febrero 07, 2011

Santiago de Chile - Un bendito soñador - 1231 horas

- ¡Un bendito soñador, eso es lo que eres!!!
- …y me encanta Jack, me encanta soñar y hacer realidad sueños.
- Yo también lo hago Ismael, en cada casa que diseño.
- Tu sueñas para otros Jack, diseñas para otros, buscas darle a otros lo que tu no tienes y talvez, no eres capaz de promover para ti.
- ¡Ya deja de sermonearme! Puedo hacer realidad cualquier sueño, igual que tú. Te reto a que sueñes algo, lo que sea, y veamos si no puedo hacerlo realidad.

El sabía tan bien como yo, que soñar era un ejercicio tan común para mi, como para él y que ni siquiera necesitamos de la noche y su embrujo, el cansancio físico o el arrullo del silencio para empezar nuestros viajes de búsqueda.

Las flores de Bach que llegaron a mis manos días atrás, me hacen aún más fácil la ensoñación y cada día me asombro, yo soñador, soñando mas de lo habitual. Enredado en imágenes tan reales como la vida misma;  como la vida que vuelve en otra forma para hablarnos de aquello que con el lenguaje natural, no logramos entender.

Acepté el desafío, cerré mis ojos y como paciente que se deja llevar en el relax del diván, comencé a relatar lo que todos mis sentidos reflejaban y el impacto que eso dejaba resbalar en mi corazón.


- Me han raptado con permiso y un pequeño automóvil me lleva mas allá de las nubes que provocan los humanos para dejar de respirar, un poco mas allá, hacia alguna parte que desconozco.
No entiendo que hago allí, la conocí unos minutos, unas horas o talvez solo unos días antes, pero no se nada de ella.
Ella, que maneja el oscuro auto que se abre paso en la maraña de un transito desconocido.
Tampoco me conoce, solo esta allí; se ha dejado arrastrar por un instinto mas fuerte y ha decidido que arriesgará su tiempo conmigo, quien sabe cuanto tiempo.

Le he dicho que llamaré a la policía, que acusaré entre risas a una mujer maluca que me ha raptado y me lleva mas allá de donde pueda volver.
Ella se ríe y comparte la idea:

- ¿será que tu debes llamar o será que debo llamar yo? ¿ quién es la víctima aquí? ¿tú porque yo manejo o yo porque no sé que hago manejando?

Me mira, la miro, no se si me ve, yo no logro verla.
No se como luce, no se como es, solo veo dos ojos claros y brillantes que dejan salir un alma grande, desconfiada y temerosa, talvéz hasta avergonzada;  un alma sin la frescura de la juventud pero llena de la búsqueda de paz de la madurez.

El tránsito se para y ella me advierte:

- Esta es tu última oportunidad de denunciarme a la policía!

Un puesto a la derecha, controlaba el pasaje del tránsito.
La miro y sonrio, ella entiende que también es la última para ella y apreta el acelerador.

No habia notado que era de noche, pero lo es y mucho. Pregunto a donde vamos y me dice un nombre extraño que no logro identificar.

- ¿Alguien nos espera allí?
- Lo dudo, no pensaba ir y no conozco nadie allí.
- Que hacemos aquí entonces, dos desconocidos de la mano – acababa de notar que ella tenía su mano en mi pierna, enlazada con mis dedos en desidia a la palanca de cambios – yendo a un lugar que no conocemos sin que nadie nos espere.
- No tengo la menor idea - asegura con cejas y hombros elevados.

De alguna forma esta nueva vida que se ha abierto este nuevo año, vacío de previsiones y expectativas, vacío de orden y control, lleno de intuitiva inocencia, se plasma de la forma más voraz en un viaje desconocido, con alguien desconocido, hacia un cercano futuro desconocido.

Acabamos de entrar en una calle que corona una curva y se abre paso entre casas pequeñas extrañamente ordenadas. Un aire oceánico entra por las ventanas que de alguna forma se abrieron y siento como si llegara a alguna playa del litoral Atlántico de mi Uruguay, pero no es Uruguay. Lo rústico es diferente aquí.

- Debemos buscar un lugar donde dormir.
- ¿Perdón? ¿Estamos llegando a las dos de la mañana a un lugar desconocido y no tenemos previsto ni donde dormir?
- Así es.

Su voz trae expresiones implacables en un tono tan armonioso, que logra que mi preocupación torne en risa y mi cara busque más aire para entender que la locura esta completa.


De alguna forma estamos ahora en la misma cama de alguna posada perdida al final de un camino de tierra, oscuro y romántico, exento de todo miedo, al que llegamos no se como.
Ella se mantiene vestida, pero me deja compartir la única cama, a su lado.
Su mirada se entremezcla entre fuertes advertencias desconfiadas y la sorpresa apasionada de estar allí, conmigo, un desconocido, un extraño, a punto de dormir.


Se hace de día y la playa se abre jubilosa frente a nosotros, un olor a frutos sedientos de alcohol endulza el aire y el verde invade cada cerro alrededor. El agua es clara y tibia, y se rompe en rítmico oleaje contra abundante arena dorada.
Cuando veo brillar la espuma a mis pies, me acuerdo de Zapallar y las pepitas de oro que adornan su costa.
Pero no es Zapallar y aunque seguramente no sea oro, brilla, brilla más.

- ¿Caminemos?
- Adoro caminar – le dije y salimos de la mano a encontrarnos con el cercano final de la bahía.

Su mano parece diseñada para la mía. Cada milímetro de piel se toca como si fuéramos parte del mismo cuerpo. Ahora recuerdo nuestro abrazo de  la noche, nuestro respirar agitado, nuestros labios cruzados tan suave que no llegaban a ser beso.
Vuelvo a la playa, mucha gente a llegado de repente y una sensación vieja vuelve a mi.

- heme aquí, de la mano de mi otra mitad, en medio de lo desconocido, paseando entre arena, sol y agua, en paz, con la mirada alta y la enorme dicha de sentirnos únicos. Dueños de cada nuevo paso que nuestras piernas acompasan al andar.

Ella lleva un sombrero extraño y unos lentes oscuros que no pueden evitar que vea sus ojos. Descubro su nariz pequeña, sus labios extraños que me recuerdan a Jessica Biel y unos dientes más perfectos de los que podría pintar, adornando una sonrisa que me dice:

- sonrío por ti, porque estas aquí, porque aquí estamos, desconcertantemente juntos.

El fin de la playa me sorprende.
La arena clara se corta con agua y más allá, mas arena, me deja ver otra playa atestada, otra bahía y mas gente.
Estoy parpadeando para poder descifrar.

- es un río – me dice . Aquí todas las playas terminan en un río, y todos los ríos nacen de alguna cascada que se esconde allá atrás en esas colinas.

Levanto los ojos y las veo, tropicalmente verdes y pobladas.
La idea de la cascada me devuelve fugazmente a mi cabaña y me deja soñarla descubriéndose entre tanta exuberancia natural.
Miro adelante y efectivamente allí esta, una corriente calma, casi inmóvil, de un color ocre transparente que cual hilo de miel se arrastra entre los medanos y se deja ir entre las olas del mar.

Con su mano aunada a la mía, me lleva a cruzar.
El fondo es de arena y lo desconozco de mis recuerdos de arroyo allá en la lejana San Carlos.
El agua es mucho mas fría y noto como su piel se puebla del mismo erizar que mis labios provocaban la noche anterior en su cuello.

Ya del otro lado, con una nueva bahía delante, no puedo evitar interrumpir su paso y volver a besarla.

Hasta allí, solo algunos flashes me recordaban la noche anterior.
Desde allí, ya no podría olvidaría jamás.

Su sonrisa se mezcla con los labios en deseosa espera de los míos, entreabiertos, amenazantes, temerosos también, a la distancia en la que todo puede pasar y que no pase, parece ser aun más pasional.
Sus ojos miran los míos, los míos sus labios y los suyos, midiendo el aliento que calma el agua del río que aun no se va.

Es tiempo de volver.
Sin plan caminamos nuestros pasos de vuelta al agua fría, que seguramente cambiaria de tono a nuestra entrada.
En lugar de cruzar, hacemos camino por la mitad.
Camina frente a mí, deja que la mantenga a flote con mi brazo en su cintura.
Yo juego entre el equilibrio con el fondo desconocido y sus piernas recogidas para dejarse llevar.
Su nuca me deja pasar a su oreja, y de allí a la mejilla, mientras mi otra mano se encarga de su mentón para ayudarme a llegar, allí, a los labios que opacaran todo el frío del agua que nos cubre hasta el cuello.

Lentamente comienzo a girar, el agua me cuida y evita que caiga.
Mis ojos están cerrados, mi brazo derecho aprieta fuerte y seguro su vientre contra mi, mi mano izquierda pasea de su mentón a su pelo y mis labios se limitan a respirar su aire.
Giramos a ciegas en medio de mucha gente, talvez, pero sin sentido real de donde estamos.

En un movimiento tan natural que parece inevitable, cuando el agua amaina y descubre mi pecho, dejo caer su espalda sobre mi brazo derecho y tomo sus piernas con el izquierdo…, y allá vamos.
Ciegos, ensimismados, embobados en la dulzura de lo incomprensible, besándonos hacia el final del río, saliendo al mar.

El agua caliente del océano empieza a pegarnos por debajo, una danza de corrientes paralela a la nuestra nos rodea y sorprende nuestros giros con la tibieza salada del mar y la fría inmobilidad del rio que se va.
Las olas no logran distraer nuestro girar, el gusto salado del mar se mezcla en nuestros labios y ni sus lentes ni su gorra logran evitar que la vea.

Verla, es como verme, ella no entiende, solo siente y se deja llevar.

Sus piernas abrazan ahora mi cintura y acercan nuestro sexo.
Ella se deja caer sobre el agua, yo la sostengo.
Mis pies danzan sin cesar una magia recién aprendida.
La arena ya esta mas cerca y siento su cuerpo sobre mis rodillas, tratando de que aunque el piso cambie de altura, el nivel agua continúe en su lugar, arrullando nuestros cuerpos, guardando nuestra intimidad.

Un dejo de realidad me advierte que la costa ya esta lejos.
La corriente del río entrando al mar nos ha llevado más allá de donde pensábamos estar, entonces volvemos a la tierra, a la playa, a la gente.
Con sus manos en las mías otra vez y su cabeza reposando en mi hombro al caminar, siento que toda la playa nos mira pasar. Siento que todos nos vieron salir por aquel río como barcaza que se deja llevar hasta el mar.

Otra vez, nos siento únicos.



- ¿y como está? ¿está fuerte? decíme!!, ¿tiene linda cola, pechos, rellenita o muy flaca?

La voz insistente de Jack me trajo de nuevo a la terraza, a la copa de vino, al río de la montaña que ya sonaba mas a mar, al verde recatado de mi cerro y a la soledad.

- Yo que sé!! ¿Qué haces? ¿Qué me preguntas? Como me sacas de allí!!!
- Pucha Ismael, es que deberás aceptar que esa es una historia típica mía, una mas de Jack el Inescrupuloso!
- ¿Estas loco? Como se te ocurre!
- A no, seguro….playa, una chica bonita, una historia singular, romántica y pasional. No dirás que no es digna de mi!
- No tiene nada que ver Jack, nada que ver con tus aventuras inescrupulosas.
- ¿No? ¿Y en que se diferencian?
- En el final Jack, se diferencia en el final.
- ¿Cual final?

- Que yo termino genuina y dichosamente enamorado, una vez más.

7 comentarios:

  1. que así sea!

    (mas que segura que así será,)
    cler

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  2. jajaja linda y romantica historia, y el final seguramente es y será así.
    besos

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  3. Solo quería compartir contigo que las últimas publicaciones que has hecho me han parecido mas cercanas, muy transparentes, profundas y abiertas de tu parte.
    Claramente tienes un don para escribir.
    Eres muy soñador y eso se agradece hoy en día, ya que es raro encontrar personas que se den el tiempo de soñar.......y aún mas, registrar sus sueños.....estamos en un mundo que va demasiado rápido, tratando de llenarnos de cosas materiales y seguridad para el futuro, pero no nos preocupamos de lo mas importante que es vivir el presente.
    MR

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  4. Como lo diria usted, bello...., bello....!

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  5. Happy - might be the woman who besides enjoying the reading could also feel each and every special moment of this passage exquisitely described by you...!

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  6. Imposible no volver a sentir exactamente eso, tal y cual lo describes cuando tu sueño fue mi realidad y sé que eso existe y tengo la capacidad de sentirlo así, no en un sueño, en mi vida real.
    Sólo que mi final, coincide con el de tu amigo Jack, no termina enamorado.
    Hermosa descripción y ojalá puedas hacerla realidad algún día.
    Con el corazón
    EBG

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