febrero 16, 2011

Santiago de Chile - Vieja amiga soledad - 1200 horas

PROLOGO: Corría el año 1988 y mi sexto de Arquitectura tenía 8 alumnos en lista y 6 de presencia habitual. Un grupo de soñadores de pueblo chico que esperaban cambiar el habitat del mundo.
A algún caprichoso catedrático se le antojo que Literatura, fuera una de las materias de la currícula, algo que ni siquiera nuestro siniestro profesor Tomas Guadalupe alcanzaba a entender.
El hombre, que encerraba un misterio especial y al cual por mi hermana le conocía alguna historia, tuvo la genial idea de una vez terminado nuestro análisis de “El Viejo y el Mar” de Hemingway, transformar la clase en un Taller Literario, invitándonos a crear nuestros propios cuentos, para luego trabajar sobre ellos.
A la siguiente clase fueron 6 los cuentos presentados, 5 los analizamos en la primera media hora como quien trata de exprimir una roca, el sexto, lo abandonamos después de la quinta semana, por no llegar a un consenso de lo que el autor había querido expresar, desde el primer párrafo.


El mes pasado la ví venir, empecé a sentirla en la piel, incluso comenzaba a impregnar mis noches de leves desvaríos. Pensé: debo quedarme y enfrentarla, pero una mañana volví a huir. Un ticket fácil de sacar me llevo a Uruguay, a los brazos amigos, a los cariños sinceros y escapé, escapé una vez mas, mirando de reojo para asegurarme que la distancia fuera lo suficientemente salvadora.

El domingo, cuando deje a Angel y Raquel en el aeropuerto, mis planes se llenaban de sonrisas, de libertad, de vuelta a casa sin nadie que complacer. Una copa de vino, un matambrito a la parrilla, un atardecer con sus luces, mi música y mi cama de vuelta para arrullarme.

Pero me estaba esperando.

Ni siquiera se había agazapado para sorprenderme, ni bien deje el abrazo fuerte y los besos compartidos de los amigos que marcharon contentos, se sentó a mi lado y se adueño de mi tiempo.

Han sido solo 2 días con sus 3 largas noches.
Nunca me había sentido tan lejos de la cordura.
Pero aquí estoy y aquí seguiré, tratando de no escapar, para ver si enfrentar esta soledad que tantas veces agradecí, deja algo nuevo en mí, talvez, algo mejor.

Anoche mientras me escondía de los miedos en mi casa, recordé éste, mi cuento de sexto de Arquitectura, y esta mañana, mas lúcido, todo me vuelve a sonar a él.


Explotó la noche en un grito.

Calláronse los truenos y desfigurose la Luna sobre las frías aguas que resquebrajan sus escarchas al influjo del estruendo.
En la orilla, el enmarañado monte, desnudose de temor, dejando escapar su muda oscuridad. Estremeciéronse las lúgubres e interminables praderas y hasta las brazas del lejano hogar vecino.

Otro grito y más, y parecía que el viento caía en su tumba, llevándose consigo el paisaje.

Rápidos pies, bajan vertiginosamente, uno tras otro, los interminables y pequeños, muy pequeños peldaños.
Pisan la alfombra azabache de duros paños que lo lleva hasta ella, ensordecedora, mas el hábito protege sus oídos y libera su mente.

¿Lloraba? Talvez si, entonces afortunado sería.

Sus labios mordidos y sangrantes, dejaban escapar gélidas, perdidas esperanzas.


Descansa la naturaleza sin saber cuando prepararse, inútil espera, pues el silencio no reinaba en esos lares, ni lo quería.

Nevadas cumbres aguardan el único y primer instante, en el cual cubrir el abismo desconocido y extraviado que en los ópalos de sus ojos dejaba ver. Los pies ya no dudaban, antes ese cuadro, las piernas y los brazos ya no temblaban.
La calma y la inteligencia bajaban a sus manos, y la luna, seguiría jugando su integridad una noche más…


Un par de botas lustrosas, una chispa en los ojos húmedos, una sonrisa recortada en la abundante barba y mucho tiempo para llegar a la puerta. Una mirada sobre el hombro y el sol en su rostro.
Brilla el sol, mas no cantan pajarillos en el alero, ni en los montes.
Largo el camino y sobre él, el sol en su viaje refleja sola, la sombra del caminante…y debilitándose.
A la vera del sendero, sus ojos no quieren ver el último hogar cercano, empacando sus brazas y sus leños, emprendiendo la partida.


La Luna no quisiera salir esta noche, mas las estrellas la rodean y la acompañan.
El agua corre rápida para no estar allí.
El monte se encierra y se enreda en si mismo, buscando un hermetismo que sabe no lograra y las praderas indefensas, esperan.

Silencio, temeroso silencio.

Un grito, y otro, y más, y talvez ya no soporten otra noche como esta.


Los pies bajan vertiginosamente, los interminables y pequeños, muy pequeños peldaños.
Uno y otro, uno y otro y el último pie aun muy lejos de la alfombra.
Un cuerpo tendido, manchando el azabache.
Un largo camino que ya no se debe recorrer.
Los ojos siempre abiertos, mirando la tímida luz que se cuela por las rendijas.
Un lagrimón resbalando por las rasgadas mejillas, entibiando la barba; y una sonrisa.
¿Una sonrisa? Talvez una sonrisa en sus cuarteados labios que ya no balbucean, ni gritan.
El alma descansa y suspira la luna.
Reina el silencio.

3 comentarios:

  1. Pablo Milanes, Gilberto Santa Rosa, también hablan de "la soledad" esa amiga que persigue a todos en un momento de la vida y es bueno tenerla como tal. El tiempo que el destino decida, ella se va....
    ARF.

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  2. Romantico perdido. Estas con tu amiga la soledad porque buscas el amor perfectly. Pero entinde el amor no es sublime es de carne y hueso.

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  3. qué dificil se nos hace a veces entender, por qué es que cada segundo tiene su sentido...
    me ha pasado muy seguido)
    hablando de sentido: en tu clase tampoco yo hubiera podido dar claridad,
    Cler

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