septiembre 13, 2010

Anecdotario – la basurita en el ojo – 1239 horas

Allá por el 2003 descubrí Vayma.

Al norte de Acapulco, en un paraje muy visitado por "la raza" de nombre Pie de la Cuesta, este paraíso de pocos metros cuadrados, con propietaria europea y calor de hogar, parece un “injerto” de rosas en cactus.

Han sido muchas las veces, siempre felices, siempre mágicas, que estuve allí.

Para esta oportunidad, éramos varios entre ellos, Annie y yo.
Esa petisa cordobesa que adoré como mi mejor amiga y añoraré por siempre, era la mejor compañera de viajes para cada uno de los que estábamos allí.
Erica ponía la cuota de mejor cuerpo y sexo acuariano y “la Linda” daba el gatazo (según ella)

La playa, que ha ido modernizándose en infraestructura, lucía por aquellos años, unos techitos amontonados y bien rústicos de palma, sostenida como habitación improvisada por cuatro palos verticales, desde donde colgaban dudosamente algunas hamacas de hilo.

Digno de México y porque no en especial de esa zona de Guerrero, los vendedores pasaban molestando en forma contínua, mezclados con caballos huesudos que ofrecían cabalgatas hacia un horizonte cada día mas maravilloso.

Erica y Linda habían salido a caminar hacia el Oeste y con Annie nos aprontábamos en los sillacos de plástico para charlar al calor del “solesito”.

Una “recostada” fatal a uno de los pilares de la palapa, seria mi pasaporte sorprendente a una de las más siniestras aventuras que haya vivido.

Los palos raídos, soltaban esa especie de aserrín muy fino, que logran los insectos al taladrarlos con el tiempo y un poco de eso, fue a parar a mi ojo derecho.
Nada grave, pero la cantidad y lo delgadísimo del polvillo, provocaba un escozor difícil de soportar, que llenó inmediatamente de lágrimas mis ojos y dobló mi abdomen, mientras pateaba arena en la búsqueda inútil de liberarme de la molestia con mis manos.

Fueron solo segundos, para que llegara un nuevo vendedor ambulante.

El individuo era uno de esos clásicos ancianos mexicanos, de los cuales se hace muy , muy difícil adivinar la edad.
Su cara tenia mas arrugas de las aceptables, sus ojos eran tan rojos y negros, que sus pupilas azules apenas se notaban y su piel había vivido muchos más años de los que yo tenía, a pleno sol.
Vestía algo que lo cubría, en tonalidades uniformes de quien sabe que color e iba obviamente descalzo, vendiendo pareos y otras yerbas.

Al acercarse, me miro como médico brujo y detrás de su sonrisa se podía ver el rosado de una boca que se abre poco y la ausencia total de dientes.
Me dijo:

- Yo se lo que le paso…y puedo ayudarlo.
En mi desesperación por liberar mi ojo, todo lo que les conté lo vi con el ojo sano, lleno de lagrimas,  y de alguna forma el rechazo natural que un vendedor me causaría en ese momento, se transformo en calma ante la visión de aquel abuelo, como el que nunca tuve.

Ana también hablaba, pero como dije, fueron segundos y el caballero de fina estampa, se ganó el protagonismo.

- aquí es muy normal, pasa siempre. Mi mamá me enseño como sacar esa basurita del ojo.

Me costaba realmente imaginar, qué de la naturaleza existiría cuando él fue niño.
Hasta la rústica palapa parecía demasiado moderna para ser construída antes de sus años mozos.

En unas décimas de segundo lo vi aproximarse, mientras seguía con su voz calma, y su semblante de chaman, convenciéndome de que podía manejar sin duda alguna la situación.

Pensé:

- claro, con una punta de los pareos que trae en la mano, me la puede sacar!!.

Había experimentado prácticas así, pero Annie y yo estábamos solo de malla y el hotel quedaba a minutos, no los molestos segundos que estaban pasando mientras buscaba solución.

- Tiene que confiar en mi, permítame que me acerque un momento y verá que ya no le molestara mas.

Confiado por aquella voz milenaria, de un abuelo entrenado por su mami, permití que se acercara mientras agachaba mi cara, para llegar a una altura en la cual el escuálido chamán pudiera verme el ojo.

En un instante difícil de medir, el hombre se volvió una cobra y con una velocidad y destreza poco imaginable, tomo mi cabeza en descenso con sus dos manos, sin soltar los cientos de pareos y pañuelos que traía y una sensación húmeda y tibia recorrió todo mi lóbulo derecho.

Sobresaltado, brinqué hacia atrás!!!

Que había pasado, no podía entenderlo.

Por algún momento de ese movimiento fugaz, pensé que me soplaría.

Mi ojo concentraba la molestia y la presión en el lado externo de la comisura, y la mirada se nublaba con una humedad diferente a la de mis lagrimales.
Cuando pude volver a distinguir la silueta delante de mí, el grito de NOOOO!! de Annie, se mezclaba con el anciano que confirmando la velocidad de su lengua me decía:

- no se asuste, no se enoje, no me vaya a pegar por favor, todavía no salió, todavía no salió.

La primera imagen que pude distinguir fue aquella boca desdentada, saboreando el polvillo rescatado de mi ojo, y con una mueca de cómo quien se saca la carne de entre los dientes, me decía:

- todavía esta ahí, todavía esta ahí, permítame por favor.

Había sentido la lengua de aquel hombre pasar por debajo de mi parpado superior e inferior en un movimiento circular exacto y mi confusión era casi imnótica.

Ana ya estaba a mi lado y yo, tratando de reaccionar, solo le balbuceaba:

- no no, ya esta, ya esta, muchas gracias!!

Aunque la presión y el dolor seguían allí.

Solo quería que se alejara, que me diera la opción de tomar control del siguiente segundo y así paso. Mirando de reojo hacia atrás, como quien teme que lo persigan para darle una golpiza, se fue diciendo:

- esta ahí, no salio todo, todavía esta ahí…

Al segundo siguiente estaba corriendo a la ducha de la playa para empaparme hasta el alma. El problema ya no era la basurita del ojo, sentía que necesitaba sumergirme en una bañera de antisépticos y empezaba a reírme a carcajadas al mismo ritmo que Ana lo hacia, una vez dejado de lado el estupor del momento.

La ducha, los dedos, el llanto de risa, terminó por sacar lo que quedaba del polvillo.

Incrédulos nos repetíamos lo acontecido, mientras aun se veía la silueta del anciano alejándose en el horizonte.

- Me ha chupado el ojo!!

El detalle de las sensaciones vividas, hacia que Ana explotara aun más en risas.

- Me ha chupado un ojo, por dios!!!

La risa y la incredulidad duraron hasta que Erica y Linda llegaron.
De no haber sido porque Ana estaba allí, jamás me habrían creído, y el jolgorio se multiplicó por cuatro, continuando un rato más.

Fue inevitable que las chicas esperaran un nuevo pasar del vendedor para corroborar nuestra descripción y no fue necesario refutar nada, porque al ver que no salía a propinarle una paliza, el muy gentil chaman se acerco y me pregunto:

- salio? Mire que lo puedo ayudar ehh.




5 comentarios:

  1. ¡Jajajajajajaja! Puedes dar gracias a que no le dijiste que tenías basurilla en la boca. Tus nietos van a disfrutar del repertorio de aventuras más grande jamás contado.

    Un abrazo

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  2. Me muero, la amabilidad del hombre y tu asqueado; no será facil pero debemos confiar en la gente,despues de todo no partimos todos los seres de la misma esencia? Sami.

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  3. Estimado Sr. Escritor, seguro usted sabe que la medicina mexicana es así, medicina mexicana sin más. Es por tanto sin lugar a dudas, como usted mismo lo experimentó en carne propia - bueno ojo propio -, medicina asentada en sólidas raíces, profundas...muy profundas visto está...que le dan una muy característica expresión cultural. Desde luego que el uso de la lengua medicamentosa es tan ancestral como la herbolaria y el chamanismo huichol, es por eso que debe tratarse con extrema precaución y utilizar en su manejo desinfectantes para el alma como el Tequila y el Aguardiente, para efectos de mantener en forma sus poderes curativos. Todo buen mexicano que se jacte de serlo, debe conocer las maravillas y milagros que yacen en la medicina ancestral del uso de la lengua (o dicho de otra forma, nada de que el beso francés ni que ocho cuartos!!!!).

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  4. JAJAJAJA!!! en verdad BUENAZO, gracias una vez mas, me haces reír mucho.
    arf.

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  5. Jajajaja! pobre de ti, igual el hombre lo hacia sin ninguna maldad, me rei mucho, hace un tiempito que no pasaba seguire leyendo los que me quedan.

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