enero 12, 2011

¿Hilo dental o asado con cuero? - Jack el Inescrupuloso

La casa de Chester Mickelson era el pivot habitual de los viajes de Jack por la Bretaña.
Gran amigo, conversador y contestatario, Chester era un bohemio llevado a la intelectualidad, que manejaba un ramillete de amigos de las mas surtidas y a veces, dudosas calañas.

Por esos días, Jack y Chester vagaban de flor en flor, en una de las tantas exuberancias primaverales de dos ya un poco maduros picaflores.
Chester había localizado una margarita de corta edad, que las hacia de aeromoza o al menos eran sus planes, en una pequeña aerolínea local y Jack llegaba como siempre con los ojos abiertos, las manos tibias y la lengua larga a la mansión Mickelson, para atender todo requerimiento que se presentara.

En aquel momento y desde hacia ya tiempo, Chester compartía uno de sus dormitorios con una room mate, de nombre Rostilacia. La chica era “un amigo”, no solo porque atestiguaba con total discreción los excesos de los dos caballeros y otras visitas aún mas promiscuas del lugar, sino porque era tan bonita como su nombre.
Inmirable la buena de Rostilacia, era tan buena gente, como fea.

Su cuerpo aunque flaco, muy flaco, parecía moldeado por un orfebre ciego y manco. Los pocos bultos estaban mal acomodados y la ropa que se empeñaba en lucir no mejoraba en nada su aspecto natural.
Para colmo, su cara triangular, con grandes ojos salientes, pequeñísima boca y larga nariz, estaba adornada tétricamente por una masa deforme de algo que podía ser cabello, pero mas se parecía a las esponjas de aluminio viejas que las mamas usaban para dejar brillantes las ollas.

Pero era buena gente la Rostilacia y muy intelectual.
Si no la mirabas, podías tener charlas de varios minutos con ella.

La historia dejaba entrever que alguna vez había tenido pretendiente, pero nunca se le había conocido uno, al menos en los últimos 25 años.
Tanto Jack como Chester, la respetaban totalmente (totalmente intocable) y sentían ese tipo de cariño que se siente habitualmente por los perritos desprotegidos en la calle, pero en la respetuosa versión humana.

La terraza que daba al fondo del dormitorio de Chester, tenia una muy descolorida hamaca, de las que te hacen sentir que estás en la playa mientras reposes al sol con los ojos cerrados y los oídos tapados.
Esa noche, como tantas de la primavera, talvez por ser el único lugar al aire libre de la casa o quizás por estar a unos pasos de la cama, fue el escenario de una charla remojada en cerveza.

Cuatro fueron los invitados a la partuza: Chester como locatario, su pronovia azafata, Jack como invitado de honor y si, adivinaron, Rostilacia como el invitado de piedra.
Jack habia masticado un caramelito la noche anterior, por lo cual su apetito estaba bastante saciado y no tenia planes para esa noche.
Chester y la azafata "calentaban el agua", dado que aun no habían tenido su encuentro cercano y Rostilacia, bueno, Rostilacia estaba en su casa.

La cerveza fluyó, la azafata resultaba cada vez más tonta aunque deleitaba la vista y Jack propuso los temas delicados y peligrosos que con cierto ánimo y nivel de sonrisa automática encima, acostumbraba plantear para caldear el ambiente.
Las varias preguntas sexuales se multiplicaron, con respuestas sagaces y provocativas por todos los bandos, cuando Rostilacia congelo el ambiente denunciando a gritos sus 3 años de sequedad sexual.

- 3 años!! Pregunto Jack, sin contener la risa que la cerveza excusaba.

Tomar en serio este tipo de afirmaciones, significaba mandar al diablo la fiesta y empezar con las condolencias y el llanto, por lo cual Jack animó aun mas el momento y obtuvo rápidamente la complicidad de Chester y su azafata, que en medio del asombro, reían y preguntaban mas profundamente sobre el asunto.
Entrar en detalles de que había pasado tres años atrás era algo morboso y preguntar cuanto tiempo antes había tenido otra experiencia, parecía perverso, así que Jack prefirió centrarse en el presente.

El Inescrupuloso era conocido por varias cosas: un mujeriego de clase, caballero y muy discreto; un excelente animador de fiestas; un culto interlocutor y flagrante humorista sarcástico y un excelente amigo, bueno de corazón y generoso de alma.

Pues todo eso se conjugo con las cervezas, la noche primaveral, la inactividad sexual de Rostilacia y se fundió en una expresión inesperada en los labios de Jack:

- Esta noche, yo te voy a hacer el favor y vamos a romper la racha!!!

Enunciado el reto, la azafata echo a reír como si de una broma se tratara, Chester palideció y se quedo mudo a sabiendas de que su amigo no hablaba en broma y Rostilacia se retorció en un – no no, estas loco vos!! Que ni ella se creía, mientras ya miraba diferente al visitante que tantas veces había llegado totalmente ausente por aquellas tierras.

La noche siguió un poco mas, Jack no ahondo en el tema pero la amenaza estaba echada y la promesa hecha; solo se preocupo de consumir el suficiente alcohol para agarrar valor y nublar un poco mas la vista.
La azafata seguía perfeccionando su idiotez y la noche de Chester se visualizaba sola, aburrida y sin ni un atisbo de sexo en el horizonte.

Cuando ya todo estuvo pronto, y Jack ya había alimentado sus pupilas lo suficiente con la pretendienta del amigo - obvio sin escucharla - se paró y le dijo a Rostilacia:
- Ok, vamos, te toca.
- No, tu estas loco, supongo que es broma verdad? Decía la damicela con un ínfimo convencimiento, solo para no parecer puta y marchar calladita a la pieza.
- Para nada, hoy romperemos tu hechizo, ya veras como tu vida cambia a partir de mañana.
Palabras más, palabras menos, Jack marchó con su espécimen a la habitación.
A la de ella, que Jack no conocía por dentro y que no contribuyó nada con las fantasías que el caballero necesitaba hacerse para encarar aquella empresa monumental.

Los muebles eran mínimos, el desorden máximo y contra una pared, había tirada una colchoneta de unos 5 cm de espesor, gastada y demasiado corta para ser cama.
Allí mismo, sin pensarlo demasiado y sin reparar en lo rápido que ella se sacaba la ropa, tiro a Rostilacia al camastro. Si lo iba a hacer, tenia que ser bastante rápido para no llegar a un estado de consciencia que le provocara vómitos o cosas similares.

Caballero como era, tampoco se trataba de una violación.
El se había dispuesto a despertar esa femineidad de la que Rostilacia carecía y su objetivo era que la niña saliera al mundo al otro día, con una nueva cara y una actitud que pudiera contrarrestar su apariencia.
Aprovecho los ojos que generalmente se cierran para sentir mejor, a fin de besarla sin tener que chocar contra su mirada de sapo. Una boca húmeda y deseosa, es mas o menos aceptable siempre, o al menos despierta curiosidad, por lo cual la primera etapa no se hacia demasiado pesada.

Sus manos ya tanteaban un poco mas abajo, tratando de identificar los bultos contra el mapa de una anatomía femenina normal que tenía bien grabado en su cabeza.
Pronto reconoció algo que podían ser sus pechos, en tamaño reducido y necesitados de mucho soplar. Se encamino allí con su boca bien entrenada.
Empezó por la derecha tratando de localizar algo duro, que posiblemente fuera el pezón y de pronto sintió un tirón.

No era su pierna, ni su cuello, ni su estomago lleno de cerveza, algo se había trancado entre su incisivo izquierdo y su incisivo lateral!!
Con todo cuidado evitando la alarma, alejo su cabeza de los pechos, pero el tirón se sostenía. A unos 12 o 15 centímetros libero su mandíbula y debió abrir los ojos.

Eran pelos, si señor, pelos.
De un largo extraordinario, poblaban el arco del pezón irregularmente y se enredaban en sus dientes chocando con su lengua.

Jack contuvo las nauseas y como solo él podía hacerlo en aquel momento pensó: esta bien, mejor así, esto completa una asquerosa historia de terror.
Rostilacia no había notado nada de aquel evento que si bien duro pocos segundos, significaron una repugnante eternidad para Jack.
Sus manos ya estaban haciendo de las suyas entre las piernas y la pobre mujer se desvanecía en sensaciones nuevas o talvez desconocidas, al menos con los dedos de otra persona.

Sin poder sacarse la imagen de la retina nuevamente cerrada, Jack continuó su labor casi sacerdotal, hasta el momento de la penetración.
Afortunadamente, todo contribuyo a que Rostilacia amontonara orgasmos muy rápidamente, por lo cual el sacrificio no fue mayor.

Nadie charlo al otro día de lo acontecido la noche previa.
Rostilacia se mudo unos meses después a la casa de su novio, un alto y atlético, inexplicablemente guapo ciudadano con el cual mantuvo una relación larga y sonriente de 3 años.
Hoy, se caso con un taponcito un poco menos mirable, pero igualmente sobresaliente como pareja de la roommate y esta esperando un bebe, que todos esperan se parezca mucho a los abuelos (aun cuando nadie los conoce).

Muchas fueron las veces que Jack retorno a la casa de Chester, muchas las que compartió charlas, comidas y bebidas con Rostilacia, con la misma inocencia que lo había hecho siempre.
Nunca hubo un comentario, jamás una mención, solo una sonrisa franca al momento del abrazo de saludo, que Jack siempre interpreto como un: Gracias, cambiaste mi vida.

3 comentarios:

  1. GUACALAAAAA!!! corazón y alma amplia la de Jack pero cero hígado.

    ResponderEliminar
  2. corazón de ángel, eso es generosidad pura!
    abrazo,
    cler

    ResponderEliminar
  3. Generosidad es la que tú y Gonza entregaban en India.
    Esto es solo una mezcla de Sexualidad desmedida, poder de adaptacion envidiable, capacidad de reconocer la necesidades de los demas y mucha voluntad de servicio.

    ResponderEliminar