septiembre 15, 2010

Anecdotario – Influenza Porcina – Parte 1 – 1327 horas

Era viernes y el aeropuerto de Santiago me recibía una vez más a las 8:05, después de 10 días de vuelos entre Guatemala, El Salvador y México.

Mal dormido por el vuelo nocturno y aquejado de algo de resfrío, recibí con beneplácito la noticia de que esa noche, estábamos invitados a casa de unos amigos de “la Lolo”, a cantar Karaoke.

Mi grupo en Santiago era muy reducido y las noches de fiesta se ceñían al entorno de Pao; pero siempre era un hallazgo interesante encontrar nuevas caras.
Se trataba de una pareja de mediana edad, que nos recibirían en su casa, con sus varios hijos de entre 8 y 20 años.Ellos tenían pasión por el karaoke y en nuestras vidas, aún no crecía ese hobbie con la fuerza que luego tomo.

Una habitación especialmente acondicionada, encerrada para evitar el frío nocturno de fines de Abril, albergó una docena de personas, que al ritmo del alcohol, fueron cada vez más participativas.
Al final de la noche, dúos y tríos se sucedían, compartiéndo el único micrófono, cachete con cachete.

Buenas juntas las nuevas, nos despidieron tarde y bien “adobados”, con la promesa de repetir pronto.

El sábado amaneció tarde por el trasnoche y desenchufado como es habitual, especialmente en fin de semana.
Mientras aprontaba los enceres para preparar un asadito más en la terraza del departamento de Av.Las Condes, se me ocurrió checar correos.

Entrar a Internet era sufrir un bombardeo inusitado de noticias, de una noticia, de una sola primicia: ¡Alarma Mundial! ¡Se detecta virus de fiebre porcina en México que se propaga incontrolablemente!

La agresividad de la noticia provoco que el televisor siempre mudo se encendiera y la catástrofe parecía mas una invasión extraterrestre que una enfermedad.
Había un brote de fiebre porcina, una rara variación de la gripe o influenza convencional, que a la sombra de la gripe aviar que había diezmado Asia años atrás, se mostraba mas volátil y amenazadora.
Todos los aeropuertos del mundo empezaban a ser chequeados, en especial los vuelos que llegaban de México.

Yo había llegado la mañana anterior, y si bien no tenia fiebre ni me dolían los huesos, un leve estado gripal me incomodaba.
La duda fue inmediata, talvez como soy tan sano, a mi me da mas leve, pero en una de esas, traje el virus a Chile!! Yo jamás me enfermo, ni gripe, y ahora estaba algo moquiento.

Paso seguido, empecé a rastrear las noticias e hice una docena de llamadas a centros hospitalarios, en busca de entregarme a exámenes que me aseguraran que lo que yo tenia, no era la mortífera peste que empezaba a expandirse.

El descontrol y la falta de protocolos, sumado a que era fin de semana, hicieron que encontrar un interlocutor se volviera una pesadilla, pero mi responsabilidad era más fuerte que la burocracia y las ganas de hacer el asado.
Finalmente un doctor, me atendió en su celular desde el cual coordinaba acciones. Le comente mis antecedentes y disimulando calma, me pidió que lo esperara un segundo en línea, no sin antes asegurarse de tener todas mis coordenadas.
A travéz del micrófono mal tapado, se oía la voz despavorida del hombre comunicándose por radio:
- tengo uno, tengo uno!! Llego ayer de México y esta con estado gripal.

Volviendo a la calma aparente, me hablo muy profesionalmente y me dijo que me mantuviera cerca del teléfono, que en menos de media hora, el se comunicaría nuevamente conmigo.

La media hora se hizo una y yo arranque mi asado.

Cuando sonó el teléfono, me confirmaron que irían por mi.
Yo aclare:
- no se preocupe, yo tengo mi jeep abajo y puedo irme hasta el Hospital del Torax.
- No no, quédese allí, iremos por usted.

Estábamos ya terminando de comer cuando sonó el citófono y una voz consternada desde la portería me dijo:
- Sr.Carlos, hay una gente en Ambulancia que viene a buscarlo.
- Ok, bajo.
- No no, ellos suben, dicen que ellos suben.

Al abrir la puerta, confirme que la peste era lo mas similar a una invasión extraterrestre.
Dos individuos, cubiertos de un mameluco descartable celeste claro de pies a cabeza, con tapabocas y lentes de protección de acrílico, preguntaron sin traspasar la puerta:
- Usted es Ismael Carlos?
- Si señor.
Con la usual gentileza me acerque para darles la mano, pero los muchachos se hicieron hacia atrás:
- no no, póngase esto por favor.
Y me estiraron un uniforme similar al de ellos.
Pao, la Pitu y yo sonreíamos ante la situación.
- Usted por favor, no se mueva de su casa y haga una lista de todas las personas con quienes hayan convivido desde la llegada del señor. TODOS y si puede, llámelos para que no salgan de sus casas.

Puesto el uniforme, bajamos por los pasillos y desembocamos en la recepción, ante la mirada atónita de los porteros que se tapaban la nariz y la boca con sus manos.
Una camilla me esperaba.
- no voy a subirme en una camilla aquí! Puedo ir perfectamente caminando hasta la ambulancía.
- Ok, pero en la ambulancia tendrá que acostarse en ella, porque no hay otro lugar.
- Perfecto.
Los dos enfermeros me tomaban pulso y presión, mientras el chofer ultimaba detalles por la radio.
Yo me sentía en medio de una película, era mi primer viaje en ambulancia, con sirena y todo y por las ventanas de la puerta trasera, podía ver como dejábamos atrás cada árbol del camino.

continuara...

1 comentario:

  1. Esta historia continuará........ y todo se dará por encanto de una graciosa, divertida conversada con un deli capuchino con dulce de leche uruguayo y mas........
    arf.

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