enero 19, 2011

Un trío animal - Jack el Inescrupuloso

El horizonte de la mansión Mickelson se enjoyaba de oro crepuscular.
La alcancía de atardeceres de Jack se ganaba un sol más, lejos de casa.

Un ladrido tan potente como inesperado, hizo que Jack se volcara de cuclillas a toda velocidad, para encontrarse con una bestia totalmente negra, con cara de perro y cuerpo de ternero, mirándolo fijamente a la distancia en que los alientos se confunden.
Sin distraer su mirada de los ojos del can que lo observaba imnóticamente, pudo detectar una figura pequeña que se acercaba por detrás.

- Blacky, no hostigues a ese caballero

La figura se detuvo y el enorme perro giro toda su animalidad frente al controlado Jack, pegándole fuertemente con su cola al pasar.

- ¿Perdón? ¿Buenas noches, puedo ayudarla?
- Mi nombre es Anga, la Doctora Anga Priario y estoy en busca de Chester

La voz algo chillona de la pequeña dama volvió a cortar el encanto del atardecer.

- Jack, Jack Winwar doctora, Chester debe estar dentro, en alguna parte, si gusta la acompaño en su búsqueda.

Al ponerse de pie, el tamaño de la mujer se hacia mas minúsculo aún y el del perro confirmaba la visión inicial. Era una bestia desproporcionadamente grande y se movía en total armonía con su ama.

Jack camino y observo en silencio, dejando atrás los encantos de otro atardecer y dispuesto a desprenderse con la misma premura de las visitas en manos de su amigo.
La cena sobrevino y a la mesa serian tres, mas el muy cercano can, que no se separaba un segundo de la Dra. Priario.

Jack que gustaba de ser observador como ingrediente imprescindible de su siempre fluida crítica, se vió sorprendido por las grandes patas del animal y sus peculiarmente limadas uñas.

Blacky, como lo llamaban, era una especie de Gran Danés, con menos huesos a la vista y cabeza de Mastín Napolitano o Fila Brasileño.
Su tamaño en dos patas casi doblaba en altura a la distinguida dama; ambos (el perro y la dama) tenían el pelo azabache y parecían haber sincronizado su energía en cada movimiento.

El vino impuso un impass de relax al trío, que había recaído en más de una oportunidad hacia la critica de algunas costumbres no muy higiénicas del dueño de casa.
Esto jamás ofendía a Chester, auto reconocido y orgulloso cochino en algunas prácticas, lo cual agregaba bromas de Jack al respecto y repugnaba a la doctora sobremanera.
Así como Chester se enorgullecía de sus sandeces, Jack lo hacía del contenido sexual de sus pensamientos y algo le impedía dejar pasar el detalle de las uñas de Blacky, que denunciaba, para su mente perversa, una sincronización extendida de éste con su dueña.

La Dra.Priario era una flor de larga cosecha en el jardín de Chester, por lo cual dos cosas estaban claras: la fama de Jack ya había llegado a sus oídos y Jack sabia que a Chester no le molestarían sus futuros comentarios hacia la dama.

Aprovechando el asco flotante en el aire, que contrarrestaba todo el placer que una buena cena podía brindar; atentos a la presencia del perro a la mesa y a fin de ahorrar camino hacia su indagación, Jack eligió un viejo chiste de muy mal gusto para entrar en tema.

- Allá en la campiña de uno de esos tantos países que he conocido en la lejana Latinoamérica, se dice que los hombres de campo, acostumbran tener sexo con animales, algo así como Zoofilia se llama ¿verdad?

Chester confirmó el término y el lado derecho de su cara esbozo una sonrisa pícara que Jack entendió inmediatamente como un – adelante!.

- Parece que en sus días de zafra, en arrozales, yerra, trigo o monte, los hombres cortaban sus meses de “sequedad sexual” con algunos animalejos de granja disponibles.

Sin nauseas a la vista, la cara de la Dra.Priario se transformaba en un gesto petrificado que incluía dos ojos oscuros y muy profundos que no se separaban un segundo de los de Jack.

- A propósito de esos tiempos lejanos, donde el ser humano aun no gozaba de nuestro nivel de civilización y glamour, me viene a la mente uno de esos chistes clásicos de aquellas tierras!

- Vamos mi amigo, deléitanos! – azuzó Chester sin mirar ni por un segundo a la damisela.

- Estaban cuatro gauchos – así se llama esta gente por aquellas tierras, gaucho - una noche fría en un galpón, acompañando sus horas previas al sueño con Caña, cuando comenzaron a recordar experiencias y anécdotas, a fin de dar calor a otras partes de su cuerpo…

Jack busco utilizar palabras a la altura de los invitados a la mansión en el comienzo del chiste, ya que tenia muy claro que para la siguiente parte, no había sinónimos delicados que acompañaran el sentir del cuento.
Imitando un tono desconocido para la Srta.Priario, que aclaro era de uso habitual en aquellos casi neardentales zoofílicos, continuó el cuento con expresa crueldad:

- Gaucho 1 – Escushidiiiiiiiiisa la Oveja!! – expreso con gracia, al tiempo que las manos de Jack parecían tomar algo frente a él con fuerza y arrastrarlo hacia su ingle.

- Gaucho 2 – Perseguidoooooooora la chancha!! – cambio de voz, mientras acompañando el sentido Jack miraba hacia atrás quebrando la cintura hacia delante.

- Gaucho 3 – Calentiiiiiiiita la Yegua!! – expreso con una tercera voz altisonante, acompañando con un movimiento lateral de caderas y unos brazos en forma de jarro.

- Gaucho 4 – Seco el culo e perro!!!

Chester exploto en una carcajada que Jack acompaño con la misma sonrisa que traía durante el chiste, al tiempo que los ojos de la doctora parecían salirse de su órbita y su cuerpo inmóvil era incapaz de expresar todo lo que por dentro la procesión llevaba.
Black exploto en ladridos saliendo de debajo de la mesa, al influjo de las risotadas y la segura secreción de feromonas de odio que su ama era impotente de contener.

- Es un chiste muy cruel – dijo Jack sacudiendo la cabeza, mientras Chester se limpiaba las lágrimas.
- La verdad es que los detalles sobre las ovejas, chanchas y yeguas son muy interesantes, pero lo del perro, eso no se vale.
- Puedo asegurarle que los detalles no me interesan Sr.Winwar!!!
- Pero hay mucho de cultura en ello Dra.Priario, permítame iluminarla….
- Definitivamente no!! – dijo Anga Priario al tiempo que de un salto se ponía de pie y mirando con desdén a Chester que exageraba su indiferencia, le dijo:
- Te espero arriba!!

Chester no pudo menos que sorprenderse con la invitación; la Doctora jamás había subido a su alcoba en mucho tiempo de corteses atenciones y hoy, tras un cuento asqueroso y fuera de lugar de Jack, la dama contorneaba sus pocos kilos en la escalera.

- mmm, que fresco esta aquí arriba, que buen aire corre – dejo escapar la damisela desde el segundo piso.
- Espero no desilusionarla profundamente, pero ese es MI dormitorio - le dijo Jack conteniendo la risa – Siga subiendo, el aire mejora a cada paso!
- Hummm – dando media vuelta con el mentón muy en alto, la doctora Priario dejo sonar fuerte sus zapatos en el siguiente tramo de la escalera.

- Fue mucho? – pregunto Jack a su amigo con un guiño de ojo.

- No mi amigo, estuvo muy bien, nunca se me habría ocurrido esa táctica para llevarla por fin a mi cama!! Espero no me pida sexo animal!! O me termine limando las uñas a mi también.

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