abril 16, 2011

México - Una primera vez - 1800 horas

PROLOGO: Tirado en la piscina de este hotel en Santa Fe (México, DF) , sin más que hacer que esperar los vuelos que me llevaran esta semana a 4 países diferentes, volví a escuchar a Edgar y no pude evitar recordarte.


Eran años duros.
Años en que las niñas ya no quieren jugar y las jóvenes no me miraban porque apenas llegaba a ser un pre-adolescente.
Pero como adolescía!
Visitar a una amiga un tanto “desenfrenada”, suponía de las pocas ocasiones para sentir fluir la sangre, entre los tabacos armados que le robaba a su padre y guitarras azotadas al ritmo de Silvio.

Ella tenía 12 años, y había llegado a esa misma casa, para “jugar” con la hermana pequeña de mi amiga.

- ¿Te chupaste una lapicera? – le dije.

Y me miro con aquellos ojos inocentes, enmarcados por su largo cabello castaño, que ocultaba entre rizos salvajes, la apariencia de una niña crecida mas allá de su cumpleaños.

- No - me contesto -  tengo un problema en el labio y de a ratos, se pone azul por partes.

Difícilmente podría empezar peor una charla, difícilmente hubiera resultado mejor aquel ataque de sinceridad bruta que por aquellos años ya me caracterizaba.

El día de visitas a la adolescente adelantada, el esperado con la sangre efervescente, cambió bruscamente y se torno un día para jugar con niños, sin planearlo y sin quererlo.
Aceptaba los designios de mi edad y dejaba que el tabaco con la fumadora se fueran por otro camino.

Caminamos casi como adultos con la niña del labio azul, tranquilos, detrás de otros dos “amiguitos” que buscaban enfervorecidos los juegos inflables que para ese entonces rodeaban el Centro del Espectáculo, hace años desaparecido, en Punta del Este.
No nos llamo la atención ni el globo de aire, predecesor de los juegos que luego usaron mis hijos, ni los artefactos mecánicos donde por esos años uno arriesgaba la vida inocentemente.
Mientras los “amiguitos” corrían, saltaban; subían y bajaban, nosotros encontrábamos lugares estratégicos para vigilar a “los chicos”, esos enanos un año menor y charlar con una naturalidad que no había compartido con nadie hasta aquel momento.

Después de alimentar el alma con miradas toda la noche y buscarnos con la ignorancia de la edad, el suelo de la casa de Maruja abrigó al cúmulo de visitas en camas improvisadas.
Yo amanecí temprano, debía volver al pueblo y con ese nerviosismo que ahora tanto se extraña, esquivando cuerpos dormidos, logre escribir un teléfono en un papel y meterlo en su campera de jeans que colgaba de un viejo biombo.
Si alguien mas lo encontraba, estaba en un problema mayúsculo, si ella lo encontraba, tal vez sus 12 años le jugaran una mala pasada (normal, obvio) y no supiera que hacer con aquello.

Para mi asombro, el teléfono sonó una semana después y más para mi asombro, sus padres consintieron las largas llamadas de cada noche.
Ella vivia lejos, a ochenta kilometros de mí, pero dado que sus padres también consintieron nuestro “dragoneo”, no pude evitar llegar hasta allí.

Me recuerdo esperándola nervioso en la puerta de la escuela en Pan de Azúcar, yo recién dejaba la moña azul y ella estiraba por ultimo año una túnica que no había sido diseñada para su altura.
Viajábamos eróticamente en la última fila de los viejos GM de ONDA hasta llegar a su casa. Allí charlábamos bajo la mirada atenta del padre y la sonrisa siempre adorable de la madre.

Llegaron a quererme, llegue a quererlos muchísimo.

Ella ya había cumplido 13 cuando llegue un día, para decir adiós.
Ella me miro y lo entendió todo.
Caminamos atrás de la casa, nos sentamos con ojos húmedos bajo la parra y superando toda madurez esperable, sin que yo pronunciara palabra ella me dijo:

- Entiendo que debes irte, estoy segura que alguna vez volveremos a encontrarnos, cuando sea nuestro tiempo.

En aquellos años, no imaginaba que tantas y tantas veces pasaría por palabras similares.
Ella fue la primera.
Esa fue, la primera vez.

Nunca más la vi.
Aún hoy, casi 30 años mas tarde, mis ojos la buscan inconscientemente cuando paso frente a su casa, la que fue su casa y se que ya no es.
Parece que nuestro tiempo no llego aún, parece que no llegará.

Me encanta recordarla, con su inocencia a estrenar y sensualidad exquisita, caminando por la playa con aquel bikini rojo a lunarcitos blancos, arrastrándome a mi, el experto ya en esos años, un poco mas allá de las dunas, para besarnos sin mas testigos que el sol de Santa Lucia del Este.

Comenzaba este siglo cuando escuche por primera vez a Edgar Oceransky en El Breve Espacio de Linda Vista, a las orillas de la Ciudad de Mexico.
La canto para mí ese día, entendí que de alguna forma el también había vivido aquella, mi primera vez, y por eso podía traducirlo tan bien en una canción.

Desde entonces siempre la recuerdo con una sonrisa y una ternura únicas, cuando Edgar dice:
La recuerdo así …como casa de muñecas, todo en su lugar… con todo dispuesto para empezar a jugar…tenia tantas ganas para empezar a jugar!!”




abril 13, 2011

México - Creer es Crear - 1755 horas

Corría el año 1991 cuando al frente de Rush, el “gordito de las zapatillas naranjas” abría “La Quinta del Sordo”.
Así lo apodaban mis mensajeros, explicando que nadie podía ser mas ridículo que él y aprovechando, que alguna vez lo vieron con su cuerpo circular, montado en su tremenda Suzuki Z550 que apenas controlaba (sus pies jamás llegaban al piso), calzando alguna especie de zapatilla de aquel llamativo color.

Con el tiempo, el “Gordo Crocco” pasaría a ser un buen amigo, protagonista de mi vida en la noche y estoy seguro hoy, Santiago Alonso debe ser, ojalá, una personalidad importante dentro de la innovación y el servicio.
Esa noche llegó con su sonrisa de siempre al mostrador del garage del fondo, donde en alocado ritmo tomábamos y dispensábamos pedidos, con un vaso que parecía tener Café con Leche o Leche suavemente chocolatada, “on the Rocks”.

- Probá esto - me dijo.

Desde aquel día, el Baileys paso a ser una de mis bebidas preferidas y aquella noche, formulé una de mis tantas premisas de vida:

Algunas cosas, son buenas y te provocan un auténtico deseo de compartirlas, de que tus seres cercanos las conozcan y las disfruten.
Otras cosas son tan buenas, que despiertan inexorablemente esa veta egoísta de todo ser humano y por momentos, impiden que las develes a los demás, legándote un placer intrínseco en mantenerlas para tu exclusivo gusto y uso.
Pero a veces, algunas cosas, algunas cosas son sublimes, y te gustaría tener más voz, más brazos, más posibilidades para gritarlas a los cuatro vientos. Para que todos las conozcan, las saboreen, las adquieran como propias y ojalá, las divulguen.

En estos tiempos de cambio donde muchos somos conscientes; la confirmación, de esa consciencia colectiva, aunque sea en uno mas, en otro igual a ti, nos llena de placer.
Todavía es difícil de “ver por la calle”, todavía no ocupa los espectaculares de ninguna ruta, pero me gusta pensar que esta allí, latente, no solo en las personas que nos lo confirman cada día, por suerte cercanas, sino también en las caras ausentes que cruzan frente a mi en este momento, en este parque, en esta banca.

Por influjo de una de esas personas especiales que completan mi existir, recibí esto que comparto con ustedes hoy.
Pertenece a la tercera categoría, a la de lo sublime, a lo que espero saboreen, adquieran como propio y divulguen.


Hacer Click sobre la imagen despues de que termines de leer la entrada que alli sigue, abajo.

No todos los  mensajes son completamente extraordinarios, en este, yo encuentro muchos matices que no necesariamente comparto y muchos otros aspectos le sumaría.
Creo que el momento de conciencia colectiva, de renacimiento que allí se anuncia, tendrá un impulsor inexpugnable en la propia naturaleza, porque si del hombre dependiera, algunos pasos nunca serian dados.
Pero el camino y el destino, desde mi punto de vista con mas dolor y exterminio, parece ser el mismo y eso es lo que para mi tiene valor.

Los que me conocen mucho sabrán que hablo de lo que siento, los que solo me conocen se plantearan si los 40 me han caído tan mal o el abandonar mi casa me tiene trastornado, para los que no me conocen y lean, festejo la libertad de que no puedan relacionar una cara y una historia a esta entrada y solo puedan medirla desde su corazón.

abril 12, 2011

México - Marguitta se casa!!! – 1635 horas

Hay cosas para las que realmente, nunca estamos preparados
¡Y que suerte que así sea!!!

Marguitta contraerá matrimonio, entregará sus votos, jurará fidelidad y se comprometerá ante Dios en Julio próximo y no logro salir del estupor.

Estupor por muchas cosas.
Estupor porque no se casa conmigo.
Estupor porque la muy desvergonzada pasará desde ese momento, a romper o al menos igualar mi record de 3 matrimonios!!!
Digo mi record de 3, porque si bien me case solo dos veces, estuve seriamente comprometido 3 y a pesar de no pasar por iglesia alguna, casado me sentí.

Estupor porque “el Herbert” , ese que se la lleva al altar, también se casará por tercera vez, dañando mi orgullo y siempre alta autoestima.

¡Como se les ocurre semejante barrabazada!!

Resulta que “el Herbert” siempre estuvo enamorado de Marguitta.
Claro, ella, tan dulce, tan bonita, tan exquisita cocinera, tan, tan…..y el, siempre baboso detrás. Se caso dos veces el condenado, pero no obstante, no dudo un instante en buscarla cuando sintió que llegaba su momento.

Y la llamó, la llamó desde Alemania a México, todos los días la llamo el cabrón durante dos años, DOS AÑOS!!
Hasta flores le mando, muchas veces, muchas flores. Cuando Marguitta estaba bien aunque dudosa de sus intenciones y también, por supuesto, cuando Marguitta no estaba tan bien recuperándose de alguna enfermedad.
Dos años, dos años la llamó “el cabroncín” y que mas hizo? Eh? Si, claro, le mando los pasajes para que fuera a Alemania.
Sabiondo, embaucador, como se atreve a emular las prácticas de Jack!!

Y la llevó, y la envolvió con sus gentiles modales y sus comidas a toda hora y ese aire teutón de superioridad y esa labia de quien tiene mucha historia que contar, historias donde Marguitta siempre estuvo y estará.
Y así volvió, así volvió Marguitta a México, con su sonrisa adolescente, a declararnos que se vuelve a casar, que se vuelve a entregar a un hombre, que vuelve a confiar en el amor y que encima, talvez, quizás, además, se nos va de México a Alemania para vivir su romance.

¡Dios nos libre!!

Como se atreve Marguitta a llegarnos ahora con estas historietas que no hacen otra cosa que recordarnos la dulce peliculita “Cartas a Julieta” del año pasado.

Como llega ahora, ahora que abandonamos nuestro hogar, ahora que estamos tontamente convencidos de que se nos termino la oportunidad de volver a sentir al cumplir los 40, ahora que pasamos días grises carentes de emociones.
Ahora, llega justo ahora….porque Marguitta?

Pero algo me deja tranquilo, Marguitta no superará el record de su Mamá, que paso 4 veces por tan venturosa ceremonia.
Será que se transmite genéticamente…pobre mi amigo Elie.

EPILOGO: Marguitta tiene 67 años, es la Madre de Susi, que es la mitad de Elie, que es una cuarta parte de MI. 
Herbert, tiene 77 y siempre estuvo enamorado de Marguitta, aunque ella nunca lo correspondió, hasta ahora. No conozco a Marguitta, pero cuando Susi y Elie me lo contaron anoche, compartiendo Sushi, en medio de sonrisas y felicidad reales, amé a Marguitta, a la vida y a la siempre presente oportunidad de amar.

Y aunque Marguitta y Herbert no me conocen, las matemáticas indican que Marguitta es 1/8 mi mamacita, perdón (ahora que esta comprometida), mi mamita postiza; por lo cual, no dudare en caer al festejo allá en las Alemanias, cuando el verano Europeo se esmere por igualar el calor que comparten los buenos amigos.

abril 04, 2011

Santiago de Chile - El crecimiento de los dedos del pie - 2235 horas

Como han crecido mis dedos del pie!!

Termino un día de exposición al ser humano, a la ciudad, al tráfico, a la espera y a la búsqueda casi inútil de controlarme; brindando con mi copa y la lata de cerveza que Carlos aceptó, un poco porque le gusta y lo pidió, otro poco porque le obligue a tomar las últimas dos que se niegan a quedarse en el refrigerador.

Es día de mudanza, otro día de mudanza, un nuevo día de mudanza.
Mas bien de preparación, lo cual lo hace mas interesante!!! pero debí bajar a la ciudad y eso le quito el brillo.

Mañana si será de verdad, ...de los buenos.
De los de revolvér, de los de mirar fijo, de los de secar lágrimas y sorprender sonrisas, de los de tirar con ganas, de los de guardar con ternura.
Día de entrarle a la separación, al hurgar y seleccionar como hacen aquellos que viven de la basura.
Cuanta basura se limpia en una mudanza, aun siendo tan prolijo y obsesivamente ordenado como yo, cuanto se limpia!!. No de inmundicia, pero si de esas cosas que necesitan ser limpiadas, si no es desde dentro, pues desde fuera que sea.

Mudarse para mí es símbolo de generosidad, de expansión, de proyección de mi vida al exterior. Y con 60 mudanzas encima, si me abre expandido.

Cuando me deslizo por las casas de la gente que amo, que son mis casas sin ser mías, que son mi espacio sin pertenecerme;  me gusta encontrarme con la “guiñada” de las cosas que allí he dejado.
En algunos casos demasiadas, en otros, solo algunos detalles que espero como a mí, le recuerden a esa gente, los dueños genuinos del espacio, que el alma del lugar lleva parte de mi propia alma.

Así la lista de lo que se queda es cortísima, lo que se va es medianamente medible, tanto como se puede cargar en una maleta de cuatro ruedas; pero lo que se entregara, aquello que hace la diferencia en el espacio, aquello que llena de magia el hogar, eso esta en una larga, larga lista.

Me gusta imaginarme como quedará esto en casa de Mitch, como funcionará esto otro en la casa de Nando, cuanto saboreara Alita con aquello y como me recordara, lejano talvéz, ausente seguro, Carlos cuando se mire en ese espejo o prenda aquellas velas. Pero sobre todo, como despertara sonrisas y añoranzas con el tiempo, aquello otro allí, recordando mi nombre y una historia, cuando mi cara ya sea difícil de recordar y solo se me pueda ver “con los ojos del alma”.

¿Es parte de mi narcisismo? Si, seguro, ¿Cómo hablar de algo que no es parte de uno?
Pero también es parte de lo que cualquiera vive, cuando toma una pipa para celebrar un momento, cuando escucha una canción, cuando mira un cuadro, cuando prepara un narguile o un queso con pimientos, miel y salsa de soya.

Te preparo una galletita para ti, yo me como otra….parafraseando a Cortazar y el final de uno de sus espectaculares cuentos sobre la íntima complicidad implícita en ir a tomar un helado juntos.

Así es;  parte de mi narcisismo, como del vuestro, ¿porque quien mirando alrededor o mirando hacia adentro, no tiene una sonrisa y una lagrima para celebrar el pasado? lo bueno del pasado que ya paso

Levanto mis dedos del piso y asombrado observo como han crecido!!
Pasada la sorpresa los vuelvo al suelo, donde siempre están y me doy cuenta que siguen siendo exactamente del mismo tamaño.

Hay cosas que no cambian, lo que cambia es el punto de vista desde donde las vemos.