PROLOGO: La realidad siempre supera a la fantasía.
La tarde
de verano no podía ser mejor.
Pensaban
salir temprano, el evento del año las esperaba, su dios las reuniría con
hermanos y hermanas bautistas en el Campamento Juvenil 2018, a solo un par de horas de viaje
¡Todos se
habian sumado entusiastas! Ocho serían
y la “Corsita” que Jessica consiguió rentada, encontraría la forma de acomodarlos, unos
sobre otros, ¡pero que importa!, ¡juntos al fin!, ¡que mejor!.
Cuando algo fuerte nos une, algo tan fuerte como la fé en el señor, siempre creemos
que nada es mejor que todos juntos.
Salieron
de San Carlos poco antes de las siete de la tarde; cargar todo y organizarse
para tratar de soportar el viaje de ocho en cuatro asientos los había demorado,
pero todos pensaban en “la multiplicación de los panes” y estaban seguros que
no solo llegarían, sino que olvidarían toda incomodidad al instante de abrazar
a su pastor.
Jessica
sonreía como siempre, con los labios y con los ojos; contagiaba esa alegría y esa fe que poco antes
de partir transmitió en su cambio de foto de perfil en Facebook, con el mensaje: “Tu amor NO es de esté
mundo“
La ruta estaba limpia, el sol de verano guiaría su rumbo todo el camino,
sin incomodar al menos al inicio. Los
comentarios de la partida empezaban lentamente a apagarse con los primeros kilómetros,
mientras siete jóvenes mujeres y Mauricio (¡cuando no! ¡bendito tu eres!!)
buscaban acomodar sus huesos y carnes que aún no sentían el peso del viaje.
Alessandra hablo en su portuñol gentil mientras Jessica miraba la ruta
desierta, una larga línea punteada y blanca demarcaba una recta que llenaba de
paz a quien le había tocado la fácil tarea (ese día en que todos iban apilados)
de conducirlos a la gloria.
Enfrente, allá lejos, solo otra camioneta, una pick up, asomaba su contorno tirando de una chata vacía.
Al mismo tiempo, Alfredo con sus ropas planchadas y sus adolescentes setenta
años, acicalaba su adorado Rolls Royce, que tantas millas y clase le había
regalado con su típico volante a la derecha, ¡carro ingles si los hay!, para
partir en un viaje corto hacia Piriapolis.
Igual que Jessica, se dirigía hacia el sol, que lentamente emprendía su
viaje al ocaso.
Jessica apretó un poco mas el acelerador, la ansiedad por llegar hervía
en la sangre y los corazones de esas ocho almas.
En un instante, un instante mas pequeño que un instante, la sonrisa de cuerpo
entero de “la Jeca” se apago al influjo de una pequeña explosión y el rasgar en
el aire de una espada blandida por un destino inexplicable.
¿Cuanto tiempo dura el cruce de dos autos en una ruta nacional, en medio
de una recta vacía?
¿Da ese tiempo acaso para que Jessica pueda ver los ojos de Carlos o su
gesto consternado al momento en que su Ford comienza a dar vueltas sin
explicación alguna?
En un instante, un instante mas pequeño que un instante, el neumático
delantero del Corsita no soporto la algarabía de aquellos ocho jóvenes que
marchaban convencidos en la busca de su señor.
Pudo ser un instante antes de que aquella solitaria Pick Up Ford Ranger se
cruzara con el Corsita. También pudo ser un instante después y en cualquier
caso, el amplio descanso de cesped de las rutas uruguayas habría abrigado la
vida de ocho almas asustadas, pero palpitantes.
Pudo ser el instante exacto en que aquella Ford Ranger se cruzara con el
Corsita, pero no lo fué y nunca sabremos si por bien o por mal.
Fue un instante, un instante mas pequeño que un instante, el que salvó a
Carlos y su acompañante en la Ford Ranger, aquella pick up que se contorsiono,
cuando en ese instante mas pequeño que un instante, el neumático del Corsita
exhaló su último suspiro y envió la sonrisa de Jessica directo a la chata adosada al pick up. Una
simple zorra vacía, una plancha horizontal de acero con dos ruedas, un artefacto
inanimado que requiere de la fuerza de otro para moverse vertiginosamente; igual que una espada requiere el pulso del
guerrero o un hacha el desdén de un verdugo.
Solo uno de los ocho, respiró unas horas mas hasta unirse con sus siete
compañeros de viaje.
En los ojos de Jessica, quedo el corte limpio, fácil, fugaz, que la zorra
infringió al parante del parabrisas antes de llegar a su cuello.
Los otros siete, posiblemente no llegaron a ver nada, solo pasaron de su camino
a la gloria, a la gloria misma; o al menos eso me gusta pensar a mi que falto
de fe, miro las luces de bomberos y policías amontonadas en la Ruta 9, cuando
recién llegado de Santiago de Chile y sin mas ganas que el amor por mi ahijada,
trataba de llegar a San Carlos para compartir nuestras interminables charlas.
“El pastor Gabriel Irigaray, referente de Beraca en Maldonado, dijo que
“hay cosas que no tienen explicación. Que llegan a nuestra vida y el cielo hace
silencio. Pero seguimos creyendo que Dios es fiel y que su voluntad excede
nuestra mente finita”.
Alfredo no supo nada de esto cuando su coche cruzó al carril contrario,
Jessica
nunca llego a la ruta 37 por donde aquel Rolls Royce remontaba galante la
“Zanja del Encanto”.
Pero Alexis y Manuel que volvían de trabajar a su Pan de
Azúcar, a “la ciudad de la luz” como burlonamente se ha comparado ese pueblo
con el Paris inmortal; debieron haberse encontrado con Jessica, Virginia,
Leticia, Alessandra, Vanesa , Mauricio, y otro cuerpo mutilado aún sin nombre y
todos, todos deben estarse mirando perplejos, tratando de explicarse porque
están allí, porque ya no están aquí, si solo se dirigían al fin, hacia la luz.
“Irigaray (que no tenia en su iglesia a Alexis y Manuel) remarcó que el
sábado (ayer) “partieron con el Señor ocho personas muy queridas por nosotros.
Sabemos que están en un lugar mejor y más felices que nosotros”,
Fue un instante, un instante mas pequeño que un instante, un instante
que llega muy a nuestro pesar, exactamente a su tiempo, ni un instante antes,
ni uno después.
EPILOGO: Por supuesto no trato de ofender a nadie, ni me aprovecho de la fatalidad de los demás. Estos dos accidentes, entre otros que ocurren a diario en todo el planeta, sucedieron ayer a pocos kilometros de mi y trate de ser objetivo al contarlos, citando fuentes de prensa.
La liviandad de la vida, la impotencia suprema, el pequeño miedo que me carcome al pensar que en cualquier momento puedo dejar a quienes amo, es lo que me lleva a escribir estas palabras.
RECIBIDO, COMPARTIDO E INMORTALIZADO
ResponderEliminarUn instante
Ciertos instantes parecen una vida entera, tamaña la energía que desprenden. En apenas unos segundos vives y revives hechos que llevaron mucho tiempo en ocurrir. Es así al sentir un perfume, oír una música, ver una foto, tocar un objeto o saborear algo que le dejó una señal, una marca en el tiempo, estableciendo un código que le permite revivir la emoción.
¡Emoción! Parece ser esta la gran llave para muchas puertas de colores, formas y tamaños diferentes. La llave que abre posibilidades y hace la conexión.