noviembre 15, 2010

Santiago de Chile – Viviendo un regalo – 0018 horas

- A ver nubecitas, se me corren por favor? – sonó la voz de mi invitada que montada en malla de baño, me miraba desde la reposera en mi terraza, como diciéndome:

- me haces el favor y me corres la nube!!!

El Sábado había sido largo para las 3 de la tarde y a esa altura, el síndrome del paraíso ya afectaba todos sus parámetros de vida.

Ha sido un fin de semana intenso.
Recibí a una pareja de amigos en mi cabaña y resulta difícil resumirles cada minuto vivido a fondo.
Es que HQEMS (hay que estar muy sano para los remolones que no leen todas entradas) para vivir mi vida.
O muy enfermo.

Llegaron tarde el viernes y pude entender porque tan pocas veces he sido recibido en un aeropuerto. Las esperas son desesperantes, en especial para un habitante como yo, que no solo no gusta de esperar, sino que además, demora la mitad que un ser normal en abandonar un vuelo.

La noche no dio más que para contener la sorpresa.
Las fotos vistas resultaron inútiles, los ojos eran grandes, los poros también; las bocas misturaban entre suspiros y palabras cortadas, algún silencio intermitente al tiempo que se perdían en un nuevo detalle del lugar.

Dos o tres, tal vez cuatro tragos, sirvieron para encontrar los momentos de éxtasis en la oscuridad del Santuario, mientras un asado apurado y unos tomates pelados, mataban el hambre que Pluna había propinado en el “larguísimo viaje” (dios se apiade de ellos) de dos horas desde Montevideo.

Un último rato “cuanto, cuanto” para disfrutar la media luz de las flores azules colgantes del dormitorio de visita y echar un vistazo a los 4 faroles encendidos que hacen de veladores a los lados de mi cama. 

El sueño se apodero de nosotros.

Los cuentos del desayuno sabatino dejaron entrever un inusitado pesar por haber mirado durante casi una hora, como evolucionaba el sol sobre la montaña de enfrente, sin poder volver a dormir, sin poder levantarse, sin poder siquiera tomar consciencia de que lo habitual, es que el brillo del sol moleste a esas horas de la madrugada (7am?)

- Lo peor mi amigo, es que mañana amanecerá igual... y pasado; y uno no puede acostarse y despertar sin pensar ¡ será que aguantare otro amanecer como el de hoy!, ¡ ¿es justo?!

Compartido con café, algún pan de pita abierto al medio con bondiola y queso crema, el mate que calentaba su agua para mas tarde y una fuente de fruta fresca cortada para evitar la fatiga mañanera, definimos que el Sábado sería “de entre casa” y el Domingo, visitaríamos la costa.


Camino de entrada a Casa
Hubo tiempo de bajar al mediodía a buscar mi neumático de repuesto, que la tarde anterior debí dejar a reparar de camino al aeropuerto, cuando inusitadamente, después de casi 8 meses sin roturas, uno de los “trepadores de la montaña”, entre muchas idas y vueltas, había solicitado maquillaje urgente.La subida por el “Camino al Cajón”, tan significativo como su propio nombre, regaló la posibilidad de pasar a visitar a Marta, una chilenita “redondita” que con vagancia de buena cocinera, moldea panes y empanadas en su horno de barro a medio camino de casa.

Marta sonríe, besa con excepción, abraza picarona la carne que se le regala con sincera simpatía (la mía poh), cada vez que paso por allí.
Tal vez para ella – y esto lo digo con toda humildad – se le vuelven realidad las telenovelas que ve en sus tardes, cuando entre tanto tiradero en el rancho de chapa que medio protege su trabajo, aparezco yo con mi sonrisa grande y boca dicharachera a buscar lo que han moldeado sus manos.
Cruce del Rio
Hacer la cola para entrar al Santuario (oficialmente el cerro de frente a casa) se vive con orgullo, sabiendo que no tenemos porque hacerlo, conociendo que con apretar el botón azul del control remoto, un portón sorpresivo se abrirá al costado del río y podremos trepar a un lugar aún mejor. 
Pero hoy esperamos.

Tenemos empanadas y las caras ya se desfiguraron disfrutando por primera vez de un Capel Ice, mezcla dulzona de 7 grados, con pisco y agua mineral mandarín.
El plan es conocer el santuario antes de volver a subir a casa.

Nada decepciona, el camino del otro lado del paraíso solo confirma lo excepcional de la cabaña. Miles de fotos se tiran, muchos mas comentarios se mezclan allí, entre los mortales que siempre veo de arriba, seguramente pensando en malas palabras sobre la figura que se regodea, liviana de ropas en la terraza.

- Mirá, allá estuvimos tomando mate hace un rato!!

La cabaña de cerca y de lejos...
El sendero nos lleva al valle donde el río que pasa a los pies de la casa, se abre en tres, para regalar espacios abiertos bien acondicionados a cientos de citadinos que vienen a refugiarse en la naturaleza este mediodía sabatino.
Un camino prohibido al acceso de autos, permite al jeep trepar los cerros en aventurera marcha, entre cactus gigantes y dedales de oro multicolores al influjo del sol de noviembre.

La referencia clara es siempre la misma:

- ¿donde está la cabaña? ¿de aquí se ve?

y la sorpresa también, retratándola desde cada curva, sola, omnipresente, afortunada, en la ladera de un cerro que inmenso, revela su inaccesibilidad y magia.


A los 15kmts de subida, una ladera límpia donde los desesperados motoqueros vienen a vivir su libertad en dos ruedas, sirve para el pic-nic. Disfrutar las empanadas de pino y las pocas botellas de Capel Ice que han sobrevivido la subida.
Postre sorpresa, los inefables “Mazapanchito”, invento chileno de alfajor de mazapan, relleno de dulce de leche y bañado de chocolate, que roza fuertemente lo pecaminoso.


Fotos aquí, fotos allá y el retorno se vuelve ansioso por llegar a la cabaña, a nuestra cabaña, que ya no es mía, que se han apropiado en ese devenir de cosas “anormales” que forman la vida de este extraño ser que conocen quizás, a medias.

Un late Harvest Ambosía calmó la falta de Capel Ice, tomado bien frappé al influjo del sol sobre nuestra ladera.

Cuando las caras ya estaban suficientemente extasiadas por las empanadas manoseadas magistralmente por Marta, el Pisco recién inaugurado, el Santuario recién conocido, los mazapancitos pecaminosos y el sol respirado con placer, me levante de la “cómoda” de madera rustica que viste la terraza y dije:

- necesito algo mas, me falta algo!!!

Las caras me miraron como diciendo:

- se ha vuelto loco!! Que le pasa a este pedazo de imbécil, que más puede pedir.

Me dirigí adentro en silencio y volví con mi puño cerrado a la cómoda que hacia de banca y que luego le ganaría un desafío de comodidad a la reposera como camastro mas adecuado.

Sus miradas insistían en conocer hacia donde había apuntado mi locura.
¿Que mas se podía necesitar o siquiera desear en aquel momento?
Lleve mi mano a la boca y practiqué esa cara de satisfacción demasiado natural que hasta quienes me desconocen, saben que es real.

- ¿que es? ¿ QUE ES? Yo quiero!!
- Nada, si yo estoy loco, ¿nada mas se puede pedir verdad? No es nada.

Al punto de ese llanto que nunca llegará a ser real, pero que no carece en nada de la desesperación pura de la ansiedad, los dos me urgieron revelar lo que traía en mis manos.

- cierren los ojos – les dije
- ¿que son? ¿Almendras?, pero no saben solo a almendras.
- Almendras ahumadas.
- Son fantásticas, quiero mas!
- No era que no se podía pedir nada mas…
- Es que….pero yo quiero mas…

Mi mano se abrió levemente y dejar caer 5 o 6 piezas en su mano.
Apuraba la primera cuando le dije:

- son mejores con el vino!
- Pero, es que…
- ¿Aprenderás a aceptar que sé lo que te digo? Bebe un sorbo de tu vino y remoja la almendra.
- Uhmmmm

Siguiendo el ritual aprendido, conteniendo el asombro y el placer de las pocas horas vividas, maldiciendo con palabras dulces el estar viviendo aquello y tener que volver a casa allá en la lejana Montevideo; de mi vida real a sus vidas reales, se descontroló de pronto sobre la reposera y dijo:

- A ver nubecitas, se me corren por favor? - y mirándome pareció decir- me haces el favor y me corres la nube!!!

Como si yo pudiera!.
Sabedor de que pasarían muy rápido, moví mi mano derecha como quien limpia una telaraña flotante y las nubes se abrieron, el sol volvió a “pelliscarlos” y yo sentí muy dentro de mi, que realmente, al contraponerla contra otras vidas, la mía, era por estos días, un hermoso regalo.



3 comentarios:

  1. No le conviene continuar con este tipo de descripciones, que tal que mucha gente comience a reservar fecha para visitarlo y confirmar que todo es real?

    PM

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  2. que alegria saberte disfrutando y siendo consciente de tanta belleza....son momentos para grabar a fuego, para cargar las baterias, para pasarles resaltados y no olvidar jamas.
    CDM

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  3. como siempre me encanta ver los paisajes q nos muestras en las fotos, indescutiblemente eso es un paraiso y tu tienes la suerte de estar en el.un beso.

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