás del desactivar, se fue una pequeña cuota del placer de regalar.
De esa cuota de felicidad que por ser compartida es muy fuerte. Ese instante de dicha en el que aún sin ver la chispa en sus ojos, el otro recibe algo inesperado, tal vez fantástico, no necesariamente merecido pero sin duda añorado muchas veces desde lo inconsciente.
 
Facebook es un excelente medio para regalar y también un excelente medio para malinterpretar los regalos.
Como lo son todos los medios para la humanidad perdida.
 
Así que aquí estoy.
Desactivado.
Sintiendo que ya nadie sabe donde estoy, que muy pocos conocen que sienten mis cinco sentidos, y muchos menos que sueño.
Desactivado.
Anónimo como todos aquellos que sin conocerme me juzgaron cobardemente.
Desactivado del todo, para poder mantenerme más estrechamente conectado y presente conmigo mismo, con el planeta que seguiré  retratando en mis fotos, con mi viaje que seguiré describiendo en estas y otras letras,  y con todos aquellos incondicionales que me aceptan lleno de defectos y me quieren llenos de humildad.
 
 

 

octubre 24, 2013

Capadocia - Café Turco.


PROLOGO - Una de las claves para entender mi vida - aunque a esta altura es mucho más fácil simplemente aceptarla -  es reconocer que muchas cosas, terminaron para mí cuando para el resto de mi generación aún no empezaban y por ende ,  la mayoría de esas situaciones de vida fueron realidad en mí,  mucho antes de que mi generación siquiera las soñara.
 
 
Contaba unos envejecidos 14 años cuando decidí abandonar el vicio del café.
 
Llevaba desde hacía algunos años,  un ritmo tan arduo de trabajo, estudio y vida (exactamente en ese orden por aquel entonces) que me había volcado al negro elixir de la insomnia,  en busca de mantenerme despierto.
 
Mi pueblo y mi gente no sabía de vicios mayores, así que solía beberme a toda hora, múltiples vasos del buen café negro bien caliente y bien fuerte. Con eso procuraba evitar parcialmente,  dormirme parado en los ómnibus de ONDA donde para esos tiempos trabajaba, perder un brazo en la Garlopa o la Sierra Circular de la "Carpintería del Gallego Rivas" donde también desarrollaba oficio, roncar en las aulas de mi mejor año de Secundaria donde lucía como estrella de las Matemáticas o desparramarme sobre los pupitres de las clases para adultos en Administración de Empresa que tomaba por la noche en la UTU.
 
Seguramente le debo a aquellos "tragos largos" de café que acompañaba con biscochos, la gastritis que luego acentuarán mis casamientos o los "michelines" que aferrados a mi cintura, me han sacado a flote más de una vez.
 
Así fue que con las primeras agruras y reflujos y sin lograr mantenerme del todo despierto, abandoné el café negro allá por el año 85.
 
Pero no puede negarse que és rico el Café, y si bien siempre he sido estrictamente respetuoso de mis propias elecciones (no TV desde los 17, no hermana menor desde los 21, nunca más hijos desde los 30 y jamás oponerme a la sincronicidad del universo desde los 40), he debido aceptar la presencia global, necesaria y deseable de la tan popular bebida.
 
No quiere decir ello que haya vuelto a tomar, por supuesto qué no!
 
Pero me permito cierta nostalgia que no causa agruras, con respecto al delicioso grano en su estado líquido.
 
Esa nostalgia del café, tiene para mí un aroma y un sabor característico, cargado de emociones, como lo tienen las cosas importantes de esta vida.
 
Y es que ese aroma y ese sabor, tengo tiempo ya de identificarlo intacto en cualquier pequeña taza servida con exquisito "Café Turco Dulce".
 
Para reforzar lo emotivo del vívido recuerdo, este clásico exponente del medio oriente, le agrega esa magia de las mil y una noches, al momento de terminar cuidadosamente el último trago y dejar intacta la borra que volcada en el platillo, adivinará mi futuro próximo con certeza abrumadora.
 
La pregunta es porqué, habiendo dejado de beberlo a los 14 años, el Café Turco despierta en mi tantas ricas sensaciones, aún antes de flotar en su aroma o besar la taza.
 
 
 
Corría el año 78, que siempre recordare irónicamente como "El año Internacional del Niño" ( así nos obligaban a escribirlo cada día antes de la fecha en el cuaderno de Segundo Año en la Escuela 53), cuando mis hombros que el verano anterior solo podían cargar bolsos "vagayeros" llenos de Bombones Garoto;  se atrevieron a pasear todo el verano por la Playa Brava,  6 termos de Café, al tiempo que mis labios voceaban : "Hay Café, Café...dulce, semidulce, amargooooel Café, Café!".
 
Yo hacía mis segundas armas vendiendo en la playa, a la par de mi padre, que como todo lo que hizo en su vida, pasaba de una mejor etapa a una peor, al menos aún digna por aquellos días.
 
Eran tiempos de Argentinos orgullosos.
El trío Videla, Massera & Agosti, les había regalado una Copa del Mundo (Argentina 78) y al mejor estilo del Cesar, se ganaba con el Circo futbolero,  7 años más de gobierno "defacto" y el derecho de embarcarlos en una guerra incomprensible 4 años más tarde contra el Imperio Británico.
 
...Y los Argentinos orgullosos eran el mejor cliente para "el cafecito en la playa". Les quitaba la sed decían, y les permitía hacer de Punta del Este "su provincia" al trasladar a las sombrillas el clásico "Cafetín de Buenos Aires".
El ambiente a la medida!!,  donde todos eran unos macanudos y taitas de primera! (...además de Campeones del Mundo, obvio!).
 
Pero volviendo al Café, fue en aquellos últimos meses de mis 7 años, donde tomo identidad. El tiempo en el que se forjó ese halo mágico que identifica hoy al Café Turco, como MI Café.
 
Un par de vagos amigotes de mi viejo (Carlos Carlos, así se llamaba mi Papá), se habían "ganado" de intrusos en un clásico chalet de la península, con tal nivel de habilidad que solo usufructuaban el garaje, mientras otros igual de vagos, pero más "vivos", disfrutaban el verano de Punta en los ambientes superiores entre sus mugres rejuntadas.
 
Porque no sé, si lo vago lleva a lo inculto y mugriento, o es al revés, o es un himno de un solo tiempo.
 
Allá en el garaje, sin luz y a escondidas;  ayudé a preparar durante aquel verano, el delicioso brebaje que vendíamos "a rolete" (mucho) y que debo aceptar en forma consciente, también bebía yo con encanto.
 
Es que comerse los Garoto el año anterior, tomarse un Helado de los que vendí el siguiente, beberse una Coca Cola para cuando contaba viejos 9 años y ya podía cargar con ellas por la arena,  o simplemente limpiarse el culo con los diarios que vendí entre los 8 y los 12 años por las calles de San Carlos;  representaba un tremendo impacto contra las Ganancias, afectando directamente el Forecast y el ROÍ (retorno de inversión) del negocio.
Pero tomarse 4 o 5 vasitos plásticos de nuestro café durante todo el día en la playa, era un costo aceptable, mucho menor que una Coca Cola o lo que valía ya para aquel entonces mi tiempo de "Desarrollo del Mercado" (o sea aquel rato que perdía saliendo de la playa para chupar agua de alguna canilla).
 
Y algunos se preguntan de dónde sale mi cultura empresarial!!
 
 
Pero volviendo al café y a esa emoción profunda a la que me transporta el aroma y el sabor del Café Turco, los invito a violar conmigo mi discreción y develar 35 años más tarde, el secreto de nuestro éxito aquella temporada.
 
Teníamos como medio de generación de calor un sucio y varias veces soldado "Primus" (antigüedad de bronce que utilizaba kerosene inyectado a bomba a través de un "oído" para generar ignición a través de una boquilla y un sombrero - más datos, hablad con sus abuelos).
Junto al "Primus" se desperdigaban sendas agujas retorcidas, que resultaban una herramienta imprescindible tras las consecutivas y constantes "tapadas de oído". (volver a preguntar a los abuelos).
 
Lo cierto era que allá por las 8 de la mañana, el muy preciado aparato avivaba su hedionda llama azul y amarilla, para calentar por debajo, múltiples latas de aceite de 5 litros, bien tiznadas, que habiendo sido abiertas y posiblemente limpiadas,  se habían perfeccionado funcionalmente con arandelas y haza de alambre dulce, para poder ser sujetas una vez calientes.
 
La técnica, que vine a reconocer muchos años mas tarde en Asia Menor, era hervir el agua en aquellas latas y agregar Café molido del más barato en su justa medida (unos puñados),  acompañando la receta con o sin azúcar (también en su justa medida) dependiendo de que la "línea de producción" estuviese generando Café para los termos de amargo, semidulce o dulce (estos últimos siempre reconocibles por lo pegajoso).
 
Y así tal cual, como el Café Turco, el nuestro estaba listo al volver a hervir, con la única y perdonable diferencia de que la prontitud con la que era bebido (el café turco se bebe inmediatamente) dependía de la hora en la que se nos antojara salir a venderlo y a los Argentinos campeones del mundo comprárnoslo.
 
Pero el aroma y el gusto, eran exactamente iguales que el que disfrutara en la Avenida Istiklal camino a la plaza Taksim en Estambul poco tiempo atrás.
 
Tal vez por vagos, tal vez porque yo solo tenía 7 años o tal vez porque los cabrones ni siquiera se culeaban una gitana;  desperdiciábamos por aquel entonces la mejor parte del negocio, la que explotaría aun más la "grandeza porteña" de aquellos dias!
Desperdiciamos la borra.
Perdíamos la oportunidad de mercado de cobrarles por "adivinarles el futuro".
Es que la economía del conocimiento estaba en pañales allá en Norteamérica. Tal vez fue por eso.
 
El burbujeante Café de la lata de aceite de 5 litros, una vez que hervía, debía ser filtrado para pasar a lo termos y salir a mercado.
Esto gatillaba un nuevo proceso en la "línea de producción" que involucraba un recipiente menor, un embudo y un filtro. Dicho así suena muy obvio y natural, y la verdad que si era natural.
 
En la misma Estación de Gasolina donde conseguimos al principio del verano las latas de 5 litros de aceite para camiones;  nos proveyeron sin costo alguno de un par de latas de 1 litro de aceite para auto y un viejo embudo plástico de combustible que habían descartado.
Por el diámetro de salida, aquel embudo mucho mas grande que los caseros convencionales,  se hacía ideal para cargar tanto los ternos de boca grande como los de boca chica (volver a los abuelos), sin tupirse al momento del filtrado.
Y de filtro, pues de filtro usábamos unos restos rotativos de viejas cortinas.
Si, cortinas.
 
Entre las tantas mugres que convivieron en aquel Garage usurpado, habían tiradas sobre una esquina (la que paso a ser el centro de filtrado), unos cuantos retazos de gruesos cortinados descoloridos, que alguna vez habían sido carísimo accesorio de aquel distinguido chalet.
 
El proceso documentaba que al momento del filtrado, había que escoger - en el mejor orden posible para facilitar la tarea diaria -  algún pedazo de la sucia lona, para ponerla dentro del embudo de combustible y volcar sobre él, la cantidad exacta de café que era tomada con la lata de 1 litro especialmente acondicionada con alambre, desde la hirviente lata de 5 litros (recomiendo que vuelvan a leer el proceso)
 
Por fortuna por aquellas épocas, no se registraban en Uruguay las recetas originales o los secretos industriales,  como se hacía en el Norte con la súper secreta receta de la Coca Cola;  porque de otra forma debimos registrar la de nuestro Café.
 
Yo aún no puedo imaginar si eran los restos de kerosene y tizne en las manos y demás utensilios;  la lata de 1 litro de aceite de auto al sumergirse en la de 5litros para cargar cada termo;  la mugre añejada de aquellos cortinados que filtraban el Café o la buena costra avejentada del embudo de combustible, lo que le daba ese exquisito y adictivo sabor a nuestro Café Turco, "Made in Punta".
 
Me gustaría contarles que omití algunos detalles de mal gusto que podrían resultar asquerosos. Me encantaría asegurarles que la borra filtrada no se amontonaba al costado de los cortinados y que algunos días, los expertos baristas no se ponían creativos y reutilizan la misma porción de cortinado,  explorando nuevos mix de sabores viejos.  Realmente me gustaría asegurarles también,  que alguna vez lavamos las latas y los termos en aquel Garage donde no había una canilla.
 
No puedo hacerlo.
 
Pero lo que sí les aseguro, es que aún hoy,  miro con una complicidad que ellos no entienden,  a los Vendedores de Café que en su derrotero por las playas de Punta,  entonan el mismo cantito de aquellos mis años mozos,  en qué el "café turco" se gano un lugarcito en mi corazón: " Hay café, cafeeeeeé...dulce, semidulce y amsargoooooel Café, Cafeeeeé".



agosto 23, 2013

Desde el Aire - Textos Abuelos.

PROLOGO: Bien decías escasas horas atrás, que solo necesito llevar a mis dedos el vibrar de mis labios, ni tiempo, ni inspiración, ni ambiente, ni foco, solo escribir y nada más.
 
 
Mi escritura se esta volviendo vieja, con la misma celeridad innecesaria e inexplicable que yo me acerco a mi naturaleza de Abuelo.
 
Para cada cosa que pasa, para cada momento que vivo y muy especialmente que los demás viven;  encuentro en mi manojo de entradas de blog y algunas de las reflexiones de mis libros, la respuesta ya escrita.
 
Igual que un anciano de ojos vivaces que guarda en sus bolsillos, anécdotas teñidas de leyenda, igual encuentro yo, solo yo, en mis letras ya escritas, el verbo adecuado, la historia reveladora, el diagnóstico universal o la explicación perfecta.
 
Pecaba ya del mismo defecto de sobervia antes de empezar a escribir.
No es raro que, como todo lo que nos define, lo arrastre también al papel o el limpio archivo de word.
 
Peor aún.
Porque el recuerdo que alimenta filosofía y la vivencia que riega experiencia, vive en un mundo flexible, las letras escritas no.  O al menos no tan flexible.
 
La historia que la boca deleita,  se enriquece con los sabores de cada momento, la imaginación inquieta y el polígrafo improbable. Con el aroma que le agrega el suspiro del que escucha; el brillo de los ojos que dejan de ver aquí, para ver allá mientras uno cuenta; el escalofrío involuntario que deja nuestro relato en
la piel de gallina del que escucha.
 
Y la historia crece, se enriquece, pasa de lo personal a lo universal y de ser simple vivencia exagerada a ser ley de vida.
 
 
Si necesitaran "cajón" los libros para lograr esto.
Si necesitaremos lectores los que escribimos para juntar a la distancia desconocida é inexpresiva, la energía formidable que al escucharnos, entrega una sonrisa, una lágrima furtiva, un guiño de complicidad o un beso arrebatado que busca llevarse por exceso todo lo que no entra por el oído.
 
Si tendremos que escribir los que gustamos de contar, para reunir la energía proveniente del que en un tren de horas perdidas, frente a un fuego en noches de invierno o metido en sabanas de indiferencia o soledad; nos entrega un rato de su vida, para vivir un rato de la nuestra.
 
Buena decisión nunca tomada esta de sentirse Abuelo, porque mientras el tiempo sea parámetro, habrá que empezar antes para llegar mas lejos.
 
 

mayo 14, 2013

México - Bar Mitzvah

PRÓLOGO: El pasado 9 de Mayo, tuve el honor de compartir el Bar Mitzvah del hijo de uno de mis grandes amigos. Primera vez en una Sinagoga, primer acercamiento a La Torah, primera vez que vivía los nervios de un adolescente que se abría paso a la adultez religiosa dentro del Judaísmo.
Cumplía solo 13 años, como mi Michel y el momento me permitió regalarle una brújula de latón, un Blue Ray de "The Golden Compass" y un papel escrito de corazón.




Por viejos y por padres, por padres y por viejos, nos sentimos en la obligación de entregar en estas fechas especiales, algo mas allá de las pertenencias superfluas que otorgan solo felicidad momentánea; tan importante como efímera.

Queremos trascender contigo.

Desde nuestros ojos llenos del pasado que será en parte tu futuro, buscamos darte herramientas, de todo tipo, para que la verdadera dicha de vivir, pueda ser construida día a día con tus propias manos.
Hoy es un día enorme para ti;  esas manos que tiemblan carecen de la idea real de lo que movilizan y realmente, no necesitan saberlo. Sentirlo, vibrar en cada paso, es finalmente en la opinión del Tío Ismael, lo que te asegura disfrutarlo.


Confieso que no encontré exactamente lo que quería poner en esas, tus manos;   pero me conformo con saciar lo momentáneo y lo trascendental.

En tiempos que afianzas  tu fe,  mi exhorto será siempre, que te mantengas abierto a recibir, evaluar, adoptar y descartar en los pedacitos que mejor te completen, el resto de lo que el universo tiene para ti.
Es mi invitación,  a que más allá del amor incondicional y los valores que te inculcó tu familia, más allá de la doctrina y la sapiencia de los antepasados y mucho, mucho más allá de las reglas que imponga la sociedad en la que te toque vivir, cuando tengas dudas, abras y des oportunidad a esta brújula, que siempre apuntara a tu "N", "N" del Norte real que rige la materia, "N" de Nathan, "N" de ti.
Encuentra tus propias respuestas, crea y sigue tu propio camino, se fiel a TI y estarás honrando todo lo que quienes te quisieron, te quieren y te querrán, sueñan para ti.

Se libre, sueña, construye honorablemente, entrega con grandeza y acepta con humildad.
Se tu mismo, ve más allá, Vive!



PD: La peli, estoy seguro ya la viste anecdóticamente años atrás. Una Película que mereció un Oscar por sus efectos especiales;  que levantó polémicas huecas y malas críticas y malgastó dinero en su producción, que no pudo recuperar. Esa peli que entretuvo de distinta forma a gente de todas las edades, es solo eso, una película. El fruto de imaginar de una forma, interpretar de una manera, un libro, un simple libro.  Como los libros, no los hay ni buenos ni malos; son oportunos o no, llegan en el momento exacto para quien requiere inconscientemente el mensaje o son hojas pasajeras que ocupan lugar en una biblioteca.
Ojalá la mires, cuando mejor te plazca, y ojalá rescates aquello que está mas allá de los presupuestos, las polémicas, las criticas o el rato de esparcimiento. Aquello que esta mas allá de la cámara y de las hojas del libro, aun mas allá de las ideas heredadas y masticadas por el paladar del Pullman. Aquello que es esencia, que se puede encontrar en todo y que solo puede ser reflejado por cada uno, lo que siempre vivió en ti.


mayo 10, 2013

Desde el Aire - La huella digital

Prólogo: Hace muy poco tiempo, una persona a quien le tengo gran cariño, empezaba a compartir el dolor por la muerte de su hija, a través de una foto en Facebook.
La foto mostraba a su joven y amorosa descendiente, riendo junto a tres amigas en un bar y al pie su mamí escribía minutos despues de la funesta noticia: "
My girl having fun with her friends just about 3 hrs before. My baby was HAPPY!!! God bless her forever".
Un accidente de tráfico le quitaba a ella y a todos quienes la amaban, esa vida rebozante de luz que aún vive en lo ojos de la última foto de su Perfil de Facebook.



Nunca me han gustado los velorios, participé del primero y último cuando contaba no más de catorce años.
Tradicionalmente los médicos los recomiendan por aquello de asegurar el estado del difunto.
Los psicólogos para que  se realice el necesario duelo y las lágrimas expiadas sobre el cuerpo de quien amaremos por siempre,  laven un poco del pesar que nunca se retirará de nuestras almas.
Los seres mezquinos acuden a ellos para disfrutar de esa pena, los falsos a presentar ese respeto que no le tuvieron en vida y las buenas gentes a tratar de contener a los que han perdido una parte de sí y a los farsantes de siempre que simulan la perdida.
Las religiones, poco me importa porque apoyan o no los velorios.

Lo cierto es que ese ser se ha ido de este espacio donde vivimos nuestra vida conocida y si vuelve, seguramente no podremos reconocerlo y jamás será igual.
Entonces nos queda el lugar triste para visitarlos en un cementerio o una urna que sin querer tener mantenemos, y los recuerdos que por simple humanidad como siempre, resaltan lo mejor del camino de aquel ser y van borrando lenta e inexorablemente lo no tan lindo que haya dejado.

Antes, un antes no tan lejano, hace solo veinte o treinta años atrás, uno podía intentar huir de los recuerdos dolorosos y recurrentes limpiando un armario, metiendo en el altillo o en el cajón qué nunca más se abrirá aquellas fotos y pocos bienes personales que por momentos parecen perseguirnos.
La memoria selectiva y el inconsciente traicionero podía ser controlado, dándole espacio a la absorción de todo lo nuevo que desfila frente a nosotros y quitando de la vista, hasta cariñosamente, por propia salud, todo lo que recordaba a quien no está.
Pero hoy, hoy las cosas han cambiado.
Ya no son los cinco o diez rollos revelados al año de fotos compartidas, sino que son cientos o miles de gigabites en imágenes íntimas que ni siquiera tenemos certeza de donde están.
Fotos que no se encuadran en el marco desempolvado para abrazar, sino que nos visitan, a veces hasta nos persiguen en todo lugar.
Hoy son 1, 2, 3 o más perfiles públicos que pululan en las comunidades web, esos lugares que hacen a esa vida virtual que todos tenemos en algún grado y donde muchas veces somos falsos, pero muchas  otras somos mas honestos que en el diván de terapia.
Son el centenar de cartas e invitaciones que nunca dejarán de llegar al buzón de todas las últimas direcciones donde hemos vivido.
Son las ropas, alhajas y perfumes que el consumismo nos ha permitido prestar, dejar de paso u olvidadas por cuanto lugar hayamos pasado.
Son las quince cuentas de email que algún día por límite de espacio excedido algún software bloqueará y por no uso,  otro software borrará sin remedio, pero tarde, siempre tarde.

Es la huella digital que dejamos atrás sin remedio, porque estoy seguro somos contados los que al estrellarse el vehículo donde vamos, al sentir el ataque implacable del cuerpo enfermo o al recibir el impacto esperable o inesperado de la muerte, hemos entregado a alguien todos nuestros usuarios y contraseñas, nuestros nicks, pins, puk's y URL,s, nuestras credenciales y pasaportes digitales.

Estoy seguro somos muy pocos los que tenemos un albacea incómodo, que se quede cuando no estemos, totalmente actualizado con la info necesaria para borrar nuestro paso por completo.
Borrarlo, para evitar el encuentro fantasmal con un perfil de alguien que sonrió hace ya mucho. Para evitar la impotencia de tener un espacio común y feliz donde inconscientemente volver a sufrir sin poder borrar aunque apretemos el botón "delete" con toda nuestra rabia.
Para evitar el dolor punzante y contínuo del nombre que adoramos diariamente en nuestro buzón, como gota de agua que horada el centro mismo de nuestra cabeza o nuestro corazón;  esa gota que a veces menospreciamos pero que por constante e inevitable tortura el alma.

Mi alma de emprendedor,  mas de una vez me ha dicho que hay un negocio allí pero por simple moral ni he querido analizar en la web si existe ya la competencia.
La funeraria virtual que vele y de sepultura a nuestra vida virtual.
La empresa de mudanzas que empaque todos nuestros "upload", los indexe y los disponibilize en un plan con caducidad negociable bajo estricta seguridad.
El forense digital que se interne en las vísceras de nuestro mundo virtual, para diagnosticar de cuantas formas vivimos, cuanto compartimos, cuanto ocultamos y cuán lleno esta el ciberespacio de nuestra huella digital.




abril 13, 2013

El Día del Juicio de Nunca Jamás.

¡Inconsciente! 
Había aceptado sin reflexionarlo, pasar por aquel entuerto él solo.

Se había aislado en una habitación de puertas negras y techos altos,  y parecía encontrar descanso a la vorágine de los días previos;  a las preguntas reiteradas y las exigencias de cortísimo plazo;  a los rostros intrigados y el aluvión de responsabilidades que nublaba la mente y enturbiaba el mirar.
Solo quedaban horas para el fallo final, y allí estaba, solo, creyendo poder manejarlo.

Al despegar la cabeza de la almohada aquella mañana el día final, su cuerpo lo traicionó.
Le cobro la inconsciencia, castigó  el correrío emocional de los últimos días y casi lo deja postrado, incapaz de moverse; obligando a su rostro mantenerse firme, para que sus ojos no pudieran esquivar lo que vendría.
Apenas dió para que atendiera una llamada más.

- ¿Quien está contigo? - le pregunté.
- Nadie, porque ¿ alguien debería estar?
Una sonrisa de aquel que reconoce la dulce ignorancia de quien será ajusticiado, que nota la no aceptación completa de la realidad y la inexistencia natural del tiempo;  de aquel que lo entrega todo por los demás;  pareció escucharse del otro lado de la línea.

- Ok, aquí estoy, para esto vine supongo, en un rato estoy allí contigo.


No valía la pena explicar que era imprescindible compartir aquel momento, dejarse ayudar, dejarse abrazar de cuerpo y alma cuando todas las fichas han sido jugadas y el futuro tiene hora marcada.


Traté de disfrutar su camino al cadalso.

Un quiropráctico acomodó sus vertebras, sus músculos y el aire no respirado que corría por su espalda sin control,  para devolverle la movilidad.
Debía permanecer digno, parado firme ante su destino.

Un peluquero desconocido, con manos expertas, vacío de todo cariño, ausente y extraño, recorto su pelo desordenado y su barba.

Quince minutos fueron su único momento de relax, tirado boca abajo, con una compresa de calor apretada por mis manos sobre su espalda y el caldero de emociones hirviendo en su cabeza.
- Ya es tiempo - le dije.
¡Pero a él le quedaban tantas cosas por hacer!
A él siempre le quedaban tantas cosas por hacer y no importaba cuanto corriera, siempre llegaba al límite de lo aceptable a sus compromisos.
- ¿Comiste algo? - pregunté
- No  - me dijo - quiero una cerveza - balbuceo como aquel que pide el último deseo.
El tiempo es letal cuando aceptamos que no es infinito.
Comió de parado y en calzones, se tomo la cerveza de un sorbo y obedeció mi exhortación de moverse al baño.
Todo se removió en mi interior al ordenar sobre aquel camastro la ropa elegida para el momento del juicio.
Lo vestí como a un manequí que a perdido su voluntad, le acomodé cada detalle de aquellas prendas que nunca había usado, conteste con todo cariño las consultas de rigor y lo entregue a su destino.
La muchedumbre bramaba a su alrededor pero él era incapaz de escuchar nada.
Sus ojos seguían mirando al frente, un dolor impertinente en el cuello y la espalda le prohibían girar su cabeza.
Una juez con cara de militar, ojos penetrantes y dientes muy blancos, vestía sus ropas negras frente a él.
El fallo era predecible, inobjetable e inminente.
- Por el poder que me concede el Estado, los declaro ¡Marido y Mujer!
En un segundo los oídos se destaparon para poder disfrutar de los aplausos, las risas y los gritos en mil idiomas que allí estaban para festejar su enorme alegría.
Los ojos no encontraban tiempo para mirar a todos quienes amaba a su alrededor, misturando el brillo de la felicidad con el de las lágrimas.
Sus brazos inexpertos llevando las mancuernillas en sus puños y el moño en su cuello, no daban abasto en abrazar otros corazones que aunque latían menos que el suyo, alocaban emociones en los pechos de quienes el mismo había llevado allí, por amigo, por hijo, por hermano, por ser ese querible, adorable , un fantástico ser humano.
Su cuerpo se relajó de verdad al ver los ojos de su amada, viviendo lo mismo, pero habiendo aceptado conscientemente ayuda, para aquel ultimo día, esas ultimas horas, antes de que aquella juez y aquel sacerdote, en español y árabe, compartiera con todos nosotros como "dos almas diferentes, dos personas independientes y felices, habían decidido unificar sus vidas".

El correr sonriente de quien esta eligiendo cada detalle de uno de los momentos más importantes de su vida, quedo atrás.
La emoción inmensa de abrazar a sus seres más queridos a medida que de todas partes del mundo llegaban a su ciudad, con sus preguntas reiteradas, hambrientos de compartir su felicidad, había quedado atrás.
La traición del cuerpo que buscando relax, le recordaba que mas allá de la bondad, uno debe estar listo para poder alistar a los demás, se desvanecía.
Los detalles de último momento, la rica ensalada de pollo enjuagada en una Pacifico bien fría, disfrutada con la electricidad del cuerpo que lo recorría sin cesar y brindada con grandes amigos, quedo atrás.
El mirarse al espejo, como "muñequito de torta", casi vergonzoso al distinguir en los ojos de su gente, de su carne, la riquísima sorpresa de estar listo para aquel evento monumental.
Todo quedo atrás.
Todo fue un festejo.
El inicio de una nueva vida, junto a todos los suyos.
Eran solo Susi & Elie, Elie & Susi y los muchos afortunados que como yo, pudieron compartir este momento para no olvidarlo "hasta que la muerte nos separe", o mejor aún, "nunca jamás".  



enero 05, 2013

Miami - Reencarnar en Magia

- Ya no me divierten estas reuniones de Nochebuena - me dijo mientras yo enfilaba el jeep a la casa de su Tío,  para que empezara los festejos clásicos del 24 de Diciembre.
- A mi tampoco - repliqué - ¡ inventemos algo nuevo para el próximo año !
- ¡Sale!
 
Como casi siempre, Michel había adivinado mis pensamientos y mi sentir; se había adelantado a declarar algo que yo no podía pedirle siquiera pensar y estábamos a la puerta de empezar a soñar como devolver  la magia a esa noche,  que hacia tanto había dejado de ser especial.
 
Ya hace cinco años que dejo de creer en Papá Noel, cinco largos años, ¡casi la mitad de su vida!
Cinco años desde que perdió la vigilia cómplice de  todos nosotros;  el buscar temeroso del  Señor Gordo vestido de Rojo;  la sorpresa encendida de encontrarse por "arte de magia" con el árbol repleto de regalos,  que algún Rudolph  verde sobre un Trineo tirado por Renos habría cargado hasta allí.
Y los sueños, los sueños de los días anteriores y las noches posteriores, los sueños, los sueños de niño llenos de magia.
 
Cuánto se pierde en el desengaño inevitable de un recreo escolar, en una charla con los primos mayores o el vecinito que despertaron a pellizcos de su niñez.

Con Papá Noel, se van Los Reyes Magos, al mismo rincón de la burla donde ya se amontonaban El Ratón Pérez y El Viejo de la Bolsa y donde infaliblemente algún día irán a parar los Gnomos, los Unicornios, las Hadas y hasta los extraterrestres. El rincón donde tantos entierran el Alma.
 
Cuánto se pierde de Magia en manos de la humanidad,  quedándonos solo con la ilusión inmortal del amor, aquella que aún no hemos podido destrozar a pedazos tras siglos de intentos.
Solo la magia del amor, que más sufrimos que disfrutamos, mientras aferrados a esa fé, la buscamos.
 
Reflexionen un segundo sobre eso.
Traten de recordar cómo se sentían la última navidad que "creyeron", o la última de sus hijos;  y que tan gris se volvió todo cuando supieron, cuando la mente primó, cuando los educaron, cuando la sociedad se impuso en un acto cruel que una vez pasado, todos aceptamos como cuando se nos cae la primera muela.
Es algo que ni yo ni un buen escritor pueden transmitirle, es como el ser padre, como el sentirse enamorado....es...eso que no tiene explicación, que solo se puede sentir.
 
¿Algo cambió allá afuera? ¡¡No!!
El ritual continúa, hasta seguimos siendo participes si hay niños menores en la familia que aún "creen" y porque creen "sueñan" y porque sueñan, "viven la magia".
El cambio es adentro.
Sin siquiera notarlo, las maripositas del vientre suben a terminar su ciclo  de forma equivocada en la cabeza, llevándose consigo un pedacito del corazón.
Desaparecen allí arriba, donde solo sabemos, donde nos volvemos expertos en la triste metamorfosis, desafortunada alquimia que transforma magia en problemas.

Los invito a usar su cabecita, la que soluciona problemas, para recordar que tan mal se siente ese momento y que tan bien se vive el ciclo virtuoso cuando tiempo después nos enamoramos y "la de arriba" ya no sirve para nada porque tenemos el cuerpo lleno de maripositas.

 
La magia solo se recupera muchos años después, cuando esos niños desengañados son padres.
¿Para qué? para volver a perderla cuando nuestros hijos se "enteren".
Entonces, esperaremos a ser Abuelos, para volver a vivirla.
 
Injusta cadena ¿no les parece?
Como toda esa injusta y cíclica necedad humana de tener que repetir continuamente las cosas. Nunca aceptamos la experiencia de nuestros antepasados y seguimos desde ese punto en adelante.
Siempre repetir, siempre vivir lo mismo en diferentes realidades.
Injusta cadena que nos tiene atrapados en esta etapa desde hace tanto tiempo y no nos permite evolucionar.
 
Toda nuestra vida esperando volver a ser niños - en nuestra piel o en la de quienes amamos - para que por un tiempo, podamos vivir la magia.
Vivirla  sin que tengamos que esforzarnos, sin tener ni idea,  ignorantes y desentrenados buscadores fracasados. Que nos llegue sola ya que no sabemos guardarla ni buscarla,  arrasándonos sin control; en la simple sonrisa de sorprendernos con lo desconocido.

¡Cuántos no han aprendido a vivirla de otra manera ni llegan a Padres y siguen el camino gris de la existencia humana!.

Es obvio que el niño pierde cuando deja de creer en Papá Noel, nadie lo duda.
Pero... ¿cuánto pierden los padres en ese mismo momento?
¿Cuánto los abuelos que difícilmente tendrán vida humana para reencarnar en la magia?
¿Cuánto?  el afortunado que llego a Bisabuelo, avivando con coraje la luz que le permitiera vivir algún día mas.

Cuando la magia se pierde, cuando más y más cosas son sabidas, cuando todo tiene respuesta y por ende es manejable, cuando no aprendemos a apartarnos de la parte dañina de la cultura que todo lo destruye, cuando no logramos encontrar la belleza en las cosas simples de la naturaleza y sorprendernos con ello, todos perdemos.

Ojala nos enseñaran solo lo suficiente para ampliar nuestros sueños.
No existe herramienta alguna que no viva desde siempre en nuestro ser;   poder alguno que no fluya latiendo dentro de nosotros desde que nacemos;  que nos pueda ayudar mejor a hacerlos realidad.
 
 


 

enero 04, 2013

Antigua - Cocinando Amor.

Nunca había presenciado tantas cacerolas fraguando al mismo tiempo una misma comida.

Iban y venían entre fuegos tibios y fuertes llamaradas.
De la cocina al fogón, del fogón a la mesa, de la mesa al living y hasta se les veía, por supuesto, pasearse por las alcobas de aquel hogar.
Cocinaban  generaciones y cada una agregaba su propio ingrediente, su toque imprescindible, su instante de cuidar.
Los nietos motivaban, colgándose del mandil de su "Nani" a las horas mas impropias para anunciar su apetito.
Los hijos cumplían con su logística y sus cuidados, para que cuanto pudiera imaginarse y un poco mas,  estuviese sazonándose en su punto exacto a cada momento.
El patriarca proveedor de lo material, como todo aquel que por acumulación de experiencia sabe manejar, moviendo los hilos secretos que nos vuelven a todos voluntariosas marionetas de la constante armonía.

Todos, sumando sonrisas que mutan en caricias, caricias que se humedecen en besos y besos que se aprietan en abrazos que exhalan las mas dulces palabras.
Ella, Dona Evita, con sus articulaciones agotadas y "rueditas en los pies", maneja con humildad lós pasos y los tiempos de cada cacerola, asegurando el constante devenir del alimento para el alma.


Porque eso se cocinaba en aquel hogar de la Antigua, en Guatemala.

Un proceso complejo, un arte personal, un resultado que solo persigue retomar el mismo proceso.
Un proceso sin fin donde cada ingrediente, cada cocimiento y cada plato servido,  busca mantener aquello que los hace felices siempre fresco, siempre delicioso, siempre difícil de igualar y por ende siempre interesante y necesario.
El proceso divino de cocinar amor.


En tiempos del fast food y la pizza express, esta familia que me abrigué este año nuevo, invierte su vida cocinando amor.

Una vida que extiende la cocina a cada rincón del hogar y más allá.
Una cocina que persigue a los nietos al colegio y al fútbol.
Que acompaña a los hijos en su devoción honesta al trabajo y la profundidad emotiva de sus vínculos.
Una cocina que abre sus paredes a propios y extraños, para cumplir aquello de "conquistar por el estómago", para lograr transmitir la esencia básica que los Mejía Martínez han descubierto para trascender.


Mucho mas que alimento, esencia que nutre el alma.
Es el protocolo de los científicos, la doctrina de las religiones, el "modus operandi" de la delincuencia, las reglas de la mafia o la rutina milenaria de un pueblo labrador.
Es el camino elegido para llegar mas allá.
Un camino hecho por todos y para todos y que si bien algunos dirigen, otros empujan y los más solo siguen esperando participar; regala la certeza de ser disfrutado, ofrece la oportunidad de ser replicado y  promete la alegría de ser heredado.

Por algunos días pude vivir la magia de descubrirlo.
Por algunos momentos hasta logre participar.
Ahora se ha enterrado en mi tan profundo que ya no concibo mis pies en otro camino.

Yo que no reconozco regla alguna.

Yo que he escapado a las doctrinas y los dictámenes mayoritarios. 
Yo que carezco de modus operandi o rutinas;  he sido seducido y conquistado.

Antes de llegar me creía generoso, ahora necesito reinventar el diccionario.
Antes de abrazarlos me creía cariñoso y demostrativo, ahora acepto mi disimulada mezquindad.
Antes de vivirlos me sentía un buen padre, ahora solo espero tener el tiempo necesario para aprender y enmendar.


Como las leyendas del "Principe Azul" que sin haber visto jamás toda damicela espera, una leyenda desconocida, soñada mas no esperada, idealizada sin fé precisa, se ha hecho realidad este inicio del 2013 para mí, marcando un camino de amor.


Prefacio: Con humilde agradecimiento y admiración a Doña Evita,  Don Donaldo y su Clan, que me han eseñado una nueva dimensión de FAMILIA, la cual sin conocer soñaba y sin fé, esperaba.