octubre 24, 2010

Santiago de Chile – un extraño en la ciudad – 1238 horas

PROLOGO: Hace casi 10 años, Eric tomo partido por mi, ni tan declaradamente. El resto del mundo que conocía la historia se volcó con mi respeto y hasta agradecimiento hacia la otra parte (cualquiera sea, siempre vista como la mas débil).
Al gordo le costo su amistad de tantos años y hasta el “padrinazgo” de Michel.
Varios años debieron pasar para que las cosas pudieran verse como eran y a la distancia, pudiera recibir un poco de lo que siempre mereció.

Llegue a Santiago el 10 de Junio de 2006 y soy un completo extraño en la ciudad.

Generalmente no me expongo a estas realidades, pero el reto a la sincronicidad del universo es un aliciente constante para los desengaños.
Torpe certeza la de querer adivinar y hasta provocar aquello que solo el destino puede proveer.

Hoy los poquísimos amigos que tengo en Santiago están fuera de Chile y la locura de pretender una copa y una cena, ya que tenía que bajar a dejar las películas del “martes feliz” se ha vuelto cruda realidad.

Cuan tontamente se cierra uno a un circulo por tantos años y queda aislado de la sociedad, cuando sin merecerlo, el circulo toma partido innecesariamente.
Otro error cometido, otro mal paso, otra prueba de que tenemos mucho por aprender.

Un Carpaccio de Salmón y dos copas de vino tinto, fueron correcto consuelo para el desengaño.

Estar en Santiago hoy, es lo mismo que sentarse en un bar de Budapest, con la diferencia de que Budapest es mucho mas bonito y con seguridad la gente mas interesante, aunque ni siquiera le demos la oportunidad de demostrarlo.

Si bien debería estar acostumbrado a este abandono “post despedida” después de dos divorcios y “n” separaciones, sigo sin entenderlo.

¿Es que uno deja de ser uno? ¿Es que se siente desleal el que reconoce que vale la pena abrazarnos otra vez?

En demasía, se que es el tiempo el que pone final a este impáss incomodo y a veces inexplicable, pero ¿porque será que la gente necesita tanto tiempo para ver las cosas como son? O talvez más acertado ¿Por qué yo necesito tan poco tiempo?

En cualquier caso, la casita de la montaña me sigue mimando a pesar de los pesares y mañana despertare mucho mejor que los que hoy se niegan mi presencia.

1 comentario:

  1. El tiempo siempre es el encargado de poner las cosas en su lugar, y uno es el que no aprende a esperar.

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