septiembre 16, 2010

Anecdotario – Infuenza Porcina – Parte 3 – 1533 horas

La semana que siguió a mi protagonismo como primer caso de fiebre porcina en Chile, fue un circo.

El Observador de Uruguay, me inventó un primo que dio declaraciones descabelladas sobre mí.
El País, copio y pego cada cita del Mercurio prolijamente.
Los noticieros de televisión empezaron a arder el lunes, eco de lo que se publicaba en la prensa trasandina.
Las radios, buscaban desesperadamente algún pariente con el poco habitual apellido Carlos y mi hermana Samanta era acosada por los medios, sin tener la menor idea de que estaba pasando.



La gente que me conoce en Latinoamérica propagaba la voz, tanto de la noticia como de mi “inocencia” o resultados negativos.
Todo quedo en la anécdota y las bromas de ida y vuelva.


El viernes que siguió a ese fin de semana hollywoodezco, se repitió el Karaoke en la casa de los nuevos amigos.

Llegue con el tapaboca, que aún guardo de recuerdo, bien puesto, a la espera de que me “agarrarran para andar”. Me lo merecía, el susto había sido tremendo.

Cuando me abrieron la puerta, trate de adelantarme diciendo: “miren como tengo que venir para que no me contagien ni una huevada de esas”!!!

Las crónicas del fin de semana anterior eran terroríficas.

Todos los asados se habían suspendido, muchos eran los familiares a los que se le haía negado la entrada a la casa de los supuestos infectados, varias fueron las siestas entre preguntas y llanto.

El dueño de casa había pasado todo el Sábado encerrado, estudiando los efectos y posibles curas de la peste y casi con lágrimas me contaba como su hija de 8 años se había acercado en medio de la conmoción y le había preguntado:
- papí, ¿es verdad que todos nos vamos a morir?

Lejos de la gracia que nos hacia ahora, el fin de semana habia sido un mar de dudas y temores.

Seguro mi poca familia había sido mal recordada y mi santa madre elevada a los tronos más promiscuos.

Ahora todo quedaba en bromas, la habitación del canto se habilitó, la canilla de bebidas espirituosas empezó a liberarnos su brebaje y cantamos otra vez, cachete con cachete, hasta el amanecer.

1 comentario:

  1. Me siento obligada a decir algo después de ávidamente leer la anecdótica entrada de la influenza porcina en tres entregas,en donde usted Estimado Sr. Escritor, fue víctima de todos los medios habidos y por haber. De parte de todos mis conacionales, en plenas fiestas bicentenarias, le deseamos se encuentre bien y enviamos los más calurosos saludos que dicen así: OINK OINK!!! Y sígale metiendo duro al karaoke cachete con cachete....

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