enero 09, 2011

El calor de a bordo - Jack, El Inescrupuloso

Los viajes entre Europa y Latinoamérica se hacían repetitivos y a veces, hasta aburridos.
El vuelo de esa medianoche, lo llevaría de Barcelona a Montevideo, pasando por Buenos Aires, en una mala elección de Aerolíneas Argentinas.

Jack estaba desde las 10 PM en el aeropuerto, sin Sala Vip por la aerolínea que operaba y la espera se estaba haciendo un poco mas que incómoda.
Para completarlo, la sala estaba llena de Argentinos, de los no lindos de ver y vivir cansados a la noche, que o se iban huyendo de la vieja Europa que despedía de mala gana a los inmigrantes o habían gastado ya sus pocos euros ahorrados en un viaje a ver sus parientes ilegales.

Cuando ya la urgencia de alinearse a los empujones para pasar la puerta de embarque había alborotado a los dos centenas de indeseables pasajeros, ella pasó por frente a Jack.

Vestía pantalones de vestir bien planchados, reminiscentes de los Oxford abajo, bien ajustados a unas nalgas perfectas arriba.
Una blusa liviana y una pañoleta al tono que se enredaba en su delicado cuello, enmarcado en un pelo exageradamente rubio y exageradamente lacio.
No era una niña precisamente y su cara de loca develaba que sin duda era compatriota del resto de los pasajeros.
Pero tenía unos preciosos ojos grandes y negros.

Entre nerviosas idas y vueltas, solo de pasada reparo en Jack, que esperaba tranquilamente que el torbellino terminase, para pararse y disponerse a entrar a la manga.
Pero Jack la vio, todo el tiempo.

Mucho mas tarde que ella llegó a su asiento de pasillo en el 747. Viajaba en turista, por la misma razón que había tenido que esperar en la sala común y si bien su costumbre de no ir en ventanilla se había respetado, estaba en la línea del medio, dos hileras delante de los baños que se disponían al centro de la aeronave y la puerta de emergencia que estaba enfrente a estos.

Empezado el vuelo, y dispuesto a otra noche en vela, Jack fue atropellado en su hombro.
Cuando vió a su victimaria, entendió que desde la potencia hasta la necesidad del rose, habían sido intencionales.

Paso y volvió, y lo miro y siguió hacia atrás.

Cuando Jack volvió la cabeza, varios segundos después, ya que nunca fue de caballero girar inmediatamente a mirar una mujer y además, no era necesario, sabia exactamente lo que había para ver; ella estaba en la ventanilla, parada frente a su asiento, mirando insistentemente, unas 4 filas atrás del baño.

Hay muchas cosas que Jack no sabia, pero los aviones y los aeropuertos eran más su casa que las que tenían sus muebles y guardaban su ropa. Ahí, nadie podía descubrirle nada.
Había aprendido y aplicado también muchas veces, que las reacciones inmediatas, son de una efectividad incalculable.

Se paro, fue al baño y efectivamente cuando salio, ella estaba justo en frente, en la plataforma que dejaba libre la salida de emergencia.
- como te llamas?
- Romina.
- Jack, mucho gusto, le dijo, mientras la tomaba de la cintura y llevado por el mensaje inequívoco de sus ojos, la besaba como si estuvieran en su luna de miel.
El 747 tenía una hilera de tres asientos corridos a ambos lados contra el fuselaje y otra de 5 asientos al medio.
Ella estaba sentada en la ventanilla, el asiento del medio estaba libre y en el pasillo, viajaba un hombre grande y ancho, de apariencia mexicana.
Luego de varios besos de esos que se dan durante la adolescencia en el zaguán, el definió ir a sentarse con ella, ya que en su fila, no había lugar para ambos.
Ambos estaban embelezados y al mismo tiempo asombrados.
El “a mi nunca me había pasado algo así” era habitualmente un poco mentira, pero esa noche un mucho verdad.
La conexión había sido demasiado fuerte e inmediata, el atrevimiento de ambos casi profesional y preparado; y todo lo que siguió fue tan inconscientemente realizado, que ninguno de los dos podría dudar del otro.
Aún cuando ella hubiera sido una puta, que bien supo Jack luego que no lo era, y Jack hubiera resultado un Chippendale de alta gama, esa noche de avión habría sido difícil de explicar.

Tuvieron unas 9 horas de vuelo, tuvieron unas 9 horas de sexo en todos sus formatos y variaciones.
El pobre hombre que viajaba en el pasillo, tomo una posición "de coté", dándole la espalda a los amantes y mientras trataba de ignorar los gemidos, servia de pared para que los pasajeros de la fila de enfrente no pudieran ver muchos detalles.
Las veces que yo he viajado en avión durante la noche, miro el interior en penumbra, y no puedo imaginar como Jack y Romina, sintieron en algún momento, que nadie los estaba viendo!!
No hay una sola vez que no sonría al recordarlo.

Entre pequeñas presentaciones y poco detalladas historias de cada uno, los labios y la lengua dieron paso a las manos, que pronto empezaron a levantar y bajar ropa.
Muy rápido los dedos de ambos estaban húmedos, como el resto de sus cuerpos y sin poder pedir que subieran el aire acondicionado.

La cena les dio un respiro para mirarse con más detalle y charlar sobre cosas triviales.

Faltaban mas de 6 horas de viaje y ya se habían sudado más de 2, cuando sobrevino el sexo oral.
No solo Romina succionó maravillosamente el pene de Jack que sobresalía de su bragueta desarmada, sino que hasta Jack pudo pasear su lengua por el pubis de la porteña, que resulto una afamada ex bailarina, cosa que explicaba totalmente su cuerpo y su elasticidad.
El sueño de muchos, ayudo a que no todos notaran cuando pasaron al baño.

El tamaño del recinto no era problema, Romina podría haberlo hecho en una caja de zapatos; el problema era tener que ocupar una mano de cada uno en callar la boca del otro, evitando las correspondientes ganas de morderse que ambos se proferían.

El polvo en vuelo no calmo las hormonas.
Una vez en sus asientos, con el hombre gordo otra vez de espaldas intentando dormir, la función tomo el mismo color que después de la cena.

No hubo tiempo de dormir, ya no pudieron volver al baño porque repetir la acción, significaba no solo volver a molestar al pobre ser humano que debió sufrirlos todo el vuelo a escasos centímetros, sino también, exponerse claramente al resto de la gente que los rodeaba y era víctima – aunque mas remota (como 1 metro) – del fogoso encuentro.
Lo intentaron en el mismo asiento con la siempre bien afamada “cucharita”, pero los movimientos rítmicos imprescindibles, habrían sido un descaro mayúsculo. Pero lo intentaron.

Pasado el desayuno y ya con luz natural dentro de la cabina, sus rostros eran una poesía.
Dos adolescentes avejentados, que se habían tácitamente matado franeleando por 8 horas y se miraban como si se amaran profundamente, con ese tono de enamoramiento que solo las calenturas más soberbias pueden dar a una cara.

El debía seguir a Montevideo, pero la acompaño hasta migraciones en Buenos Aires.
Se despidieron como si se fueran a ver muy pronto, se prometieron lo prometible, mientras trataban infructuosamente arreglarse la ropa y quitarse el tremendo dolor abdominal fruto de la masacre vivida.
Ella paso a migraciones, el subió la escalera y espero su vuelo a Montevideo con una sonrisa incrédula.

Se volvieron a ver en Madrid muchos meses después, una sola vez.
Ella quería tenerlo para toda la vida, el estaba de paso y seguiría volando.
No hubo un beso y mucho menos sexo, esa fue la última vez que Jack vio la hermosa cola de Romina, alejarse con una nueva pañoleta volando al viento.

3 comentarios:

  1. Extremadamente sensual!!!

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  2. eres incrible , realmente increible, jajaaja
    me puedo imaginar toda la situcacion.
    besos

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  3. que manera de reir!!!!!!!!
    y de gozar, verdad?!
    no puedo evitar cada vez agradecerte el bellisimo descaro,
    cler

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