abril 17, 2012

Desde el Aire - La empatia generacional y el "no se"


Hace muchos años, cuando la leche se envasaba en botellas de vidrio y se trasladaba en canastos de metal ruidosamente estibados en carros de chapa tirados por decrépitos caballos, nació el dicho: "como caballo de lechero".
La reiterada rutina del reparto diario boceado puerta a puerta  de la mayoría de los bienes de consumo, en este caso la leche;   hacían que el siempre noble e inteligente animal, inmutable a los ruidos y agresiones externas detrás de sus tapaojos de cuero, manejara perfectamente las rutas y los tiempos.
Al punto que el hábito hacía experto al corcel, el lechero apenas prestaba atención al devenir de las calles y los clientes, ensimismado en su propia rutina del trato social y el intercambio maloliente.

Así "como caballo de lechero", enfilaba mi auto aquella mañana al aeropuerto.
Conocedor exacto de la ruta y de los tiempos.

- Cuando se fueron..., yo no tenía idea de lo que estaba pasando -  me dijo Michel, empezando una conversación de la más pura nada.
Respondí con un gesto de asombro e interrogación.
- yo estaba sentado en la escalera, los pisos eran blancos, me acuerdo, dijo siguiendo la charla. Ellos bajaron y salimos, yo no entendía nada - reiteró.
Reconocí que recordaba el día en que sus hermanos habían partido a España, seis años atrás.
Nunca habíamos hablado del tema y por un momento me pregunte "¿como no entendía nada?".

Mi mente paso de recuerdo a matemática y me llevo al Michel de 6 años de entonces.
¡¡Claro que no entendía nada!!
Como no lo había notado en ese momento, como aún hoy, me preguntaba a mi mismo como era posible que no entendiera que sus hermanos se iban del País, del Continente.
Soy consciente de que siempre me ha costado ponerme en los zapatos del otro, sobretodo, en la edad del otro, especialmente en la edad de mis hijos.
Defecto excusado por los zapatos fuera de tiempo que supe cambiar velozmente de niño.
Excusado, pero defecto al fin.
Llegábamos a Carrasco a buscarlos.
Llegaban de España después de mucho tiempo, mucho tiempo para él al menos.

Poco más de un año atrás, Anthony nos había visitado en Uruguay, pero Nicole, llevaba más de dos años sin pisar nuestra tierra y sin abrazar a su hermano menor que ahora la duplicaba en tamaño.
Intenté ante el ataque de consciencia que su comentario había despertado en mí, imaginar cómo se sentiría, imaginar lo que para el significaría este reencuentro.
Traté de dejar de lado mi experiente y deshidratada alma,  que no logra aprender a vivir con abierta emoción, los hechos felices que coronan a los dolorosos.
Alma incapaz de disfrutar la reconciliación.
Alma incapaz de disfrutar la vuelta.
Alma incapaz de disfrutar el arrepentimiento que engrandece.
Siempre ensimismado en que no es necesaria la reconciliación, la vuelta o el arrepentimiento; si no hay pelea, ida o pecado.
Consciente de que esos procesos son humanos, negádome que sea necesario y aceptable.

Y lo abracé cuanto pude hasta que llegaron, y traté de entenderlo en su "saludo desabrido" repleto de lágrimas apresadas del lado del ojo que no las deja salir.

Otra véz, muchos días después y aprovechando mi atención al tráfico, sacaba una charla profunda, completamente empapada en sus años, completamente llena de mí y de nuestra vida, otra vez de la nada.
- ¿Tú crees que ella es la mujer para toda tu vida? - me preguntó
- ¿Perdón? - le dije;  seguro de lo que había escuchado pero ansioso por que lo repitiera.
- Eso, ¿si tú crees que estarás con ella hasta la muerte, o estarás solo?
En el segundo en que me pregunté de donde salía aquella pregunta, me guardé un sin número de respuestas:
- Moriré solo.
- Ella no solo parece que no será la mujer del resto de mi vida sino que hace un tiempo que no se de ella.
- Soy feliz en soledad.
- En realidad no todos necesitamos las mismas cosas, yo no necesito estar con alguien para no estar solo. Soy feliz solo y aunque me encanta y entiendo que la felicidad completa solo existe compartida, seguramente estaré solo los últimos tiempos de mi vida.
Todas se frenaron en mi boca por fortuna y me conforme con un:
- no se mi amor.

Un "no sé" que debería ser real, pero que yo siento falso, porque se lo que provoco y hacia donde empujo, más allá de lo que quiero.

Un "no sé" que me dio tiempo para recordar que los últimos días,  compartimos recuerdos sobre el futuro;  sobre la casa en la laguna donde él podrá llegar con sus hijos y encontrarse con sus hermanos y sobrinos.
Esa casa bañada por la laguna que nos mantendrá a flote, cuando ya no quede agua que comprar.
Un "no sé" que me dejo recordar que él,  sigue viendo nuestra foto juntos, abrazados y felices, brillantemente encuadrada en mi dormitorio.
Nuestro dormitorio extremadamente femenino que solo habita un hombre.
Un "no sé", que no me permitió preguntar ¿porqué preguntas? y así se vuelve real.
Un "no sé" real, un "no sé" qué pasa al interior de la gente que amo. Un "no sé" que estoy haciendo, un "no sé" si lo hago bien o mal;  un "no se" ignorante, un "no se"  inaceptable con el que debo aprender a vivir.


1 comentario:

  1. Las personas están de paso. La mayoría están y desaparecen sin dejar más rastro que el de los buenos momentos vividos. Estar solo y disfrutar de ella es un don.
    Un beso.

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