mayo 22, 2011

Montevideo - ¿y....que van hacer ahora?

Ustedes que miran televisión, escuchan radio y leen periódicos no solo cuando suben un avión, ¿saben que paso con la gente de Family Radio? De verdad me intriga saber cómo reaccionó esa gente que esperaba el juicio final y la destrucción del planeta ayer.

Lo digo seriamente.
¿En que va a creer ahora esa gente? De verdad me preocupa.

Acepto que soy un degenerado religioso, un pobre hombre falto de fé; pero soy muy humano y respeto la necesidad que tienen otros pares en depositar su esperanza en algo.
Sea una imagen, un pastor, un libro o una organización, moderna o añejada, compleja o muy simple. Esa necesidad de muchos de darle una explicación a todo y por sobre todo, de encontrar redención a sus pecados y salvación a sus almas, mientras desechan su vida aquí, en este presente, en este planeta.
Esa necesidad de tantas veces pagar incluso, para que alguien les acerque un dios que les asegure felicidad.

A veces hasta admiro algunos representantes y predicadores.
Cito a Paulo Coelho continuamente y no hay libro de él que no haya leído, distinguiendo reflexiones universales que parecen escaparse de su pluma con esa sencillez de los grandes; pero no logro, jamás, seguirlo en su camino de la brujería basada en el dios todopoderoso, Jesucristo y sus ángeles presentes, alertas y hoy día, en guerra por nosotros.

Creo en todo lo que despierte en el hombre su naturaleza, su elemento, su esencia.
Respeto muchos mecanismos, porque he sabido aprender que la comunicación es un milagro casi inalcanzable y que cada persona escucha, entiende, asume y comunica como quiere y puede.

Admiro toda lucha que nos lleve al amor, aun cuando no pueda compartirla o seguirla.
Y ahora, cuando lo escribo, me siento un predicador mas, al cual talvéz como yo, no logren entender muchos.
La sola mención de la palabra AMOR, lanza un concepto tan indefinido, añorado y embanderado, que si no se lo relaciona a alguna divinidad, parece profanado.

Yo.
No llego a la magia más allá de los ojos cuando brillan y los cuerpos cuando tiemblan.
No logro entender y por ende aceptar un centenar de teorías, desde la metafísica hasta las religiones.
No logro relacionar nada del día a día con algo superior, todo se me hace humano, muy humano y así entiendo con sufrimiento dónde estamos y así asumo con esperanza hacia dónde vamos.

Mi entendimiento se acaba en el amor, es lo más alto que conozco, es lo más supremo que he podido experimentar; ni por científico ni por santo; por humano.

Por eso, si la esencia del hombre es amar y el sentido común actúa en consecuencia, no necesito ni a un dios, ni a una potencia global, ni a un proceso iónico, para explicar porque cumpliendo con simpleza nuestra esencia, la humanidad se expandiría, la vida sería placer completo y nada tendríamos que temer.

Claro está que no funciona así y es por eso que se necesitan esos amuletos, pero ¿qué queda cuando los amuletos fallan? ¿ qué va a ser de la vida de esa gente que se preparó para morir o pasar a ser elegidos ayer? ¿ qué van a hacer por ejemplo los franceses ahora que su próximo presidente, ex presidente del FMI, está preso por maltratar y violar a una mucama en un hotel de NY? (solo por poner un ejemplo); ¿ qué van a hacer los científicos del CERN si el Colisionador de Hadrones (LHC) en lugar de simular el Big Bang provoca una catástrofe o simplemente nada, nada, después de 30 años y mas 10.000.000.000 de dólares de inversión?

Sería tan simple si una mañana cualquiera, una mañana de estas, los 6.9 billones de humanos que tienen la fortuna de vivir en el planeta, hicieran solo lo que les es natural, como lo hace cada árbol y cada animal.

mayo 19, 2011

Desde el Aire - Ambiguedad & Destino

“Todo lo que ocurre una vez, puede no volver a suceder jamás. Pero todo lo que ocurre dos veces, terminara sucediendo una tercera”

Paulo tiene esas cosas, esa capacidad de expresar en oraciones simples, pensamientos tan profundos y verdaderos como desafiantes.
Cada uno puede extraer lo que guste de ese párrafo que puso en labios de J. en Las Valkirias, cada uno puede sonreír y sacudir la cabeza acusando la certeza de su afirmación.

La esperanza de no tener que pasar de nuevo por algo tan terrible, se mezcla con la de esperar que algún milagro se repita, al menos una vez más y nos regale asi, dos nuevas oportunidades.
La certeza de que esa tercera vez es merecida y ojala, “sea la vencida” ; se enreda dolorosamente con la amenaza de una segunda vez desdichada que nos asegura un tercer fracaso.

Todo tiene al menos dos caras, todo puede ser bendición o maldición, todo puede ser esperanza o condena, todo puede ser comienzo o final; está en la esencia de las cosas y de las palabras, está en nuestra esencia.

La gran diferencia es que solo nosotros podemos definir QUÉ ES, solo nosotros, parados en el presente, podemos darle sentido real …y desde ese mágico momento, todo pierde ambigüedad y se transforma en un solo sentido, un solo significado, que rige nuestro destino.

Ojalá tu como yo, sigas sonriendo.



“Toda bendición cuando se ignora, se transforma en una maldición”
(uno de los tweet´s de ayer de Paulo Coelho).

mayo 18, 2011

Santiago de Chile - Todo se da y se recibe en este vida

Santiago amanecía fresco y la última muda con idéntico pantalón, parecía refrendar su acertada intuición al momento de armar maletas. Salía temprano, calmado pero con inusual prisa, porque debía volver pronto para tomar las penúltimas tres pesadas valijas de su mudanza 61 y partir al aeropuerto.

Era el tercer día que caminaría con “kung fu”, esta vez con al menos una sola oficina que visitar y desde la cual volver con todos los papeles paseados los últimos dos amaneceres, por fin listos.

Al cruzar la puerta con su paso firme y decidido, con ese caminar “siempre derechito” como le había dicho una vieja amiga desconocida días atrás, al recordarlo de su niñez en la lejana San Carlos, escuchó una voz que cruzaba la calle hacia él.
Con el instintivo, - perdón? Espero que le reiteraran la pregunta.

- Como llego a Vitacura y Padre Hurtado?

Más acelerado que él, pero con un bastón metálico con posabrazo, un hombre unos 20 años mayor caminaba en el sentido contrario.
Mientras esquivaba las hojas de los fresnos dorados con el otoño del sur, masticó el mapa de Santiago rápidamente para guiar al alborotado caballero.
Con solo la señal de su gesto, el caminante entendió que sabría instruírlo y gano la mano en la charla:

- Eres argentino y conoces más de Santiago que yo!

- Uruguayo – le dijo – una respuesta instintiva que había cosechado en muchos años dando vueltas por el mundo.

- Llégue a la esquina, doble a la izquierda hasta el primer semáforo, a la derecha una cuadra hasta el siguiente y luego, a la izquierda hasta llegar a Kennedy…

Mientras el hombres seguía hablando sin parar, explicando que era de La Serena, tenía hora para el odontólogo y la llave de su auto había quedado atrapada dentro de él, seguramente en uno de esos errores que se cometen cuando un café no desayunó el día, la hora de salida fue tardía y la calma no es parte del alma. Volvió a mirar al transeúnte y definió que jamás llegaría caminando a su destino, más menos unas 40 cuadras de allí.

- No puede ir caminando - dijo entonces - busque un taxi en la esquina e indíquele, en 10 minutos estará allá.

- Es que soy de la Serena, repitió, las llaves se me quedaron dentro del auto y todas mis cosas allí. No tengo dinero para un taxi.

En el instante siguiente, en el tiempo que se demoró en meter la mano en su bolsillo, extraer uno de los tantos billetes de 10000 que se habían acumulado el día anterior para pagar los costos administrativos de uno de sus mejores momentos y pasárselos al transeúnte, analizó cuanto pudo.

Era un hombre alto de cabello canoso rosando sus hombros, lentes de marca y cara de vocación aburrida. Vestía una camisa celeste no muy bien planchada; pero el mundo anda no muy bien planchado y alguien con la camisa bien planchada no deja las llaves dentro del auto. Saco jaspeado con mucha historia y pantalones “Microsoft”, muy chilenos. Con excepción de la camisa y el bastón gris metálico, todo era exactamente “caqui” como indica la moda y porque no, el espíritu en este país.
No podía estar a las 8 de la mañana embaucando personas en un barrio residencial de escasísimo tráfico y “el cuento” no tenía porque tener la delicadeza de incluir una ida al odontólogo.

Le hubiera dado las “diez lukas” igual, pero se sentía mejor si avivaba su mente a velocidad normal desde tempranas horas.

- En serio? Te pasaste!! - Dijo el hombre esgrimiendo una sonrisa de sorpresa.

- No camine es muy lejos, tome un taxi – le dijo – mientras se alejaba para retomar su ruta nativa.

- …y como te los devuelvo - le grito el hombre de cabello calvo, cuando ya estaba a 20 metros.

- No me los devuelve!

La mañana era fresca, el cuello ausente en el sweeter hacía que su sudor natural se congelara allí donde 10 días atrás había acumulado tos heredada de los cambios de temperatura en Rio de Janeiro.

Era una mañana especial, el día anterior había comenzado a caminar dos sueños.
Uno sembrado por casi dos años en su cabaña de los Andes y que llegaba a su recta final; otro que brotaba de los designios del destino, con la misma antigüedad que aquella primer visita al Arrayan, pero que añejado caprichosamente antes de llegar, deslumbraba hoy su pecho, cuando ya todo estaba listo para acontecer.

Sonrió, pensó como siempre que todo se da y se recibe en esta vida; recordó las decenas de buenos deseos, reconocimientos de alma y muestras de cariño recibidas el día anterior premiando aun más su sueño y siguió “derechito” para convencer a un gobierno, de un pequeño país cercano, de que debía dejarlo llegar a casa con sus “petates”, sin cobrarle impuestos por ello.

mayo 15, 2011

Santiago – La Globalización & mi Blog

Cada tanto, muy cada tanto, releo mis entradas, muchas veces lo disfruto, siempre encuentro errores que corregir. Los defectos nunca nos abandonan!!!

He agradecido más de una vez vuestra lectura.
Créanme que de verdad disfruto imaginarlos leyendo mis locuras y reflexiones, que estos últimos días reconozco como no muy literariamente especiales.

Ustedes saben que a la mayoría los conozco, hasta se cómo se visten cuando leen, como se sientan, que toman, como sonríen o como se enojan, cuanto les cuesta volver a abrir un mail anunciando una nueva entrada, cuanto estudian el titulo antes de abrirlo y muchas otras veces como sin llegar a ser terrible, extrañan el anuncio de una nueva andanza en mi muro o su inbox de correo.

También se lo que cuesta comentar.
Muchas veces porque es mejor que yo no sepa que leyeron o que piensan de lo que leyeron, otras, la mayoría supongo, porque simplemente disfrutan de esa comunicación unidireccional y a diferencia de mi, tienen cero expectativa de protagonismo.

Pero me ha pasado muchas veces que me cuesta adivinar quién está del otro lado y eso debo agradecérselo a ese sueño intrínseco en la publicación web de un blog.
Como el que publica y llega a un anaquel de librería, pero con la inmediatez y universalidad de esta red global.

Me encanta sorprenderme con lectores desconocidos.

Una vez, algún desconocido real, hasta comento una de mis entradas y muchas, muchas veces, totales desconocidos han leído mis historias. No saben cómo sonrío cuando en las estadísticas del blog aparece, como hoy, un lector de India (¿?), o ayer dos de Israel (¿?), días atrás de Rusia (¿?), muchas veces de Eslovenia, Japón, Serbia, Alemania o como estos últimos días y varios anteriores de Dinamarca!!
Lectores fieles de Venezuela o Canadá.
Gente que creo, realmente desconozco y que de alguna forma, por este milagro de la globalización aplicada a mi blog, dos por tres, entran y comparten mi vida, tan de cerca como logre exponerlo.

¿Pueden ser errores de estadística? ¿Puede que sea gente conocida que viaja a otras latitudes? ¿ Puede que algún curioso en otro país haya encontrado en google el blog y tras entrar y no entender nada de español haya salido dejando su registro sin llevarse nada de mí?

Claro que todo eso puede ser y muchas cosas más también, como en todo en la vida. Pero a mí, nadie me quita la sonrisa, la ilusión de haber llegado a alguien más, la dicha de compartir, las ganas de seguir haciéndolo.

Ojala algún día, el ser protagonistas estuviera dentro de sus ganas pasajeras y pudieran contarme como llegan a mí, como es que sin saberlo se internan tanto en mi alma; porque si no lo sabían, la ficción casi no existe en este blog, cada letra está escrita con mi sangre, esa que fluye intempestuosa revolviendo emociones en una vida tan atípica como me es posible.

mayo 14, 2011

Desde el Aire - 21 de Mayo del 2011, el día del fin del mundo (¿?)

Día de vuelo, suele ser símil de día de Periódico.
La excepción se cumple para amenizar las horas imposibles de dormir en el avión, con una empapada de realidad editada al estilo de las diferentes tendencias periodísticas.

Estoy convencido de que leyendo un diario al mes o mirando un noticiero, cualquier ser humano tendrá la dosis exacta de información que necesita para saber hacia dónde va el mundo, al paso lento y sangriento de la reiteración en la lucha del poder y sobre el devenir inexorable del exterminio que el planeta tiene preparado.

Me resulta como aquellas viejas telenovelas diarias, que talvéz hoy sean igual pero por fortuna ignoro, donde con solo ver “los adelantos del próximo capítulo” podías asegurarte un perfecto seguimiento de la trama con dosis de lunes y jueves.

Hoy el diario me ha traído muchas de las cosas habituales, y entre páginas, sin más gloria que haber comprado espacios publicitarios en múltiples medios, una iglesia, otra de las tantas, que anuncia el próximo 21 de Mayo, como el día del fin de mundo.

Porque de moda está y lo que es moda no incomoda, los maestros e iluminados, realizan toda suerte de cálculos milenarios sobre libros, escrituras, piedras talladas o designios ancestrales para poder prevenir a los incautos humanos del momento exacto en que desaparecerán.

Anuncio imprescindible del comienzo del dolor, como si la propia existencia actual de la raza no fuera un apocalipsis alargado de prepo, que en algunas latitudes viven con los fluidos de su carne y en otras, distraemos en la búsqueda de la felicidad “ayudada” por el dinero.

Lo cierto es que el designio de familyradio.com es que solo un 3% de la población mundial sobrevivirá a las catástrofes prontamente venideras, unos 200 millones de personas, que sinceramente, a mí se me hacen muchas.

“Clamad a dios por su salvación” es el mensaje, porque el misericordioso puede definir con su índice, quien vive y quien muere. Igual que lo hizo en tantos lugares. Solo para estar actualizado en el ordenado Japón, la tranquila Lorca o la naturalista Costa Rica estos últimos días.

Ese dios que elige, salva o condena (según tantos) a quienes mueren todos los días, en Siria, Libia, Marruecos, Uganda, Somalia o Pakistán; donde parece que tan pocos merecen ser salvados.

Felices en sus cuevas deben estar los amigos seguidores de Harold Camping (pastor de esta iglesia) tras las noticias de Lorca y Costa Rica, viendo como se acerca inexorable el día prometido en que pasaran a ser la minoría sobreviviente.

Feliz estoy yo, que el 21 estaré contigo, celebrando años de cariños sincero y admiración vacía de envidia; cientos de coincidencias que han repetido nuestro sincronismo hasta el hartazgo y esa vida ilimitada en tiempos y espacios que ambos hemos elegido y soportado estoicamente, para una vez más, coincidir caminos y brindar por lo poco que logra seguir nuestros pasos: el sol y el aire respirado hondo para seguir viviendo.

Montevideo - Carta de Jack

Estimadísimo Ismael, estos meses que hemos estado lejos, su voz ha resonado en mi mente y porque no admitirlo, en mi corazón.

Nuestros diálogos en la cabaña, han enriquecido, talvéz, mi forma de ver y vivir la vida, aunque debo admitir que hay muchas cosas que no solo festejo como buenas, sino que además no estoy dispuesto a abandonar en esta, mi existencia temporal en la tierra.

De todas formas, esta carta no la motiva una revisión de formas de ver y vivir las relaciones interpersonales, aunque cuando no, de algo así se trata.

Por supuesto, de algo así, con fiesta incluida!!!...al estilo Jack.

Me atrevo a volver al contacto porque creo que esto, tiene un toque de ambos: algo de su buen ser y generosidad y seguro, un mucho de mi atrevimiento y loca visión del presente.

Días atrás conocí una damicela, cuando no, en apuros.
Sin prisas ni urgencias, pero enredada interiormente en temas que en cierta forma recortan su libertad de ser y sin duda, afectan la voluntad de los especímenes masculinos que se le acercan.

La niña, que ya ronda los 38 y medio (usted sabe cuánto pesan los meses en las proximidades del cambio de década), no esta en la busqueda de un hijo (clásico). No!! ya ha criado un varón sano, fuerte y tan idéntico como lejano a su padre.

Tampoco carga en su bolsa un amarillento vestido de novia en la búsqueda del príncipe azul que la lleve al altar y con el cual comerá perdices por toda la eternidad.
Si bien es solo una versión de esa armadura oxidada que casi todos llevamos encima, se muestra feliz de su soledad y aprovecha a festejar su libertad consecuentemente.

Ya sé lo que está pensando mi amigo Ismael… pero no, la nena no solo se mantiene, sino que ha progresado solita; así que el varón que traiga el plato de comida a la mesa, tan en desuso pero siempre ambicionado (en especial en algunas culturas trasandinas – aunque no por la comida) no forma parte de sus objetivos.

A la nena “le carga” que sus sobrinos la llamen “solterona” y no está dispuesta a que sus nietos sigan los pasos de los crueles malcriados gurises. Así que sí, se quiere casar, pero no quiere que eso dure, lo cual, como decía el Indio Solari “es una miel de la que no comen las hormigas”.
Por lo cual le resumo que en un par de años, con tiempo de producción suficiente y necesario, “tendremus bodams”.

Si, si, como lo escucha, en dos años, Jack, se casa!!

¿ Porqué dos años?, porque la nena, dentro de tanta cosa que bien ha pensado, espera llegar a sus 40 espléndida, flaca, con una larga melena que acaricie la cima de su cola y sobre todo, SOLTERA.
Pero pasado el evento y porque no, el día después - cosa que se ajustara y se acordara apropiadamente en instancias de preparación - pasaremos a la gran ceremonia.

Para resumirlo, una fiesta monumental de dos días.

El primero, responsabilidad e inversión mía, para la boda que celebraremos de común acuerdo en la playa, descalzos, vistiendo un pulcrísimo blanco (como los novios bien se han ganado) al igual que todos los invitados sin excepción. Todo sobre la arena de algún paraíso a definir, con danza, buena comida y SOLO champagne para brindar durante 48 horas.

¿Porque 48 horas? Porque el segundo día, obra y gracia de la novia, festejaremos nuestro pre-acordado y firmado divorcio, con toda o mas gala, tal cual se lo merece un evento de esta naturaleza.

Así que como lo ve, acostumbrado a los compromisos inusuales y tomando un mucho de sus decisiones generosas y caballerescas, salvaré a la dama de su apodo insostenible de SOLTERONA para toda la eternidad!!

Cuidada la debida separación de bienes, con casamiento y divorcio debidamente documentado y bajo la consigna de festejar un evento al menos por ahora único de forma voluptuosa como es de esperar, en nueva empresa me he enrolado.

y…..bueno, no tenemos resuelto el tema luna de miel, pero mientras sigo siendo yo, así que ya empezamos a practicar y durante estos dos años, veremos si es necesario extenderla luego de terminada la tan esperada festichola.

Vaya comprando ropita blanca, lo comprometo como padrino, sin aportes pero con inevitable participación, allá, en los finales del 2012. Por ahora, me encargo yo.

mayo 13, 2011

Montevideo - La Oscura Impronta

El otoño ha decidido llegar con sus hojas a rodear mi auto, poblando las orillas de las tan europeas calles Montevideanas, tras un laguísimo verano que aun mediando Mayo, se reúsa a abandonarnos.
La casa que nos abriga aquí,  es un reciclaje de excelente gusto, que un día hace 12 años, Nando encargo y Leo diseño con cariño.

Habitualmente somos tres, a veces cuatro cuando Gaby llega, por fortuna cada ve más seguido.
Nando, yo y Blacky, un Dogo Alemán tan negro y gigante como tierno, detrás de sus patotas y ladrido lleno de dientes.
Antenoche debía viajar y marché antes de probar una empanada gallega que Gaby inventaba en la antigua cocina a gas de cañería, adaptada de prepo a las modernas garrafas de 13 kg.

Salí resignado como tantas veces, a un viaje que no quería hacer y como nunca, algo me invadió tan fuerte antes de abordar, que rompiendo toda buena costumbre, huí de la terminal y volví a casa.

En mi rato de ausencia, la empanada había deleitado a mi amiga pareja, el alcohol excedido su cuota de compañía y un fuerte olor a gas inundaba la casa.

- ¿porqué tanto olor a gas? - pregunte.

Gaby aseguró haber apagado el artefacto y Nando esgrimió en un enredado español que las hornallas estaban perdiendo un poco del hediondo y venenoso combustible.
Aplicamos cierre a la válvula que conecta el armatoste con la garrafa y nos fuimos a la cama.

Ayer fue imprescindible calentar agua para el mate y repetimos la receta, cerramos la válvula,  con excepción del mate que empezada la tarde, Nando lo preparo para enfrentar sus pacientes vespertinos.
Cuatro horas después, mi dormitorio de la segunda planta que oficia de oficina preferida ya olía insoportable, a pesar tener ambas ventanas dejando entrar el aire primaveral.

Un intervalo obligado al trabajo coincidió con el pasaje de Nando por el living y nuestros ojos vestían la misma interrogante:

- ¿porqué tanto olor a gas?

La vieja estufa tiene una llave de paso individual para cada quemador del horno, el superior y el inferior, y Gaby solo había cerrado uno.
Imaginamos juntos lo que habría acontecido si hubiera quedado la noche anterior perdiendo gas,  con toda la cada cerrada.
En silencio volví a mi cuarto escritorio, entendiendo porque contra todo plan, había revocado mi viaje.

Se hizo la noche, y la inesperada noticia de dos terremotos en la lejana Murcia, obligó llamadas a hijos y amigos para saber si estaban bien. Tal vez frío como siempre tras haber chequeado las agencias noticiosas en la web, pero sorprendido sin remedio por algo tan inesperado como peligroso.
El mundo tiembla, la tierra avisa y también lo hace en el viejo continente.

Hoy desperté como me gusta, desperté cuando desperté.

Sin el repetitivo concierto de despertadores de Nando, sin los ladridos de Black a algún transeúnte furtivo con mala energía, sin la alarma innecesaria de algún coche en la vereda.
Para toda mi sorpresa, Nando nos estaba.
Se había levantado como "una gacela" (según le gusta decir) y su desodorante inundaba la casa en señal de huida.

Black no llego a buscarme a la salida del cuarto, ni de la ducha.
Termine de notar su aparente ausencia cuando baje a colgar las toallas y entonces comencé a buscarlo.
Estaba en un rincón no tan habitual.
Sus ojos me miraron diferente y su pecho temblaba provocando un inusual movimiento de sus patas delanteras.
Nunca me ladro como suele hacerlo en esa rara comunicación que tanto lo divierte.

Sentí la oscura impronta de la muerte una vez más, como la noche anterior con el gas, como con el terremoto inesperado;  y me arrodille frente a él.
No suelo acariciarlo, pero lo hice.
No suelo despedirme, pero sentí que tal vez no tendría otra oportunidad.

Salí a la calle de un otoño lleno de colores y un raro aroma a primavera hincho mi pecho y ventilo mis ojos húmedos.
Nando llegara tarde hoy, y yo espero que todo lo sentido solo sea fruto de esa enferma obsesión que ataco día a día.



EPíLOGO: Blacky estaba bien cuando volvi a la noche y sigue bien, la amenaza de la impronta reiterativa sigue latente en mi, pero estoy feliz de que hoy también somos tres en casa.

mayo 08, 2011

Río de Janeiro - Día de Furia

Allá por los 90, cuando Michael Douglas protagonizó aquella película sin pena ni gloria que estoy seguro muchos vivieron como muy propia, yo casi esperaba la llegada de un día así en mi vida. Ese día en que ya me hartara de la sucesión de eventos tan fortuitos como desafortunados y la intolerancia venciera mi resignación, para mandar al diablo al mundo.
Eran años en que la imagen que más me identificaba a mis propios ojos, era el personaje “mala suerte” de Los Picapiedras, caminando siempre con una exclusiva nube gris sobre su cabeza, propinándole el azote contínuo del destino.

Por suerte ya no son los 90.
Muchas de aquellas cosas han cambiado dentro de mi y unos días atrás, en la paradisíaca Río de Janeiro, tuve oportunidad, de confirmar con creces, que en algunas cosas, al menos en algunas cosas, he vencido a ese Ismael a veces oscuro, otras rojo y de tridente, que siempre acompaña mis días.
Sabia que no debía hacerlo, pero estaba tambíen convencido de que nada evitaría que lo hiciera.
Esto ha aplicado a tantas cosas en mi vida, que el resultado final esta total y tristemente confirmado.

Cuando haces algo que sabes no debes hacer, lo pagas y lo pagas caro.

Debía sentarme frente a un cliente que no merecía ni necesitaba mi visita, por al menos 30 minutos, allá en la lejana Macaé.
Lejana según lo confirmara esa misma mañana, cuando al pedir un taxi en la recepción, un atento botones me alerto de que no acunaba una buena idea.
- piensa ir en taxi a Macae?
- Sí – conteste, con un dejo de duda ante la mirada inquisidora del moreno.
- mmm, no se lo recomiendo, esta un poco lejos.
- ¿Como cuanto? - pregunté
- 200 kilometros….me dijo sin buscar ser exacto pero si siendo persuasivo.
Eran las 9 de la mañana, tenía reunión a las 10 y mi instinto desinformado me había jugado una mala pasada.
- le conviene ir a la rodoviaria y tomarse un bus. Salen continuamente para allá.

Tome el taxi, alerte al cliente por teléfono de mi confusión y quedamos en que para las 14hs, estaría con él.
El simple viaje a la rodoviaria fue suficientemente largo, aun con un experiente y anciano chofer al volante. Trate indirectamente de preguntar si el me llevaría hasta mi destino final, temiendo un costo tan loco como todos los de Brasil por estos días; pero el hombre, jamás se percato o talvez esquivo mi propuesta.

La rodoviaria de Río es como la mayoría de las estaciones de buses de las grandes ciudades. Llena de gente, no tan limpia y carentes de aire acondicionado.
Viajaba yo con mi buen traje azul, mi camisa a rayas y una brillante corbata roja que adoro ponerme y que genera una combinación fácil de malentender con mi maletín italiano de un blanco impecable, donde viaja mi computador.

Esperé la cola de 40 personas para llegar a la caja de los 1001 (empresa de ómnibus que realiza el tramo) hasta que conseguí pasaje para las 11.30AM.
Mi reloj marcaba las 10:12, así que busque aplicar esa técnica que me permite bajar los latidos del corazón, para hacer la espera menos sudorosa en uno de los pocos bancos disponibles, rodeado de gente que no iba a reuniones y niños inocentes a los que no impresionaba mi indumentaria.

Los buses salían cada 10 minutos y daban las 11.10 cuando ya intentaba subirme al primero que tuviera un lugar.Ninguno tenia espacio y ya había confirmado que serian 3,5 horas de viaje hasta la rodoviaria de aquella ciudad, que para entonces, ya tenia olor a petróleo para mi.

Volví a disculparme con el cliente por teléfono y combinar que para las 3PM, estimaba estar allí.
Macaé era un pueblo relajado, mi cliente era de Macaé:
- estaré toda la tarde en el hotel, tranquilo, llega cuando puedas….si quieres podemos dejarlo para mañana!
La sola idea de perder otro día mas se me hacia una locura, ya estaba en el baile, había dejado atrás momentos indeseables, había que seguir bailando.

Subí a mi bus de las 11:30 y un calor encerrado me abrazo, desconcertando la ansiada espera del fresco aire acondicionado que las gotas en mi espalda esperaban con indisumulada pasión.
Me senté y corrobore que las habituales salidas de AC, estaban bloqueadas, es mas, nunca habían sido horadadas en aquel moderno bus que debía acunar mi impaciencia por mas de tres horas.
Consulte a la voluminosa morena que acompaña mi asiento y ella respondió:
- no recuerdo si tienen aire – al tiempo que abría al máximo las ventanas, como el resto de los pasajeros.

Tome mi bolso blanco y baje a inquirir al chofer:
- ¿no tiene Aire acondicionado? Deje escapar con mi rostro sudoroso.
- No.

Subí al tercer piso de la rodoviaria nuevamente, para confirmar que la cola de pasajes acumulaba un centenar de personas.
- no puede devolver el pasaje, le servirá por un año en el mismo tramo y clase!! - Me informo con un aire de trabajo bien realizado personal de la compañía - Haga la cola y saque otro, pero aclare que quiere Aire, eh!!!.
Logre encontrar sin que valga la pena contar, otro mostrador que tenia solo 4 personas y tras soportar muy húmedo, el sermón de una cajera que me explicaba sus incapacidades de adivinar que yo pretendía, me dio un ticket para las 12:30, con aire acondicionado.
Me demostraron que yo era un perfecto demente; ¡como podía pretender que un viaje de casi 4 horas, a 35 grados centígrados, se hiciése con un bus con Aire!.

Por supuesto fui tan afortunado, que conseguí el último boleto para ese bus, el número 40, que quedaba (dijeran los españoles: “a dar por culo”) justo frente a la puerta del baño.
No creo necesario contar lo bien que pase esas 3 horas 36 minutos en el bendito bus, bien fresco por el aire que golpeaba mi nuca y bien desodorizado por el hedor tremendo de un baño brasilero.

Acomodé el nudo de mi corbata al llegar, deje que un atento taxista me llevara al Sheraton, dado que nunca pude convencerlo de que iba al Four Points y llegue para tener mi reunión del día, cuando ya rondaban las 4 de la tarde.

Los 20 minutos de charla, agua de por medio, fueron relajados y poco productivos.

Para las 16:40 ya buscaba entre burlas y miradas querendonas, que una cajera me vendiera un boleto de vuelta a Río, en un coche con Aire y si fuera posible, Internet.
Obviamente no fue posible y obviamente volví a conseguir el ultimo lugar en el bus de las 17.40.
Una hora de espera arrinconado entre un mar de gente, en una rodoviaria de pueblo, con olores a brasil, sin desayunar, almorzar ni merendar y realmente sin estomago para hacerlo.

La vuelta frente al baño fue vencida por la búsqueda de un sueño que me aislara de la realidad.
El motor rugía feroz justo detrás de mis riñones, el aire acondicionado que enfría todo el bus soplaba polar, a la altura de mi nuca, dejando pasar solamente el olor nauseabundo del inodoro químico.Pero solo el golpeteo de un chaparrón impresionante logro despertarme.

Hice como tantas veces ese viaje astral hacia fuera del ómnibus y regrese aterrorizado a mi asiento que se balanceaba de lado como columpio, en un bus dirigido por un pequeño individuo que dos metros mas abajo y allá, allá delante, luchaba contra la ruta brasileña, el tránsito, la lluvia implacable y la oscuridad de la noche.

Cuando bajé del autobús, con la inocente esperanza de “se acabo”, me di cuenta que mas pruebas estaban preparadas para mí aquel día.
Daban casi las 9 de la noche, llovía “a cantaros” y la cola del taxi se comió 45 minutos de mi tiempo en la espera de un vendito móvil que me llevara al hotel.

Cuando finalmente llego, subí, exalé 12 horas de frustración y me dispuse a descansar el viaje.

5 cuadras después, frenamos.
- ¡Sube rápido!! Dijo el chofer alarmado.
Frente a nosotros, una avenida de 4 vías, se había transformado en un arroyo y el agua dejaba parados ómnibus, motos, peatones y carros.
Hábil y atrevido, el hombre monto su coche nuevo sobre el boulevar del medio para ganar altura.

Allí pasaron las 5 siguientes horas.
Cinco hombres nos acompañaron subidos al asiento de una parada de bus, mojando sus pies y alli se quedaron cuando nosotros nos fuimos. Una enormidad de ómnibus y autos quedaron estacionados y en cada ventana, se veía la cara descolocada de los pasajeros viendo como el agua marrón y nauseabunda subía su nivel, hacía olas, arrastraba basura, cajones y hasta la casa de un perro que vino a dar detrás del taxi.
- hay que esperar que baje, no podemos meternos allí – me explicaba el chofer.
No era necesaria la explicación, solo en lancha podíamos pretender navegar aquel río que crecía minuto a minuto.

Dieron las 3 de la mañana para cuando la vejiga del taxista creció tanto que ocupo el espacio normal de su cerebro.
La lluvia había amainado un poco, la inundación no.
Puso marcha atrás, jugo la integridad de su auto y recorrió esquivando cadáveres de coches inundados los 200 metros que nos separaban de un lugar seco.
Bajo, corrió elécticamente de un lado a otro y me dijo:
- volveremos a la Rodoviaria.

Sin duda era muy hábil, a su paso, ómnibus, autos y hasta una ambulacia se fueron moviendo.
5 minutos después, estábamos en una estación de servicio, tomando café, entre varias docenas de taxistas que no habían querido aventurarse a las aguas.
Ya no importaba que la corbata no estuviera totalmente ajustada, el solo hecho de no estar de amarillo ya era suficiente distintivo para mi aquella noche en aquel lugar.

A las 5.30AM llegue al hotel, después de dos horas sentado en la estación, esperando que parara.
Me dio tiempo de dormir una hora hasta las 7, para estar listo en mi reunión de las 8AM de aquel martes que se presentaba a full.

Nunca me sentí “mala suerte”; no solo nunca me enojé, sino que además sonreí muchas veces. Agradecí el chofer hábil y responsable que había evitado que mi traje y mis zapatos se convirtieran en bañadores. Incluso bromeé con la morena que me vendió un preciado café mientras lavaba los pisos sucios de la estación, justo después de haber descargado tantas horas de espera en su fabuloso baño.
Distinguí al hombre que finalmente se atrevió a aventurarse a las 5AM hasta el hotel y felicite su grandeza por no robarme, aun cuando yo ya lo había aceptado.

Un día de furia, en el que agradecí no seguir siendo aquel que con rabia, miraba las andanzas de Michael en alguna lejana ciudad de Estados Unidos y quería imitarlas.

Punta del Este - Parar & Seguir

19 días atrás escribí mi última entrada.

De a ratos se me hace increíble, de a ratos insoportable.
Paso de la euforia a la desilusión, mientras mi cabeza sigue escribiendo cada día, esos detalles mínimos que estallan mi imaginación y mi lengua repite continuamente nuevas versiones de los primeros cinco renglones; sin lograr que mis dedos se decidan a ponerlo sobre el papel.

Esas cosas que no aprendemos a manejar.
Somos capaces de salirnos de la piel, mirarnos por todos los lados tratando de entendernos, navegar en el pegajoso pasado buscando las motivaciones que antes si nos ataban al teclado y terminamos repitiéndonos otra versión del comienzo que nunca llega a ser escrito.

Pasa en tantas cosas en la vida del hombre.
Me consuelo pensando que mi intolerante enjuiciamiento, es por una causa muy menor, aunque escribir cada vez signifique más en mi vida.

Por eso, sin saber si alguna vez paré de escribir, paré de sentir el profundo placer de reconocerme en mis letras, para seguir con algo, quiero parar de una vez ese algo desconocido que me tiene vacío y gris, para seguir, escribiendo