agosto 21, 2010

Santiago de Chile – Bitácora de un hombre en paz – 0919 horas

El sol acaba de cruzar la línea del cerro donde esta enclavada mi cabaña y me rompe con placer los ojos sin dejarme ver lo que escribo. Pero que importa, solo por diez minutos podré vivir esta hermosa sensación desde el sofá de mi living, donde el olor a incienso se mezcla con los chasquidos de la leña ardiendo desde hace un rato en la Bosca.

Las voces de los pájaros que siempre llegan con los primeros rayos a vivir mi techo, se mezclan con “El Claro de Luna” conque Silvio me acompaña; y su poesía al decir “sueña y si lo he merecido, sueña mi felicidad” me trae a A L I T A y aquellos días en que nos conocimos.
Empezar el día con Trova suena a Domingo y el inevitable sabor dulce que nuestra cultura le ha dado a ese día.

Es viernes, de esos que algunos festejan, “San Viernes” para los que les gusta el carrete, la rumba, el antro; TGI Fridays para los que adoran el “Tree for All”, Viernes que pronto dejara de ser laborable en tantas culturas del ocio, Viernes, un día mas para mi, un fabuloso día mas para mi, que he aprendido a tomarlos todos por igual desde hace tanto tiempo.

A mis 18, cuando creaba mi primer empresa, la primera decisión indiscutible fué que trabajaría incansablemente, 18 horas al día, por lograr salir adelante, la segunda, que mi día libre seria el Lunes, solo por romper con el paradigma que se le asignaba a ese día infernal.

Inconscientemente revelado contra cualquier encasillamiento, tímidamente hace unos años, empezaba a forjar lo que hoy es mi vida: no medir mi día por el lugar que ocupa en la semana o la fecha en el mes y coleccionar relojes por el solo placer de combinarlos con mi ropa cuando una alhaja es necesaria.

Es mi segundo amanecer en mi refugio de los Andes, el de ayer, se fue fugaz, en el triste entusiasmo lleno de paz, de rearmar el ambiente.

Poner foto definitiva a los portarretratos huérfanos, completar el álbum desgarrado de nuestros recuerdos, buscar suplantar un par de lámparas que ya no iluminan mis días, cambiar cuadros y desvestir la cama.

Amanecer como siempre, cuando mis ojos se abren, sin mas sonidos que el río de montaña que baja a mis pies, con el agua del deshielo que me da de beber; y encontrarme con este cielo amplio y celeste, recortado por las cumbres blancas de Agosto y el verde de los cerros que casi puedo tocar, es otro de los logros que acaricia mis días.

El gris de mi llegada, desapareció en las palabras de una corta nota dejada sobre mi mesita de noche y el calor del sol de hoy, me recuerda indefectiblemente el “inocente engaño” que todavía compartimos con Michel, entre placer y broma y que todavía hace enojar a su madre y es desalentado fervientemente por Nando que ve en ello, un “pasar al acto” de mi narcisismo exagerado.
Un día, hace muchos años, cuando Michel aun creía indefectiblemente cada una de mis palabras, utilice la conspiración del universo para dejarle ver, que “el sol salía” cada vez que papá llegaba, de sus 20 días de ausencia.

Esa sincronicidad inevitable con la que siempre contamos de parte de la naturaleza, cuando se trata de hacer feliz a alguien tan puro e inocente como un niño, había permitido la coincidencia de mis llegadas, con el final de alguna tormenta, el inicio de algún veranillo o simplemente un día mas tibio de invierno.

Ese “inocente engaño” fue, por reiteración y complicidad, una “inocente certeza”, arte adivinatoria asociada a mis idas y vueltas, a mis presencias y mis ausencias.

Hoy, como quien se niega a dejar de creer en Papá Noel, los Reyes Magos o el Ratón Perez, lo mantenemos vivo, con una sonrisa y porque no, con alguna coincidencia que refuerza nuestra búsqueda de poder darle mas luz, mas calor, mas alegría y mas tiempo a cada momento compartido.

Porque como me pasa a mi esta bonita mañana de Invierno en Santiago, seguramente algunas personas que han vivido nuestra “inocente certeza”, deben mirar al cielo y pensar, será que hoy llega Ismael?

2 comentarios:

  1. Son estos escritos los que abierta, clara y sonoramente muestran tu vasta capacidad de encontrar la belleza de las cosas más sencillas, aún en los momentos más nostálgicos. No obstante, coincido ampliamente con tu amigo. Mira tú que se necesitan agallas para ser y escribir que se tiene el mal de Narciso. Cx

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  2. El texto tan rico amerita en esta ocasión que diga algo mas. Da gracias por la salida del sol así como por las dificultades y sufrimientos que han contribuido a hacer de ti la persona que eres hoy dia. Sensible.
    Cada uno elabora su propia paz y hay que tener la capacidad de saber apreciar la belleza que existe en el mundo. Ya no corro, ahora disfruto mucho con la gente que quiero con un café o una copa de vino, como tu de Silvio,incienso y leña
    Si, cuando llegues saldra el sol asi este gris y lluvioso.
    Yo

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