septiembre 12, 2010

Santiago de Chile – Volver a casa – 1445 horas

Paz no es solo amanecer en un paraíso, sin más orden que el de uno y sin más por hacer que vivir la armonía que nos rodea.

El camino por la orilla del estero, sigzagueante cuesta arriba, ha explotado en azahares blancos y rosa, que flotan en el aire, recordándome “El tigre y la nieve”, magnífica película de Roberto Begnini, talvez la última grandiosa que he podido ver.

Pasado el portón del 20950, mientras los mortales hacen cola para entrar al Santuario de enfrente, una sonrisa inevitable se abre en mis labios.
La primer subida de 70 grados, me deja verla, colgando como un “chirimbolo de navidad” desde el cielo, allá, arriba. Es mi casa.

Cada cosa esta donde la deje, ansiosa, esperando que vuelva para revolverlo todo y ser presa de mi obsesión.

Afuera, los Damascos y los Duraznos me recuerdan florecidos el camino, las campanitas naranjas, fucsia y amarillas pululan en cada rincón del jardín, y los arbustos, esos arbustos que han escondido su promesa de flores hasta esta primer primavera aquí, explotan en floripones blancos y rosados, mientras el verde y  las flores silvestres empieza a invadir todo en derredor.

El par de plantas que hoy tienen una nueva compañía rojiza, me esperan sedientas; la música impaciente por sonar y un aroma a vainilla me asegura que ése, fue el mejor de los aceites para el hornito que descansa junto al jacuzzi.

Tenemos un Toro del norte de Perú, que ahora domina la entrada, un par de piezas de caoba y plata que esperan las visitas, un florero alto de Puno que da vida a la esquina en que colgaban faroles y un pasamesa multicolor tejido con manos pacientes, que promete nunca pasar por el lavarropas.

El resto de la casa, disfruta el delirio de mi búsqueda continua.
Mi único reloj se mudo de la entrada a la cocina, dejándole lugar a la arena multicolor que alguna vez anido un bonsai de tuna y que sonriente, fue desplazada por el imponente Toro.
Como muchas otras cosas que van cambiando y que seguirán buscando su espacio, temporal, como todo en esta vida.

Un asado desatendido al ritmo de Ismael Serrano, un tomate, una palta, una costilla vetada de cerdo y una longaniza, nada tan bueno, nada tan malo.
La agotadora decisión entre Cabernet y Carmenere frente al mueble de vinos, una copa verde recordándome tiempos que se viven tan lejanos, unos morrones en conserva que aprendí con amor y la clásica mayoneza que se ha vuelto “supreme”, esponjando su sabor.
La mesa de la terraza y el sol acompañandome a mi izquierda, a varias horas de cruzar la silueta del cerro.
Todo esto es el mejor resumen de mi medio día.

Anoche, mucha gente habrá vivido momentos complejos: algunos debieron admitir que todos nos equivocamos y el alcohol no siempre nos lleva por el mejor camino, otros, han perdido la posibilidad de conquistar un día más de la persona que sueñan; otros habrán visto con dureza como el mundo sigue siendo imperfecto y como pocos son los que saben casi todo y por ello, son los más capaces para medir; y otros simplemente habrán asumido mal algún mensaje que creen haber enviado y confirman con una sonrisa, que nunca llego y que lo que és, simplemente es y seguirá siendo.

En algunas otras partes, gente real, tendrá problemas reales: habrán derramado sus lagrimas sobre el hijo que perdieron, recibirán con consternación la noticia de una enfermedad que los condena o estarán respirando su ultimo aliento porque la comida que debió llegar hace dos meses, nunca cayo del cielo.

Yo solo dormí y desperté con mi sonrisa, y no tengo más plan que hacer lo que me motiva el resto de mis días, aquí en mi hogar, o fuera.

Con errores, muchos; con certezas, todas; presente y crítico conmigo y el mundo, siempre.

Paz no es solo amanecer en un paraíso, sin más orden que el de uno y sin más por hacer que vivir la armonía que nos rodea.

Pero.

Si tú elijes el paraíso, si ordenas tu día y tu futuro; y eres capaz de disfrutar la armonía que te rodea, entonces, estás en paz.

4 comentarios:

  1. Que lindo has escrito! con tus descripciones siento que puedo estar disfrutando eso y hasta lo huelo...
    Es cierto, muy cierto que cada uno elige si quiere o no estar en paz, es que hay "muchos muertos enterrando a sus muertos"

    ResponderEliminar
  2. Esa paz era el equilibrio que creo necesitaba tu vida. Me seduce ese maravilloso paisaje, y aun mas como lo describes. Debo admitir que no todos los seres humanos (incluyendome a mi) tenemos ese valor que tu tienes para enfrentarte contigo mismo.

    ResponderEliminar
  3. Estimado Sr. Escritor, Cuanta verdad hay en sus palabras!!! Los seres comunes mortales como nosotros nos preocupamos por cosas que son totalmente manejables cuando hay verdaderos problemas allá afuera. Nosotros que podemos cambiar nuestra realidad tan solo con proponer la actitud correcta para la situación difícil, olvidamos que todo en este mundo es transitorio, temporal y que la única constante es el cambio. Todo, absolutamente todo, tendrá un lugar temporal, siempre y cuando no deje huella para otros; de tal modo que lo más importante es trascender más que a los ojos de otros, en los corazones y mentes de otros. Pero en su caso, el trabajo de trascender ya se está cocinando todo, como su asado desatendido, pero ardiendo. Ahora toca a nosotros trascender con nuestro propio "Molito".

    ResponderEliminar
  4. Paz es el premio de quien cumple honestamente con su deber. Hay que amar la naturaleza y sentirla pues cura la congoja.
    arf.

    ResponderEliminar