enero 05, 2013

Miami - Reencarnar en Magia

- Ya no me divierten estas reuniones de Nochebuena - me dijo mientras yo enfilaba el jeep a la casa de su Tío,  para que empezara los festejos clásicos del 24 de Diciembre.
- A mi tampoco - repliqué - ¡ inventemos algo nuevo para el próximo año !
- ¡Sale!
 
Como casi siempre, Michel había adivinado mis pensamientos y mi sentir; se había adelantado a declarar algo que yo no podía pedirle siquiera pensar y estábamos a la puerta de empezar a soñar como devolver  la magia a esa noche,  que hacia tanto había dejado de ser especial.
 
Ya hace cinco años que dejo de creer en Papá Noel, cinco largos años, ¡casi la mitad de su vida!
Cinco años desde que perdió la vigilia cómplice de  todos nosotros;  el buscar temeroso del  Señor Gordo vestido de Rojo;  la sorpresa encendida de encontrarse por "arte de magia" con el árbol repleto de regalos,  que algún Rudolph  verde sobre un Trineo tirado por Renos habría cargado hasta allí.
Y los sueños, los sueños de los días anteriores y las noches posteriores, los sueños, los sueños de niño llenos de magia.
 
Cuánto se pierde en el desengaño inevitable de un recreo escolar, en una charla con los primos mayores o el vecinito que despertaron a pellizcos de su niñez.

Con Papá Noel, se van Los Reyes Magos, al mismo rincón de la burla donde ya se amontonaban El Ratón Pérez y El Viejo de la Bolsa y donde infaliblemente algún día irán a parar los Gnomos, los Unicornios, las Hadas y hasta los extraterrestres. El rincón donde tantos entierran el Alma.
 
Cuánto se pierde de Magia en manos de la humanidad,  quedándonos solo con la ilusión inmortal del amor, aquella que aún no hemos podido destrozar a pedazos tras siglos de intentos.
Solo la magia del amor, que más sufrimos que disfrutamos, mientras aferrados a esa fé, la buscamos.
 
Reflexionen un segundo sobre eso.
Traten de recordar cómo se sentían la última navidad que "creyeron", o la última de sus hijos;  y que tan gris se volvió todo cuando supieron, cuando la mente primó, cuando los educaron, cuando la sociedad se impuso en un acto cruel que una vez pasado, todos aceptamos como cuando se nos cae la primera muela.
Es algo que ni yo ni un buen escritor pueden transmitirle, es como el ser padre, como el sentirse enamorado....es...eso que no tiene explicación, que solo se puede sentir.
 
¿Algo cambió allá afuera? ¡¡No!!
El ritual continúa, hasta seguimos siendo participes si hay niños menores en la familia que aún "creen" y porque creen "sueñan" y porque sueñan, "viven la magia".
El cambio es adentro.
Sin siquiera notarlo, las maripositas del vientre suben a terminar su ciclo  de forma equivocada en la cabeza, llevándose consigo un pedacito del corazón.
Desaparecen allí arriba, donde solo sabemos, donde nos volvemos expertos en la triste metamorfosis, desafortunada alquimia que transforma magia en problemas.

Los invito a usar su cabecita, la que soluciona problemas, para recordar que tan mal se siente ese momento y que tan bien se vive el ciclo virtuoso cuando tiempo después nos enamoramos y "la de arriba" ya no sirve para nada porque tenemos el cuerpo lleno de maripositas.

 
La magia solo se recupera muchos años después, cuando esos niños desengañados son padres.
¿Para qué? para volver a perderla cuando nuestros hijos se "enteren".
Entonces, esperaremos a ser Abuelos, para volver a vivirla.
 
Injusta cadena ¿no les parece?
Como toda esa injusta y cíclica necedad humana de tener que repetir continuamente las cosas. Nunca aceptamos la experiencia de nuestros antepasados y seguimos desde ese punto en adelante.
Siempre repetir, siempre vivir lo mismo en diferentes realidades.
Injusta cadena que nos tiene atrapados en esta etapa desde hace tanto tiempo y no nos permite evolucionar.
 
Toda nuestra vida esperando volver a ser niños - en nuestra piel o en la de quienes amamos - para que por un tiempo, podamos vivir la magia.
Vivirla  sin que tengamos que esforzarnos, sin tener ni idea,  ignorantes y desentrenados buscadores fracasados. Que nos llegue sola ya que no sabemos guardarla ni buscarla,  arrasándonos sin control; en la simple sonrisa de sorprendernos con lo desconocido.

¡Cuántos no han aprendido a vivirla de otra manera ni llegan a Padres y siguen el camino gris de la existencia humana!.

Es obvio que el niño pierde cuando deja de creer en Papá Noel, nadie lo duda.
Pero... ¿cuánto pierden los padres en ese mismo momento?
¿Cuánto los abuelos que difícilmente tendrán vida humana para reencarnar en la magia?
¿Cuánto?  el afortunado que llego a Bisabuelo, avivando con coraje la luz que le permitiera vivir algún día mas.

Cuando la magia se pierde, cuando más y más cosas son sabidas, cuando todo tiene respuesta y por ende es manejable, cuando no aprendemos a apartarnos de la parte dañina de la cultura que todo lo destruye, cuando no logramos encontrar la belleza en las cosas simples de la naturaleza y sorprendernos con ello, todos perdemos.

Ojala nos enseñaran solo lo suficiente para ampliar nuestros sueños.
No existe herramienta alguna que no viva desde siempre en nuestro ser;   poder alguno que no fluya latiendo dentro de nosotros desde que nacemos;  que nos pueda ayudar mejor a hacerlos realidad.
 
 


 

enero 04, 2013

Antigua - Cocinando Amor.

Nunca había presenciado tantas cacerolas fraguando al mismo tiempo una misma comida.

Iban y venían entre fuegos tibios y fuertes llamaradas.
De la cocina al fogón, del fogón a la mesa, de la mesa al living y hasta se les veía, por supuesto, pasearse por las alcobas de aquel hogar.
Cocinaban  generaciones y cada una agregaba su propio ingrediente, su toque imprescindible, su instante de cuidar.
Los nietos motivaban, colgándose del mandil de su "Nani" a las horas mas impropias para anunciar su apetito.
Los hijos cumplían con su logística y sus cuidados, para que cuanto pudiera imaginarse y un poco mas,  estuviese sazonándose en su punto exacto a cada momento.
El patriarca proveedor de lo material, como todo aquel que por acumulación de experiencia sabe manejar, moviendo los hilos secretos que nos vuelven a todos voluntariosas marionetas de la constante armonía.

Todos, sumando sonrisas que mutan en caricias, caricias que se humedecen en besos y besos que se aprietan en abrazos que exhalan las mas dulces palabras.
Ella, Dona Evita, con sus articulaciones agotadas y "rueditas en los pies", maneja con humildad lós pasos y los tiempos de cada cacerola, asegurando el constante devenir del alimento para el alma.


Porque eso se cocinaba en aquel hogar de la Antigua, en Guatemala.

Un proceso complejo, un arte personal, un resultado que solo persigue retomar el mismo proceso.
Un proceso sin fin donde cada ingrediente, cada cocimiento y cada plato servido,  busca mantener aquello que los hace felices siempre fresco, siempre delicioso, siempre difícil de igualar y por ende siempre interesante y necesario.
El proceso divino de cocinar amor.


En tiempos del fast food y la pizza express, esta familia que me abrigué este año nuevo, invierte su vida cocinando amor.

Una vida que extiende la cocina a cada rincón del hogar y más allá.
Una cocina que persigue a los nietos al colegio y al fútbol.
Que acompaña a los hijos en su devoción honesta al trabajo y la profundidad emotiva de sus vínculos.
Una cocina que abre sus paredes a propios y extraños, para cumplir aquello de "conquistar por el estómago", para lograr transmitir la esencia básica que los Mejía Martínez han descubierto para trascender.


Mucho mas que alimento, esencia que nutre el alma.
Es el protocolo de los científicos, la doctrina de las religiones, el "modus operandi" de la delincuencia, las reglas de la mafia o la rutina milenaria de un pueblo labrador.
Es el camino elegido para llegar mas allá.
Un camino hecho por todos y para todos y que si bien algunos dirigen, otros empujan y los más solo siguen esperando participar; regala la certeza de ser disfrutado, ofrece la oportunidad de ser replicado y  promete la alegría de ser heredado.

Por algunos días pude vivir la magia de descubrirlo.
Por algunos momentos hasta logre participar.
Ahora se ha enterrado en mi tan profundo que ya no concibo mis pies en otro camino.

Yo que no reconozco regla alguna.

Yo que he escapado a las doctrinas y los dictámenes mayoritarios. 
Yo que carezco de modus operandi o rutinas;  he sido seducido y conquistado.

Antes de llegar me creía generoso, ahora necesito reinventar el diccionario.
Antes de abrazarlos me creía cariñoso y demostrativo, ahora acepto mi disimulada mezquindad.
Antes de vivirlos me sentía un buen padre, ahora solo espero tener el tiempo necesario para aprender y enmendar.


Como las leyendas del "Principe Azul" que sin haber visto jamás toda damicela espera, una leyenda desconocida, soñada mas no esperada, idealizada sin fé precisa, se ha hecho realidad este inicio del 2013 para mí, marcando un camino de amor.


Prefacio: Con humilde agradecimiento y admiración a Doña Evita,  Don Donaldo y su Clan, que me han eseñado una nueva dimensión de FAMILIA, la cual sin conocer soñaba y sin fé, esperaba.