enero 25, 2011

Punta del Este - Dios...ayer - 0030 horas

Sus ojos me miraban con el brillo de siempre y todo su ser me escuchaba, me indagaba, me sentía, con seis sentidos.

Había un banco de madera despareja, carcomido por termitas bohemias de primera clase solo como decoración.
Había una mesa inventada y firme, que una vez había sido celosía, de alguna ventana de casona de clase; impecable sin ni una maderita fuera de lugar.
A mi me toco la mesa, con la celosía que me dejaba ver un piso rustico de madera, que impedía mi caída de un par de metros hasta el suelo.

Un viento fresco de tarde de verano, se empapaba en el aroma de los pinos marítimos y los eucaliptos que enredados en arena dejaban pasar la sal del mar.

Fuera, todo era armonía, por dentro, una mezcolanza oscura.
Muchos días de cerebro habían empozado desechos en el corazón y cada nueva gota, parecía remover la inmundicia generando peor hedor.

Me escuchaba y sonreía, emanando luz por cada poro, como si mi catarsis involuntaria fuera otra de mis buenas historias.
Preguntaba y se disculpaba, sin saber que yo iba liberándome de mis propios pensamientos al contestarle, de mis pensamientos y de tantas otras cosas que llenaban mi boca inesperadamente.

Al momento del resumen, volví a repetir ante mi sorprendida mirada, que estaba listo para morir.
- Siento que ya todo se hizo y que lo que queda es volver a hacer lo mismo….y ya no tengo ganas.
- Ya no quiero repetir nada.
- No porque todo haya salido perfecto.
- Tampoco porque haya sido de terror.
- Simplemente porque ya no quiero repetir y no me sale hacer cosas nuevas.

Siguió sonriendo e iluminándome con su mirada, por las siguientes dos horas.
Tomo una caja y me hizo tomar uno a uno, sendos frasquitos oscuros, al tiempo que un péndulo tan casero como seguramente especial, giraba en diferentes direcciones sobre mi rodilla.

- Recíbelo como mi regalo de cumpleaños - me dijo y no pude obviar recordar a otras personas especiales que han querido regalarme una mejor segunda mitad de mi vida.

Sonreí mientras escuchaba las instrucciones de cómo ingerir aquellas flores.
Antes de que huyera, puso en mis manos un DVD y me recomendó verlo.

- Los mejores maestros son los que jamás han hablado. Vive como los árboles, con raíces profundas y un tronco recto; canaliza toda la luz del sol hacia la tierra y oxigena tu alrededor para otros seres.
- Hoy me queda el sabor de no haberte podido ayudar lo suficiente, pero siento muy fuerte que nuestra relación ha crecido!

Sabido es que eso que asignamos a dios esta en todo.
Ayer, llegaba de dar una vuelta en bici y me esperaba, con sudadera húmeda, ojos y sonrisa brillantes, para iluminar mi día.

2 comentarios:

  1. Me encantó, perspectivas diferentes, uno grande uno chico, niño aún. Mientras sus ojos te sigan iluminando deja todo en manos de Dios, disfruta de su brillante y gran mirada.
    arf.

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  2. Que bello amarla así, quererla así...escritor!

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