¡Qué bueno llegar a tus años Antonio! cuando las
miradas que nos dicen "pobre viejo" no lastiman y los aplausos,
incluso los sinceros, no ensanchan el ego, solo acarician el alma.
¡Qué bueno llegar así! con una cuota de
inocencia que se llega a escapar por los ojos cuando no los ocupa la picardía,
con tantas preguntas como cuando eras mozo, seguro de todo lo que sale de tus
manos y lleno de dudas sobre lo que mueven las manos de los demás.
Y aun así, sonriendo, incrédulo sobre
"que les puede pasar"
¡Qué bueno sentarme a tu mesa! esforzarme sin
siquiera alcanzarte en tu ritmo de prosa, rebosante de la sabiduría más pura:
la que se suda por los poros de la piel curtida pero suave por haber sido amada
y se amasa en las manos gruesas del que supo empujar sin olvidar
persistentemente acariciar.
Pusiste tu tinto en mi copa, tus gambas en mi
plato y tu mano en la mía, mirándome por
sobre los espijuelos pequeños para guiñarme un ojo y confirmar: ¡nos vemos el jueves!.
Me llevaste a tu guarida de turno, me
compartiste tus secretos y me pagaste un canario reluciente en vaso de tosco
cristal.
Sonreímos, escuchamos, compartimos y hasta
lagrimeamos por unos segundos.
¡Qué bueno seguir sintiendo Antonio, aunque
duela!
¡Qué bueno a pesar de todo, seguirnos preguntando que hicimos mal y que
bien, por qué no! esa rebeldía
insoslayable que sigue haciéndonos temblar las rodillas, rodillas que solo se aquietan al influjo de
las manos firmes, que no las dejan salir a pelear una pelea más, una más aunque
sea para parar el tiempo, para volver atrás, limpiar lo que sea que nos quedó
empolvado en nuestras almas de padre y volver para que todo lo que no hicieron
bien nuestros hijos, vuelva a brillar.
Qué bueno encontrarte, que bueno saber que
estas allá y que cuando vuelva a la madre patria, tu aprenderás truco y yo Sarangollo,
nos marearemos entre canarios y verdejos y pensaremos: ¡pobrecitos!, cuando nos
miren extrañados al girar nuestras manos de hombre en el aire y te siga al
decir " Cosas de dios...en una mano 5 dedos...y en la otra, 3 y 2"
Bello, como todo lo que escribes.
ResponderEliminarMe detuve en : " Cuando los aplausos, incluso los sinceros, no ensanchan el ego, solo acarician el alma".
Me encanta imaginar a través de tus descripciones.
Estaba echando la siesta cuando mi hija me despertó, para darme la noticia del escrito en tu blog. Me da mucha alegría que te hayas acordado de mi. Te espero siempre que quieras para poder tomarnos dos canarios y el tres que lo ponga Dios! Un abrazo.
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