febrero 27, 2011

Valizas - Ruido - 0400 horas



“Descubrieron que los besos no sabían a nada,
hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
se apagaron los latidos,
y con tanto ruido
no se oyó el ruido del mar…”


Una vela alcanzaba para iluminar la buena charla.
Estar allí en el segundo piso de la cabaña de Valizas que caprichosamente se incrusta en el primer medano, era una regresión de esas que se disfrutan, porque incluyen los mejores amigos.

En el pequeño reproductor de CD se destilaban los poemas de Joaquín en vivo, llenando el aire a través de dos pequeños parlantes que para Nando, representaban toda una joya tecnológica.
La regresión se hacia mas aguda al influjo de las guitarras y aquellas letras que a los 80 nos adivinaban el futuro y que para entonces, nosotros nos empeñábamos en pensar que solo eran descripción de algún presente pasajero.

Ruido platos rotos,
ruido años perdidos,
ruido viejas fotos,
ruido empedernido.

El día gris nos había llevado a la noche oscura y húmeda que se aprontaba para atormentarnos.

Cuando dieron las 4, el viejo rancho peleaba su integridad con hombría.
El viento lo abrazaba por cada rendíja y se metía estruendosamente entre el improvisado techo de chapas y el viejo quincho, lleno de agua viboreante.
Solo el azote desmedido e implacable de aquella que elegía golpear por encima y no rodear, humillaba sus gritos.

Tendido desnudo sobre el camastro multitudinario de historias ajenas, trataba de adivinar en la oscuridad solo quebrantada por algún que otro relámpago, cuanto mas resistiría.

Imaginaba mi cabaña de la montaña y era capaz de adivinar que no soportaría aquello.
Cuan inteligentes son los protectores o quizás, que tan adecuadamente punzantes los torturadores, que saben exactamente donde pegar, para asustar al límite, sin destruír.

Aquí, robustez agazapada, enterrada en arenas movedizas con carne y uña, inamovibles ante la violencia del cielo y el acecho del mar. Allá, flexibilidad expectante, capaz de adecuar sus vaivenes a los caprichos de la tierra y los bombardeos de la montaña.

Por un momento deje que mi alma y mis ojos huyeran de mi, un poco para salvarse, otro poco para que fueran testigos de tanta resistencia.
Se alzaron entre los vientos cruzados y encontraron un pequeño rincón entre las nubes grises que se plateaban por instantes con furia de trueno.

La visión era espeluznante.
Aquella aldea completa, privada de luz, agua o teléfono, voluntariamente tan lejos de los designios del hombre, parecía presa fácil para un Océano encrestado que masticaba la arena y las voluntades destructivas de Zeus.

Ni una sola vela resistía encendida.
Mis ojos y mi alma retornaron a mí.
Si era el final, querían compartirlo…y así nos quedamos hasta que la luz del sol iluminó una noche que no quiso terminar.

Un celular sonó abajo y Nando hablo por muchos minutos.
Yo seguí ensimismado en los travesaños verdes que se resistían a volar.
El segundo piso tenía mas de diez centímetros de agua empozando esperas y la planta baja se aprestaba a recibirlos sin más.

Daban las 10 para cuando Nando se asomo en la estrecha escalera.

- Un beso te manda Gaby!. No se si contarte esto, porque no quiero aguantarte luego…

Yo apreciaba tanto una voz enemiga de mi mente acosadora, que misturando sonrisa y curiosidad, abrí los ojos grandes y focalice mis oídos más allá de la tormenta.

- Gaby escucho que una explosión estelar, dejo sin comunicaciones a China y otros países por mas de 20 horas. Dicho esto, abandonó la escalera huyendo a mi cara de “te lo dije”.

Ambos habían recordado con la noticia, una charla que varias semanas atrás desencontramos con gesto serio y poco alcohol, sobre para qué debemos prepararnos y preparar a nuestros hijos.

Sonreí, por primera vez desde el “Ruido” de Sabina, agradeciendo estar allí, resistiendo una tormenta monumental en el mas básico entorno humano. Si éramos capaces de seguir respirando; esos troncos verdes, esa chapa clavada con desgano, esas puertas desencajadas y ese camastro humedecido por el agua, entonces las lecciones estaban bien tomadas.

Voltee mi vista al cielo invisible una vez mas, ahora sin esperar que apareciera para llevárselo todo, cerré los ojos y pensé sonriendo con picardía: “Vení flaca, vamos a darle que se acaba el mundo”!!!






 

febrero 16, 2011

Santiago de Chile - Vieja amiga soledad - 1200 horas

PROLOGO: Corría el año 1988 y mi sexto de Arquitectura tenía 8 alumnos en lista y 6 de presencia habitual. Un grupo de soñadores de pueblo chico que esperaban cambiar el habitat del mundo.
A algún caprichoso catedrático se le antojo que Literatura, fuera una de las materias de la currícula, algo que ni siquiera nuestro siniestro profesor Tomas Guadalupe alcanzaba a entender.
El hombre, que encerraba un misterio especial y al cual por mi hermana le conocía alguna historia, tuvo la genial idea de una vez terminado nuestro análisis de “El Viejo y el Mar” de Hemingway, transformar la clase en un Taller Literario, invitándonos a crear nuestros propios cuentos, para luego trabajar sobre ellos.
A la siguiente clase fueron 6 los cuentos presentados, 5 los analizamos en la primera media hora como quien trata de exprimir una roca, el sexto, lo abandonamos después de la quinta semana, por no llegar a un consenso de lo que el autor había querido expresar, desde el primer párrafo.


El mes pasado la ví venir, empecé a sentirla en la piel, incluso comenzaba a impregnar mis noches de leves desvaríos. Pensé: debo quedarme y enfrentarla, pero una mañana volví a huir. Un ticket fácil de sacar me llevo a Uruguay, a los brazos amigos, a los cariños sinceros y escapé, escapé una vez mas, mirando de reojo para asegurarme que la distancia fuera lo suficientemente salvadora.

El domingo, cuando deje a Angel y Raquel en el aeropuerto, mis planes se llenaban de sonrisas, de libertad, de vuelta a casa sin nadie que complacer. Una copa de vino, un matambrito a la parrilla, un atardecer con sus luces, mi música y mi cama de vuelta para arrullarme.

Pero me estaba esperando.

Ni siquiera se había agazapado para sorprenderme, ni bien deje el abrazo fuerte y los besos compartidos de los amigos que marcharon contentos, se sentó a mi lado y se adueño de mi tiempo.

Han sido solo 2 días con sus 3 largas noches.
Nunca me había sentido tan lejos de la cordura.
Pero aquí estoy y aquí seguiré, tratando de no escapar, para ver si enfrentar esta soledad que tantas veces agradecí, deja algo nuevo en mí, talvez, algo mejor.

Anoche mientras me escondía de los miedos en mi casa, recordé éste, mi cuento de sexto de Arquitectura, y esta mañana, mas lúcido, todo me vuelve a sonar a él.


Explotó la noche en un grito.

Calláronse los truenos y desfigurose la Luna sobre las frías aguas que resquebrajan sus escarchas al influjo del estruendo.
En la orilla, el enmarañado monte, desnudose de temor, dejando escapar su muda oscuridad. Estremeciéronse las lúgubres e interminables praderas y hasta las brazas del lejano hogar vecino.

Otro grito y más, y parecía que el viento caía en su tumba, llevándose consigo el paisaje.

Rápidos pies, bajan vertiginosamente, uno tras otro, los interminables y pequeños, muy pequeños peldaños.
Pisan la alfombra azabache de duros paños que lo lleva hasta ella, ensordecedora, mas el hábito protege sus oídos y libera su mente.

¿Lloraba? Talvez si, entonces afortunado sería.

Sus labios mordidos y sangrantes, dejaban escapar gélidas, perdidas esperanzas.


Descansa la naturaleza sin saber cuando prepararse, inútil espera, pues el silencio no reinaba en esos lares, ni lo quería.

Nevadas cumbres aguardan el único y primer instante, en el cual cubrir el abismo desconocido y extraviado que en los ópalos de sus ojos dejaba ver. Los pies ya no dudaban, antes ese cuadro, las piernas y los brazos ya no temblaban.
La calma y la inteligencia bajaban a sus manos, y la luna, seguiría jugando su integridad una noche más…


Un par de botas lustrosas, una chispa en los ojos húmedos, una sonrisa recortada en la abundante barba y mucho tiempo para llegar a la puerta. Una mirada sobre el hombro y el sol en su rostro.
Brilla el sol, mas no cantan pajarillos en el alero, ni en los montes.
Largo el camino y sobre él, el sol en su viaje refleja sola, la sombra del caminante…y debilitándose.
A la vera del sendero, sus ojos no quieren ver el último hogar cercano, empacando sus brazas y sus leños, emprendiendo la partida.


La Luna no quisiera salir esta noche, mas las estrellas la rodean y la acompañan.
El agua corre rápida para no estar allí.
El monte se encierra y se enreda en si mismo, buscando un hermetismo que sabe no lograra y las praderas indefensas, esperan.

Silencio, temeroso silencio.

Un grito, y otro, y más, y talvez ya no soporten otra noche como esta.


Los pies bajan vertiginosamente, los interminables y pequeños, muy pequeños peldaños.
Uno y otro, uno y otro y el último pie aun muy lejos de la alfombra.
Un cuerpo tendido, manchando el azabache.
Un largo camino que ya no se debe recorrer.
Los ojos siempre abiertos, mirando la tímida luz que se cuela por las rendijas.
Un lagrimón resbalando por las rasgadas mejillas, entibiando la barba; y una sonrisa.
¿Una sonrisa? Talvez una sonrisa en sus cuarteados labios que ya no balbucean, ni gritan.
El alma descansa y suspira la luna.
Reina el silencio.

Santiago de Chile - 3x7x77 - 1036 horas

Leo mi nombre y a continuación un “Serrano”, seguido por un “Haciendo las Maletas”.
Pienso: hacemos lo mismo, pero ese no soy yo.

Esa preferencia que me acerca a mi homónimo español Ismael Serrano, me permite como a otros, vivir sus apariciones controladas en la web.

Romántico, me gusta pensar que también como yo, simplemente se levanta en la mañana con una idea o lo “pilla” sorprendiéndolo en la sobremesa y no siente otra necesidad que escribirla, allí, donde todos quienes esperamos sin esperar, podamos compartirla; compartir su sentir.

Estoy seguro también que en ocasiones, responde a influjos externos, de algún que otro químico o natural aliciente cerebral; porque metafórico como es, se pierde y se enreda tanto en la maraña de su pensar, que es difícil descifrarlo.

Hoy ha sido claro, hoy ha sido directo, hoy ha sido como en tantas canciones, crítico, actual y honesto.


"De golpe se rompió como un espejo la primavera que disfrazó estos días de febrero. Ahora el invierno reclama su nombre, nos llena de frío y cierra el cielo. Se abre la cortina de humo que cubría el horizonte de Madrid y aparece mi ciudad, no es su mejor momento pero aún sigue hermosa.

Entre tanto fuimos al cine, leímos poemas, cantamos con Pablo Guerrero y soñamos. Hacemos planes y todo gira en este carrusel implacable que es la vida. A veces todo es tan real que hiere. Pero también ocurre que presenciamos un milagro que nos reconcilia con el mundo, como el hecho de escuchar las voces de los hombres y las mujeres de la Plaza Tahrir de El Cairo, como la voz de una Umm Kalzum revivida cantándole a un país que sueña despierto.

La historia sigue viva, aunque a veces retiremos nuestra mirada avergonzados cuando coincide con la suya, iracunda.

Mientras, nosotros cantamos. Y seguimos tratando de recordar qué debe ser vivir.

Comenzamos la gira. La carretera nos llevará en su lomo como un dragón chino retorciéndose en la mañana. Los teatros abrazarán las canciones y celebraremos reencontrarnos con viejos amigos. En el camerino, un temblor de pájaro asustado en mi pecho, sobre el escenario el rumor del agua cayendo sobre la fuente del jardín, el olor a tierra mojada, la risa vibrando en la sobremesa y tú a mi lado dibujando planes, tú mi Viernes encontrado en la playa, como un candil brillando entre la nada.

Son los últimos conciertos de la gira de Acuérdate de vivir por España. De ahí partiremos por Latinoamérica. Agradecido y emocionado hago las maletas.

Hago balance. Queda todo por hacer. Si tú quieres te acompaño. No soy más que lo ves."



En el tiempo que me llevo leerlo, 3 minutos, 7 personas comentaron sus palabras y a 77 personas les gusto leerlo.En el que me lleva compartirlo con ustedes, ya son más de 225 los que dicen “me gusta” y 24 los que con sus cercanos “Isma” me hacen sentir especial también a mí.

No me adueño de lo ajeno. Como decía a finales de los 80 cuando era como hoy, un hombre pequeño: “hoy me cubro bajo el brazo de grandes, para poder mañana, cubrirlos a ellos y los que vendrán”

 
http://www.facebook.com/?ref=home#!/notes/ismael-serrano/haciendo-las-maletas/501902180941
 

febrero 09, 2011

Santiago de Chile - Aunque cueste ver el sol - 0000 horas

Prólogo: El 5 de Marzo de 2005, unos días antes de que mis hijos mayores asumieran la dura decisión de empezar una nueva vida en otro continente, me dejé arrastrar por un sueño de Anthony, y nos fuimos hasta el Velódromo Municipal en Montevideo para ver un Show en Vivo de NO TE VA GUSTAR. Por aquello de que cuando cumples el sueño de alguien que amas, seguramente estas regalándote felicidad a ti mismo; tome de la mano a Nicole para llevarla conmigo y deje a Michel en la seguridad de la no montonera, a la espera de su propio tiempo.

Como hijo de la dictadura primero y como ser auto-privado de su libertad después, me sorprendió 10 años tarde, encontrarme con tanta gente joven vibrando sana y libremente detrás de un movimiento que nos llenaba de identidad, tras una de las mejores expresiones humanas, la música.

Hoy no encuentro mejor vía para despedirme de Jack en este presente - hasta quien sabe cuando porque seguimos siendo humanos, en difícil atadura a nuestra historia y pendientes de nuestro futuro - que tomar la canción que abrió aquel concierto, en que tantas otras sonaron describiendo tan bien la vida de muchos y la mía misma: Clara, Verte Reír y al Vacío.


aunque me lleve el viento
para ese mismo lugar
no quiero llegar
no quiero llegar solo
tal vez no quede tiempo
para soñar las cosas que quiero soñar
no quiero soñar solo

voy buscando en esa luz
voy dejando todo lo que una vez me hizo mal
donde la culpa era más
la culpa era todo

solo intento respirar
y me alejo de lo que me hace volver atrás
yo nunca supe viajar solo

ya no espero nada
ya no busco esa mirada
ya no escucho tu voz
me cansé de mí
ya me alejé de mí

aunque me lleve el viento
para ese mismo lugar
no quiero llegar
no quiero llegar solo

tal vez no quede tiempo
para soñar las cosas que quiero soñar
yo ya no quiero soñar solo

ya no espero nada
ya no busco esa mirada
ya no escucho tu voz
me cansé de mí
ya me alejé de mí





febrero 07, 2011

Santiago de Chile - Un bendito soñador - 1231 horas

- ¡Un bendito soñador, eso es lo que eres!!!
- …y me encanta Jack, me encanta soñar y hacer realidad sueños.
- Yo también lo hago Ismael, en cada casa que diseño.
- Tu sueñas para otros Jack, diseñas para otros, buscas darle a otros lo que tu no tienes y talvez, no eres capaz de promover para ti.
- ¡Ya deja de sermonearme! Puedo hacer realidad cualquier sueño, igual que tú. Te reto a que sueñes algo, lo que sea, y veamos si no puedo hacerlo realidad.

El sabía tan bien como yo, que soñar era un ejercicio tan común para mi, como para él y que ni siquiera necesitamos de la noche y su embrujo, el cansancio físico o el arrullo del silencio para empezar nuestros viajes de búsqueda.

Las flores de Bach que llegaron a mis manos días atrás, me hacen aún más fácil la ensoñación y cada día me asombro, yo soñador, soñando mas de lo habitual. Enredado en imágenes tan reales como la vida misma;  como la vida que vuelve en otra forma para hablarnos de aquello que con el lenguaje natural, no logramos entender.

Acepté el desafío, cerré mis ojos y como paciente que se deja llevar en el relax del diván, comencé a relatar lo que todos mis sentidos reflejaban y el impacto que eso dejaba resbalar en mi corazón.


- Me han raptado con permiso y un pequeño automóvil me lleva mas allá de las nubes que provocan los humanos para dejar de respirar, un poco mas allá, hacia alguna parte que desconozco.
No entiendo que hago allí, la conocí unos minutos, unas horas o talvez solo unos días antes, pero no se nada de ella.
Ella, que maneja el oscuro auto que se abre paso en la maraña de un transito desconocido.
Tampoco me conoce, solo esta allí; se ha dejado arrastrar por un instinto mas fuerte y ha decidido que arriesgará su tiempo conmigo, quien sabe cuanto tiempo.

Le he dicho que llamaré a la policía, que acusaré entre risas a una mujer maluca que me ha raptado y me lleva mas allá de donde pueda volver.
Ella se ríe y comparte la idea:

- ¿será que tu debes llamar o será que debo llamar yo? ¿ quién es la víctima aquí? ¿tú porque yo manejo o yo porque no sé que hago manejando?

Me mira, la miro, no se si me ve, yo no logro verla.
No se como luce, no se como es, solo veo dos ojos claros y brillantes que dejan salir un alma grande, desconfiada y temerosa, talvéz hasta avergonzada;  un alma sin la frescura de la juventud pero llena de la búsqueda de paz de la madurez.

El tránsito se para y ella me advierte:

- Esta es tu última oportunidad de denunciarme a la policía!

Un puesto a la derecha, controlaba el pasaje del tránsito.
La miro y sonrio, ella entiende que también es la última para ella y apreta el acelerador.

No habia notado que era de noche, pero lo es y mucho. Pregunto a donde vamos y me dice un nombre extraño que no logro identificar.

- ¿Alguien nos espera allí?
- Lo dudo, no pensaba ir y no conozco nadie allí.
- Que hacemos aquí entonces, dos desconocidos de la mano – acababa de notar que ella tenía su mano en mi pierna, enlazada con mis dedos en desidia a la palanca de cambios – yendo a un lugar que no conocemos sin que nadie nos espere.
- No tengo la menor idea - asegura con cejas y hombros elevados.

De alguna forma esta nueva vida que se ha abierto este nuevo año, vacío de previsiones y expectativas, vacío de orden y control, lleno de intuitiva inocencia, se plasma de la forma más voraz en un viaje desconocido, con alguien desconocido, hacia un cercano futuro desconocido.

Acabamos de entrar en una calle que corona una curva y se abre paso entre casas pequeñas extrañamente ordenadas. Un aire oceánico entra por las ventanas que de alguna forma se abrieron y siento como si llegara a alguna playa del litoral Atlántico de mi Uruguay, pero no es Uruguay. Lo rústico es diferente aquí.

- Debemos buscar un lugar donde dormir.
- ¿Perdón? ¿Estamos llegando a las dos de la mañana a un lugar desconocido y no tenemos previsto ni donde dormir?
- Así es.

Su voz trae expresiones implacables en un tono tan armonioso, que logra que mi preocupación torne en risa y mi cara busque más aire para entender que la locura esta completa.


De alguna forma estamos ahora en la misma cama de alguna posada perdida al final de un camino de tierra, oscuro y romántico, exento de todo miedo, al que llegamos no se como.
Ella se mantiene vestida, pero me deja compartir la única cama, a su lado.
Su mirada se entremezcla entre fuertes advertencias desconfiadas y la sorpresa apasionada de estar allí, conmigo, un desconocido, un extraño, a punto de dormir.


Se hace de día y la playa se abre jubilosa frente a nosotros, un olor a frutos sedientos de alcohol endulza el aire y el verde invade cada cerro alrededor. El agua es clara y tibia, y se rompe en rítmico oleaje contra abundante arena dorada.
Cuando veo brillar la espuma a mis pies, me acuerdo de Zapallar y las pepitas de oro que adornan su costa.
Pero no es Zapallar y aunque seguramente no sea oro, brilla, brilla más.

- ¿Caminemos?
- Adoro caminar – le dije y salimos de la mano a encontrarnos con el cercano final de la bahía.

Su mano parece diseñada para la mía. Cada milímetro de piel se toca como si fuéramos parte del mismo cuerpo. Ahora recuerdo nuestro abrazo de  la noche, nuestro respirar agitado, nuestros labios cruzados tan suave que no llegaban a ser beso.
Vuelvo a la playa, mucha gente a llegado de repente y una sensación vieja vuelve a mi.

- heme aquí, de la mano de mi otra mitad, en medio de lo desconocido, paseando entre arena, sol y agua, en paz, con la mirada alta y la enorme dicha de sentirnos únicos. Dueños de cada nuevo paso que nuestras piernas acompasan al andar.

Ella lleva un sombrero extraño y unos lentes oscuros que no pueden evitar que vea sus ojos. Descubro su nariz pequeña, sus labios extraños que me recuerdan a Jessica Biel y unos dientes más perfectos de los que podría pintar, adornando una sonrisa que me dice:

- sonrío por ti, porque estas aquí, porque aquí estamos, desconcertantemente juntos.

El fin de la playa me sorprende.
La arena clara se corta con agua y más allá, mas arena, me deja ver otra playa atestada, otra bahía y mas gente.
Estoy parpadeando para poder descifrar.

- es un río – me dice . Aquí todas las playas terminan en un río, y todos los ríos nacen de alguna cascada que se esconde allá atrás en esas colinas.

Levanto los ojos y las veo, tropicalmente verdes y pobladas.
La idea de la cascada me devuelve fugazmente a mi cabaña y me deja soñarla descubriéndose entre tanta exuberancia natural.
Miro adelante y efectivamente allí esta, una corriente calma, casi inmóvil, de un color ocre transparente que cual hilo de miel se arrastra entre los medanos y se deja ir entre las olas del mar.

Con su mano aunada a la mía, me lleva a cruzar.
El fondo es de arena y lo desconozco de mis recuerdos de arroyo allá en la lejana San Carlos.
El agua es mucho mas fría y noto como su piel se puebla del mismo erizar que mis labios provocaban la noche anterior en su cuello.

Ya del otro lado, con una nueva bahía delante, no puedo evitar interrumpir su paso y volver a besarla.

Hasta allí, solo algunos flashes me recordaban la noche anterior.
Desde allí, ya no podría olvidaría jamás.

Su sonrisa se mezcla con los labios en deseosa espera de los míos, entreabiertos, amenazantes, temerosos también, a la distancia en la que todo puede pasar y que no pase, parece ser aun más pasional.
Sus ojos miran los míos, los míos sus labios y los suyos, midiendo el aliento que calma el agua del río que aun no se va.

Es tiempo de volver.
Sin plan caminamos nuestros pasos de vuelta al agua fría, que seguramente cambiaria de tono a nuestra entrada.
En lugar de cruzar, hacemos camino por la mitad.
Camina frente a mí, deja que la mantenga a flote con mi brazo en su cintura.
Yo juego entre el equilibrio con el fondo desconocido y sus piernas recogidas para dejarse llevar.
Su nuca me deja pasar a su oreja, y de allí a la mejilla, mientras mi otra mano se encarga de su mentón para ayudarme a llegar, allí, a los labios que opacaran todo el frío del agua que nos cubre hasta el cuello.

Lentamente comienzo a girar, el agua me cuida y evita que caiga.
Mis ojos están cerrados, mi brazo derecho aprieta fuerte y seguro su vientre contra mi, mi mano izquierda pasea de su mentón a su pelo y mis labios se limitan a respirar su aire.
Giramos a ciegas en medio de mucha gente, talvez, pero sin sentido real de donde estamos.

En un movimiento tan natural que parece inevitable, cuando el agua amaina y descubre mi pecho, dejo caer su espalda sobre mi brazo derecho y tomo sus piernas con el izquierdo…, y allá vamos.
Ciegos, ensimismados, embobados en la dulzura de lo incomprensible, besándonos hacia el final del río, saliendo al mar.

El agua caliente del océano empieza a pegarnos por debajo, una danza de corrientes paralela a la nuestra nos rodea y sorprende nuestros giros con la tibieza salada del mar y la fría inmobilidad del rio que se va.
Las olas no logran distraer nuestro girar, el gusto salado del mar se mezcla en nuestros labios y ni sus lentes ni su gorra logran evitar que la vea.

Verla, es como verme, ella no entiende, solo siente y se deja llevar.

Sus piernas abrazan ahora mi cintura y acercan nuestro sexo.
Ella se deja caer sobre el agua, yo la sostengo.
Mis pies danzan sin cesar una magia recién aprendida.
La arena ya esta mas cerca y siento su cuerpo sobre mis rodillas, tratando de que aunque el piso cambie de altura, el nivel agua continúe en su lugar, arrullando nuestros cuerpos, guardando nuestra intimidad.

Un dejo de realidad me advierte que la costa ya esta lejos.
La corriente del río entrando al mar nos ha llevado más allá de donde pensábamos estar, entonces volvemos a la tierra, a la playa, a la gente.
Con sus manos en las mías otra vez y su cabeza reposando en mi hombro al caminar, siento que toda la playa nos mira pasar. Siento que todos nos vieron salir por aquel río como barcaza que se deja llevar hasta el mar.

Otra vez, nos siento únicos.



- ¿y como está? ¿está fuerte? decíme!!, ¿tiene linda cola, pechos, rellenita o muy flaca?

La voz insistente de Jack me trajo de nuevo a la terraza, a la copa de vino, al río de la montaña que ya sonaba mas a mar, al verde recatado de mi cerro y a la soledad.

- Yo que sé!! ¿Qué haces? ¿Qué me preguntas? Como me sacas de allí!!!
- Pucha Ismael, es que deberás aceptar que esa es una historia típica mía, una mas de Jack el Inescrupuloso!
- ¿Estas loco? Como se te ocurre!
- A no, seguro….playa, una chica bonita, una historia singular, romántica y pasional. No dirás que no es digna de mi!
- No tiene nada que ver Jack, nada que ver con tus aventuras inescrupulosas.
- ¿No? ¿Y en que se diferencian?
- En el final Jack, se diferencia en el final.
- ¿Cual final?

- Que yo termino genuina y dichosamente enamorado, una vez más.

febrero 04, 2011

Sao Paulo - Diálogos con Jack – 1226 horas

Los cuarenta minutos que Jack paso sentado en la roca con los ojos mutando entre la quebrada y el vacío se hicieron eternos para mí.

Preparé un vaso de agua bien fresca, serví dos copas de buen Carmenere Reserva Especial y vagué por la casa arreglando de lo desordenado, lo que se podía ordenar.
La figura de Jack encorvado e inmóvil se me presentaba constantemente, cuando lo miraba y cuando no lo hacía. Sentí sus pasos avanzar por el living directo a la puerta que lo llevaría al vaso de agua sobre la mesa, a mi lado.

Sus ojos estaban perdidos y rojos, algunos surcos no lograban esconderse marcando en su rostro, el polvo que la montaña pone sobre todo y todos. Yo sabia que no hablaría de inmediato y el sabía que podía mantener su mudez. Había mucho vino, mucho de que hablar y el tiempo necesario para ello.
Renové mi copa, compartí el verde de enfrente con su mirada y espere.
El sol ya ocupaba la mitad occidental del cielo cuando escuche su voz:

- ¿Eso es lo que provocamos?

- Eso es lo que provoqué.

- Bueno, pero yo también debo provocar lo mismo…

- No es lo mismo Jack, es parecido, pero no es igual.

- No entiendo, ¿Cual es la diferencia?

- No es lo mismo dejar a una mujer que te ama, que dejar a una mujer que amas.

El silencio duro unos minutos mas, varias veces comenzó a balbucear y se freno en medio del primer esbozo de palabra.

- Entonces prefiero lo mío, no quiero estar como tu, solo y aislado en esta montaña, disfrazando tristezas con cuentos y trabajo.

- Jack, sabes que no funciona conmigo, no puedes decirme que no tienes momentos tristes, momentos de culpa, momentos de juicio implacable contigo mismo.

- Si pero, no es lo mismo, yo nunca estoy solo, siempre hay alguien cerca para entregarse y recibir lo que tengo para dar.

- Yo creo que la única diferencia es que yo acepto mejor que la tristeza, es algo que hay que vivir y logro expresarla, sentirla y dejarla ir en mis letras. Tú la distraes con fiestas, sexo y ese sentir de que le haces un favor a cada chica que pasa por tus brazos.

- Yo jamás dije eso!!

- ¿Lo dirías si fuera cierto? – Yo creo que en realidad solo son variantes de un mismo asunto, como tú lo vivas o como yo lo viva, son talvez, solo un espejo enfrentado a otro espejo. Aquí la constante, siempre esta fuera y es eso que viviste allá en la roca.

- Pero yo soy siempre muy claro, desde el inicio, ellas se involucran.

- Talvez la diferencia es que yo alguna vez, si he estado dispuesto a entregar, sin reservas y solo a una persona. No me hace mejor, pero hoy a pesar de todo, puedo tener un hogar y marchar triste pero en paz.

- Vamos Ismael, lo mismo te digo yo, todo lo que sé lo aprendí de ti, ¡¡cuánto tiempo caminaras “triste” sin meterte en una nueva relacion, entregar todo y seguir este ciclo que llevas de años con 2 divorcios y “n” separaciones dolorosas!!

- Realmente no lo sé, solo tengo la certeza de que no debo equivocarme al elegir la próxima vez y que eso depende de que logre controlar los miedos que desde siempre gobiernan mi vida. Ahora estoy en la búsqueda de esos miedos, muy lejos aún de siquiera poder abrirme a alguien.

- Tu no elegirás cuando es el momento Carlos, tampoco yo lo elijo, solo tomo la opción de que “cualquier momento”, suena como una buena opción.

- Seguro no lo elegiré y eso, de la mano con esta incertidumbre total que gobierna mis días y me deja indefenso al perder el control de las cosas, me permite soñar mejor.

- Ya deja de soñar!! Ven y vive el sueño conmigo!! Volvamos a nuestras vueltas del 2006, seamos uno otra vez, volvamos a vivir!!

La cara de Jack ya no era la misma, el manotazo en el hombro y el brindis enérgico ofrecido con la copa de vino, solo eran un reflejo de aquella sonrisa de la noche anterior, que se adueñaba otra vez de su rostro.
Había dejado atrás como quien desparrama unas migas en la mesa, sus cuarenta minutos de roca en la roca y ya estaba listo para salir a perseguir otra primavera.

Lo mire extraño, sentí que yo era el “enfermo”, tome un trago más de vino y le dije:

- No estoy listo, tu oferta y mis recuerdos son tentadores, lo admito, pero no quiero perder la oportunidad de ver si hay algo mas, que me permita vivir en paz conmigo las cuatro estaciones, y no solo las primaveras.

Talvez, continuará

febrero 03, 2011

Sao Paulo - 15000 Veces!! - 1755 Horas

Quince mil, 15000 Veces!!

A mi me suena como a rezongo de gurí chico.

- Te dije 15000 veces que hicieras esto asi!!

Casi puedo escucharlo.

Yo se que hoy las cosas tienen otras dimensiones en esto de la Globalización y todo se mide por millones.
Pero para mí, un muchacho de barrio, del Barrio de las Ranas, devenido en empresario multinacional y seudoescritor; impulsado en esta locura por coincidencia en tiempo y ganas de un par de amigos de buen querer que encontraron el punto exacto en que empezaba a sufrir mi último gran desgarro para inspirarme; para mí, 15000 son muchas veces.

Y para ustedes, un puñado de gente que me lee con cariño casi seis meses despues de que empezara esta aventura, también deberían ser muchas.

15000 veces han leído algo que yo he escrito, 15000, que locura.

Yo solo espero que no les haga mal.

Fuerte abrazo.


febrero 02, 2011

Santiago de Chile - Una visita inesperada - 2240 horas

El teléfono sonó cuando empezaba a buscar una noche mas entre mis sueños, las raíces del miedo.

- hola…
- ¿Ismael? Estoy aquí abajo!!!
- ¿Perdón….aquí abajo, quien habla?
- Soy Jack mi viejo amigo!! Y estoy aquí abajo…
- ¿Jack Winwar?¿Donde? En Sudamérica, en Chile?
- Aquí abajo, en medio de una oscuridad terrible, con ruido de agua muy cerca y un portón gris enfrente que dice tu número….a ver…20…9..50.!!

No pude evitar sonreír, mientras trataba en mi asombro de mirar el reloj para asegurarme de que ya habían pasado las 3 de la mañana tal cual lo presentía y buscar en mi alrededor certezas de que estaba despierto.

- Bajo por ti.

Mientras bajaba la colina escabrosa en una noche sin Luna, trataba de recordar cuando había visto a Jack cara a cara por última vez. Sinceramente no tenía la menor idea.

Cuando llegué, tenía medio cuerpo entrando en la ventana de un pequeño auto.
Los últimos besos de agradecimiento por el “taxi”, se amontonaban en los labios de una chica no tan joven que se veía feliz y cariñosa.
A la luz del jeep que daba vuelta en el puente para volver a entrar, pude distinguir la enorme sonrisa de Jack que se aprestaba a subir.

- mi viejo y gran amigo Ismael!!

Mientras sacudía mi cabeza repitiendo un “no alegre” que marcaba mi desconcierto, Jack me tomo por los hombros, me apretó fuerte y nos besamos como dos grandes amigos; como se saludan los amigos en Uruguay.

- que….
- Pues, quería venir a verte!!
- Y esa chic….
- Ya tu sabes, siempre hay alguien que me traiga “a casa”!! jajajajajaja.

La subida se hizo corta, las ponderaciones del espacio interminables, las bromas sobre ”el potencial” de la cabaña tan creativas como siempre y al son de un vaso de Jack, otro Jack, el Daniels, le mostré su cuarto y nos comprometimos para la mañana.

Pocas horas después el sol nos sorprendió preparando mate, el calentaba el agua y yo ensillaba con yerba. Hacía mucho que no estábamos juntos, pero parecía que cada movimiento estaba mágicamente coordinado.
El se movía en la casa como si siempre hubiera vivido allí, no buscaba nada fuera de lugar y asombrosamente, a mí me resultaba de lo más natural.

Disfrutamos la sombra cálida que el cerro nos regaló hasta el mediodía, al influjo de nuestra “verde tradición” y una charla pendiente por tanto tiempo.

- ¿Que haces solo aquí? - Me preguntó.
- Pues…se llaman elecciones, me siento feliz aquí, solo y aislado; después de tantas vueltas parece que encontré mi hogar.
- ¿Hogar? ¿Le hablas de hogar al constructor de hogares? Un hogar supone una familia, una pareja, chicos, el perro o el gato, algún pajarito cantando cerca, una estufa prendida y esas cosas…
- Pues yo creo que has pasado mucho tiempo en hoteles. Si respiras mi aire, aquí en la terraza y dentro, sentirás la mejor definición de hogar. Vamos!! Tú puedes.

Lo arrastre en silencio, como quien busca un mosquito en la noche, con todos los sentidos concentrados en todo, por cada rincón de la cabaña.

- ¿Puedes sentirlo?

Una sonrisa mezclada con una mueca que entrecerraba su ojo izquierdo, me dejo saber que no me había escuchado, estaba más allá, escuchando algo más.

- ¿Escuchas el reír, las carcajadas que mis hijos y los hijos de mis amigos han dejado guardadas bajo la cama?
- ¿Puedes sentir los gemidos profundos del amor atrapados entre las tablas?

Su cara reaccionaba a mis palabras con movimientos cortos, sus brazos se levantaron un poco más y sus dedos estiraron sus falanges al máximo para tener toda la piel posible en contacto con el espacio.

- Remueve tu lengua suavemente y degustaras los sabores de las mieles hechas por manos con ganas de complacer, por dos, por cuatro, por mas….!!
- Respira el aire de la paz, susurra el murmullo de la charla fluida de las almas que bien se entienden y bien se aman.
- Cierra los ojos y déjate llevar por el caminar libre de los animales fuera, el pasaje absorto del río a tus pies y la brisa ligera que trae el olor de estas flores de verano.

El siempre fluido Jack parecía inmerso en un sueño, fuertemente conectado al piso, pero al mismo tiempo ondulante al influjo de los impactos del ambiente.

- ¿Así se siente? - me dijo - He leído la teoría cientos de veces, he buscado darle forma en mi mesa de arquitecto, pero nunca había sentido esto.

- La teoría casi todos la tienen, en la práctica, te llevo poca ventaja. Mucho me ha costado aprender a sentir, fijar mi alerta continua en el presente real y disfrutar las cosas sencillas…aquellas esenciales.
- Pero estas solo!! Entiendo que sentir a los chicos en cada parte de la casa te acerca a tus hijos, pero un hombre no vive de los gemidos que el amor dejo impregnado en las paredes.
- Aun no lo escuchas todo Jack. ¿Es que acaso tú, teniendo quien “te traiga a casa” alrededor de todo el mundo, estas mas acompañado que yo?
- Pues, no vivo de los gemidos incrustados en las paredes.
- Jejejejeje…para empezar mi querido Jack, nunca te llevan a TU casa, aunque por supuesto aquí puedes sentirte como en tu propio hogar. ¿Dónde guardas las 3 o 4 cosas personales e importantes que no están en tu maleta?
- Pues, es muy fácil. Déjame mirar los inventarios prolijísimos que tengo de cada casa y los encontrare rápidamente.
- Jajajajajajajajaja, ok, seguramente si te escucharas entenderías mi idea.
- Ah- ja -ja…tu tienes algunas cosas lindas aquí, que parecen importantes para ti, pero no son tantas.
- Mi amigo, como los buenos amigos, como los buenos amores, como todas las cosas importantes en esta vida, nunca son tantas.

- ¿Qué fue eso?!!! – Pregunto Jack sobresaltado.
- ¿Qué cosa? Yo no escuche nada.
- Alguien llora, escuché sollozos y llanto. De allá, de aquel lado - dijo Jack, apuntando hacia el living.

Lo perseguí, pero al llegar al living no encontró lo que buscaba, allí solo había mas jadeos, risas y alboroto, cantos disonantes, aromas deliciosos y el chocar de copas resonando por doquier.

- Sé que lo escuche, sé que lo escuche…

Velozmente giro su cuerpo y miro hacia la ventana, torno la cabeza a la puerta de entrada y salio despavorido por las escaleras. 
Yo lo había invitado a la experiencia, no podía abandonarlo ahora que parecía poseído por esta.

- aquí se escucha mucho más, estoy cerca, se que estoy cerca…..pero, la montaña es inmensa a ambos lados.

Mirando sus ojos desorientados, comprendí lo que escuchaba. Mi mentón cayo sobre mi pecho siguiendo a mis ojos que se clavaron en el suelo junto a la comisura de mis labios.

- Ve allí Jack, yo no quiero acompañarte. Sube aquella escalera y siéntate en la roca que sobresale en la orilla.
- ¿Que hay allí?
- Allí encontraras lo que escuchas, sentirás lagrimas que no logran secarse sobre la piedra y talvez, si te tomas unos segundos mas y usas ese talento que tenemos para ir mas allá…encuentres mejor respuesta a porque estoy solo, aunque esto sea un hogar.



Continuará…