noviembre 02, 2010

Punta del Este – La graciosa y recurrente historia del “gato” – 0940 horas

No hablaremos del dulce animalito que ronronea o araña, completando de una u otra forma el amplio espectro de nuestras humanas expectativas para con el sexo opuesto.
Hablamos del “Gato Hidraúlico”, la gata para algunos, el cricket? , bueno, el aparatejo siempre vilipendiado e insultado que nos toca buscar en las tristes situaciones en las cuales un neumático se pincha-poncha-rompe-revienta.

Una vez lo escuche como simple chiste, para reír y entretener, resaltando esas aristas de la naturaleza humana que ineludiblemente se nos hacen reconocibles a todos.
Pero para mí, fue un poco mas allá de lo gracioso y al igual que los cuatro “tesoros ajenos” que les cité en la serie anterior, lo utilizo como una “premisa de vida”.

Resulta también que lo doy por sabido y casi siempre termino por hacer el “cuentito” para que se entienda. Así que ante la duda, NO ME ABSTENGO y lo volveré a contar, para asegurarme, como los anteriores, que cuentan con ello.

Le pediré ayuda al amigo Jack, así quedamos en familia:

Era una de esas noches en las que el trabajo se extiende mas allá de lo que las esposas e hijos esperan. Las agujas estaban por alinearse apuntando al cielo y Jack recién dejaba el estudio.

Auto encendido, cinturón listo y una ruta conocida que lo llevaría a su casa.
Hoy podría arriesgarme y tomar el atajo…pensó.

- Este proyecto me trae a las corridas, la presión es enorme y los días se me están haciendo eternos, pero mi familia es prioridad y ya se hizo la medianoche.
Tomaré el atajo y llegare 15 minutos antes a casa, con suerte, encuentro a alguien con los ojos abiertos.

El atajo entre el estudio y su casa era un camino desierto, oscuro y sin señalización, que cruzaba esa periferia de la ciudad donde se emplazan los basureros públicos (lugares donde se tira y procesa toda la basura de la ciudad) y por supuesto, como en toda ciudad posterior al capitalismo, las “casas” de los “hurgadores”, aquellos que viven de la tercera o cuarta “revisión detallada” de lo que otros botan-tiran-desechan y que ya fue preseleccionada en los tachos de la ciudad primero y por los mismos recolectores después.

Pero era un atajo, o sea, un camino que lo llevaba más rápido de un punto a otro.
Como todos los atajos en la vida, un riesgo a tomar, que solo es capaz de medir, a veces, quien decide tomarlo.

Doblando la curva que marcaba la mitad del camino, el auto pincho.

Estaba oscuro, muy oscuro. La noche no era de las románticas de estrellas y luna llena, y si lo hubiera sido, se habría desperdiciado, pero al menos habría luz.
Jack escupió: - ¿porqué hoy!!? ¿Porqué a mi!!? Justo vengo a tomar este atajo a esta hora y con esta noche de miércoles…ahora ya no llegare a casa más temprano!!.

Bajo, miró el neumático arruinado y abrió el baúl.
Había neumático de repuesto, pero no pudo encontrar el gato hidraúlico.
Nunca había sido muy religioso, por lo cual el “rosario” que rezó en aquel momento carecía de palabras sagradas.

Se giro sobre si, mirando con un ojo si un ejercito de ladrones violentos, perros cimarrones y/o sabandijas comadrejas lo estaba rodeando y con el otro para ver si encontraba algún atisbo de ayuda a su alrededor.
Lejos, a unos 700 metros, dentro del campo, una pequeña luz brillaba detrás de lo que debía ser la ventana de una pequeña casa.

El humo de la quema de basura era denso y nauseabundo, pegajoso por momentos, psíquicamente venenoso, lo que agregaba a la noche una visión aun más espeluznante e indeseable.
Sin otro remedio, emprendió el viaje hacia la casa, maldiciendo el proyecto que lo traía preso, el momento de la decisión de tomar el atajo y la propia existencia del mismo, el responsable sin cara de que su gato no estuviera en su lugar y su maldita suerte que lo dejaba allí tirado, arruinando su esfuerzo de llegar a casa.
Sobre dios, pesaban todas esas maldiciones, y algunas extras solo equiparables a su teórica omnipresencia todopoderosa.

Al cruzar el primer “alambrado”, dejo parte de su pantalón y lo que sobrevivio, se empapó en barro al pisar el otro lado.
Los pastizales entre la ruta y la casa nunca habían sido cuidados, no porque lo viera, sino porque sus manos y su cuerpo completo se cubrieron de espinas, ramas, pastos y algún que otro insecto solo al empezar la travesía.

Sudaba, el humo de los basurales se le pegaba a la piel húmeda y a la ropa ya nauseabunda.

La luz se acercaba y sus maldiciones alcanzaban ya a los actores de su niñez, de su condena de mala suerte desde el mismo nacimiento, de sus reiteradas confirmaciones de que había nacido “cagado por un elefante” o por los perros como se decía, mismo que se confirmo una vez más al pisar bosta de quien sabe que animal que lógicamente, encontraba espacio en aquel lugar.


Próximo a la casa empezó a pensar en quien viviría allí.
¿Quién podría vivir en aquel lugar tan lúgubre?. Era de noche, tarde, oscura y en hora de quema, pero era difícil adivinar que pudiera ser diferente durante el día.
Seguro era una persona desagradable, como el ambiente que vivía y además, seguro esa persona no esperaba a nadie.

Era medianoche!! Golpearía la puerta y que? Lo sacarían a escopetazos? Peor aun, talvez una jauría de perros que se escuchaba ladrar detrás de la casa lo atacaría y talvez hasta seria la cena del dueño de casa.

Sin poder llegar a su hogar, con su familia, que lo esperaba para reclamarle por la hora, por no estar, por priorizar sus proyectos, lo que se justificaba con el bienestar de la casa y se lograba con el esfuerzo sobrehumano para soportar las presiones.
Pero lo recibirían mal, porque hoy llegara mas tarde y nadie podrá imaginar que esta en el medio del campo, harapiento, picado, embarrado, cagado, sudado con aroma de las basuras de toda su ciudad, cansado y enojado.
Seguro pensaran en el mejor de los casos que esta sobre su mesa de dibujo, inconsciente de la hora, indiferente a las necesidades de sus hijos y esposa o peor aun, talvez hasta piensen que esta de farra, por ahí, con algún amigote, mucho mas indiferente aún a lo que ellas sienten en el calor de la casa que el mismo les construyó.

¿Y sus necesidades? ¿Y sus sueños, y su imposibilidad de esperar por siempre estar empujando?

Pero si el hombre tenebroso que vivía en aquella cabaña tenebrosa lo recibía mal, tenía toda la razón.
¿Que hacia un desconocido, harapiento y maloliente a medianoche golpeando su puerta?

El seguro no sabia que había un auto pinchado en el atajo.
Que un arquitecto optó por ese atajo para llegar antes a su casa, para cumplir su sueño y el de su familia, ya en falta por ser medianoche.
Seguro se sorprendería, seguro tomaría la escopeta 12 de doble caño de atrás de la puerta y se la pondría en la nariz apenas abrir la puerta.

El solo necesitaba un pinche gato, y talvez aquel hombre que no parecía tener siquiera auto, desconocería lo que eso era … y su mujer, y sus hijos, y sus padres y su barrio de niño y dios, y dioooossss nunca creerían todo lo que le estaba pasando.

Tres golpes tímidos en la puerta.
Un anciano deja ver su cara afable al influjo de la tenue luz del interior
- en que le puedo servir caballero?

Sabe que!!, interrumpió Jack antes siquiera de escuchar al buscado salvador:

- METASE EL GATO EN EL CULO!!


Esto fué un chiste, si no le dio para reírse, le paso algo similar a lo que me paso a mi.

¿Cuántas veces, nuestra cabeza, nuestro pasado, nuestras presiones, nuestras vivencias y nuestra propia naturaleza nos enrosca dolorosamente en “una nube de pedos” que no existe allí afuera, y seguros de nuestra posición, juicios y definiciónes, maltratamos a los demás sin darles una oportunidad?

Los que escucharon el cuento antes desearan demandarme!!
Porque “así no se cuenta” (oh…así no se abanica negro de mierda!!; otro cuento que ya les contare).
Para esos, ahí va el cuento en idioma coloquial, para que ahora si se rían.

Para mi el significado es el mismo, es como decir que las playas de St.Maarten son espectaculares o contar una historia trivial sobre mis vanidades para mostrárselos.
Así soy yo, el de los caminos no tan fáciles y obvios.


Resulta que a un tipo se le pincha una rueda en la ruta. Abre el baúl y ve que no tiene gato (cricket, ese coso para levantar el coche y cambiar la rueda).
A lo lejos ve una casa y se dirige hacia allá para pedirle que le presten uno.
Cruza un pajonal y piensa “claro, pero se presenta un desconocido, que le pide un gato, le va a dar desconfianza…”;  atraviesa una charca, y mientras se empapa los zapatos sigue pensando “y encima tengo el auto lejos, también va a pensar que después que cambie la cubierta no me voy a hacer todo este camino de nuevo para devolverle el gato…”

Se enreda en una alambrada de púas y cada vez más nervioso: “y encima capaz que un tipo de mal carácter y me recibe con malos modos”, pisa bosta de vaca “y quien sabe si no tenga una escopeta y me saque corriendo a tiros”, atraviesa matas de plantas espinosas, lo pica una serpiente “egoísta de mierda, en este país nadie tiene un poco de solidaridad, estoy varado en esta ruta, sin gato y este tipo…” lo reciben (y muerden) los perros de la casa, arañado, mojado, picado, mordido, transpirado, con la ropa a jirones y oliendo a mierda de vaca, toca el timbre, sale un buen hombre que le dice “que desea mi amigo?” y el tipo le contesta “METETE EL GATO EN EL CULO!!!”

2 comentarios:

  1. Me rei muchisimo !! GRACIAS !! Me hiciste acordar a una gran amiga que ahora esta de viaje y la extraño mucho, ella siempre me trae este cuento como tantos otros a la mesa de mis enojos inmaduros.

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  2. no se qué es mas lindo, si el cuento o tus adornos!! (creo que tanto uno como otro!)))
    besote,
    cdm

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