enero 28, 2015

Miami - Gerente de Iluminación & Logística

Hoy “el Moris” me invito a ser parte de su Banda!
De su nueva banda!
Y a mi que soy tan así, tan soñador;  y que estoy acostumbrado a empezar todo bien de abajo, pues , que les digo, se me llenaron de lagrimitas los ojos.


Yo le bromee que le llevaba una pista de “primerola” para cantarle un “buen mosaico” como el octogenario cubano de la otra noche en el asilo anexo al Casino City Magic,  y a él se le escapó.
Aquello de tirar verde para recoger maduro…y como el Moris es más joven, cayó redondito.


Cuando leí en mi Smartphone Next Generation, a través de estos sistemas de mensajería que ponen en línea y al alcance de una tecla a cualquier ser humano o similar,  de cualquier parte del mundo:  “…el opening que tenemos es de gerente de iluminación y logística”, se me nublo la vista.
Me acorde de Mike Wasowsky cuando pasan la propaganda en la Tele durante Monster Inc  y es cubierto por la M gigante de M Inc.. Tras la sombría mirada apenada de “Soli”, el grita exitado “..no lo puedo creeeer…sali en Te le vi sión!”




Imaginan! Yo que solo canto en el auto, en la ducha, en la calle, en la casa, en la playa,  en la montaña, mientras cocino y solo por respeto no mientras “morfo”, tengo la oportunidad de ser “gerente de iluminación y logística” en la Nueva Banda del Moris!!
No es increíble? 


Es que yo nunca conocí o estuve tan cerca de alguien tan famoso!
El cantaba en el OTI de la Canción por su País, a la mismísima edad que yo era padre por primera vez!!
Salió en Tele - y no como Mike Wasowsky - grabo CD, filmo videos….y yo puedo ser su “Gerente de Iluminación y Logística”.


Cuando lo leí en la reluciente pantalla, me traslade a mi niñez, casi mi adolescencia, aquel tiempo en que empezaron todos mis sueños.
Uno de ellos había sido ser “Gerente de iluminación y logística” y vaya que practiqué para lograrlo.


¡ Cómo uno jamás imagina para que nos servirá o cuando nos vendrá bien aquello que alguna vez aprendimos, casi sin querer y que después de un tiempo pareció casi inútil ¡

Cuando tenía once años, fuí uno de los alumnos ejemplares del curso de Electricidad que caprichosamente los milicos de mi país habían puesto entre Educación Moral y Cívica y Cerámica en el Liceo de San Carlos.
Se me daba eso de los cablecitos, el adivinar los positivos y negativos – otra de las grandes enseñanzas de mi vida – el usar destornilladores y conectar en serie o en paralelo – que me ayudaría tanto en el futuro.


...y como era tan “guenazo” con la corriente sin que me cagara a patadas, pues me encargaba de las luces en una discoteca que tuvimos.
En aquellos tiempos, donde todavía me faltaban 4 o 5 años para trabajar en la Radio del pueblo – suceso que ni imaginaba para entonces – contratar a Baby Discoteque para un baile de recaudación de monedas para poder tomarse un bondi a Punta a fin de año, era un imposible financiero y ni que hablar al famosísimo Lulo o Arthur Martin (noooo, el del auto es Aston Martin y nunca llego ni llegara ninguno de esos a San Carlos).

Así que con los “mucha!” como dirían en Guatemala, pinchábamos discos (tampoco conocía esa expresión allá en el Barrio de las Ranas),  y yo era el “Gerente de Iluminación y Logística”.


Siempre grandote para mi generación y siempre voluntarioso – era el único que trabajaba a esa edad – cargaba cuanta caja había para subirla al segundo piso de la Sociedad Unión o el Club Oriental, con el mismo apuro inexplicable e ilógico con el que hoy persigo la tecnología, paso de un aeropuerto a otro alrededor del mundo y manejo por las calles de tres continentes.

Ese apuro por hacer rápido las cosas que no se disfrutan, así queda más tiempo para las disfrutables.


E allí mi puesto de Gerente de Logística!, que hoy después de haberme especializado en Supply Chain,  Warehouse Management  y Route Management ,  ya seéque significa lo mismo que cargar, descargar, acomodar y desacomodar cosas.


Y el de Gerente de Iluminación, era el que me venía de mi musculo cerebral, de la sinapsis virtuosa que me tiene aquí sentado en Miami, escribiéndoles esta historia y reflexionando como fue que en aquella época, ni siquiera me pagaban una moneda, cuando debieron pagarme por dos puestos de Gerencia muy bien logrados en Objetivos y Competencias.

 Así que cuando miraba el Smartphone,  recordé las latas de aceite o duraznos en almíbar que pintábamos de negro y a las que les pegábamos papel “celofan” de colores del lado abierto, para que al salir la luz de la lamparita que estrategicamente metíamos en un porta lámpara por atrás, lograra efectos electrizantes en la oscura pista de baile.

Y recordé también las “tiradas” de alambre de 0,75 que trenzábamos atando una punta de algún poste  y torneábamos desde  la otra con un taladro de mano.

Y como olvidar, los tableros de llaves marrones, sensuales como bubis con su pezón siempre erecto, para arriba o para abajo.
Talvez por eso, inconscientemente, era yo tan hábil prendiendo y apagando estratégicamente las llaves al ritmo de la música, tratando de que los “Crick crack” no taparan el sonido que los LP (long play vió) largaban de las bandejas tocadiscos a 33 revoluciones.

Eran verdaderas obras de ingeniería, que nunca sobrevivían de una fiesta a otra.
Jamás tomábamos en cuenta lo que terminaría pesando aquella tabla de dibujo, que estrategicamente solo agujereábamos de un lado, después de echarle tanta llave de baquelita encima, tantos tornillos para sostener cada cosa y tanta grapa para asegurar los alambres  negros y rojos, perfectamente doblados,  que nos libraban de no morir “pegados” en el intento.

Cuando la fiesta era chica, solo se sacrificaba una tabla de dibujo, pero cuando la joda era grande, pues había que completar el “panel de mando” duplicando tablas y generando circuitos paralelos, contratando algún “supervisor de iluminación” o en su caso un “operario de iluminación” (porque el Gerente era yo!) para que tratara de igualar la velocidad de mis manos, haciendo que las latas repartidas alrededor de la pista, envolvieran en sus tonos verdes, rojos, azules y un amarillo que no engañaba a nadie, a todos los bailarines quebradizos al ritmo del breakdance.

No es que sea tan viejo, solo tengo 43.
Lo que pasa es que viví mucho, muy rápido y tengo la fortuna de no olvidarlo.
Además soy de la generación bisagra, de la que sabe todo lo que sabían nuestros abuelos aunque a mí nunca me contaron nada,  y todo lo que saben nuestros hijos (que poco cuesta en realidad).


Esa mezcla de escalofrío y excitación que nos deja el “deja vú”,  al ver el pasado pasearse por tu futuro, fue la que me provoco “el Moris”, cuando me invito a ser parte de su banda y la remato cuando escribió “…hasta el handyman puede resultar cantando en mi banda”.

Pero todo deja vú pasa, como pasa todo escalofrío y como se lleva un suspiro o un grito la excitación más profunda.
Y ahora, que vuelco las últimas gotas del semen de mis sueños en estas palabras, me rindo a la cruda realidad y acepto que como Director Ejecutivo, ya no puedo aceptar un puesto de Gerente.
Además…donde diablos voy a conseguir un taladro manual en Miami.