junio 08, 2011

Montevideo - ...esa Batalla contra mi Ego

Ella capacitaba gente en una Aerolínea Internacional y su trabajo la había llevado a la pálida Polonia, lejos de su Caribe Mexicano.

A su partida, peleábamos tímidamente los últimos rounds de una relación que había dejado atrás sus almohadones rojos y sus aromas perfumados, mismos que casi siempre tienen sus  tiempos preestablecidos para mí. Por suerte, CASI, siempre.

Como el mundo, ella se lo merecía todo y se lo ganaba todo el tiempo con una enorme sonrisa llena de blanco y el rosa de sus labios morados, grandes, gruesos y porque no, sabrosos.
Yo ya era yo, tal cual fuí por mucho tiempo y talvez, tal cual sigo siendo;   y trataba de disfrutar los “primeros cuatro meses” inolvidables, que bien sabia originar, vivir y terminar.


Ella había partido a Polonia y seguramente recuerde mejor que yo cual fue la peor de las burradas que le dije o le escribí mientras estuvo allá.
Solo recuerdo que para el momento de su vuelta, mi única referencia era aquella memoria privilegiada que hace años me distinguía, misma que también perdí.
Ese pensar que soy diferente, me llevo al aeropuerto aquella tarde, para sorprenderla y tratar de borrar por excepción cada palabra estratégicamente dicha.
Pero, mi presencia allí distaba de buscar recuperar algo que yo mismo había matado una vez más, era una simple búsqueda de ensanchar  ese ego que me confirma diferente; táctica de vida tan bien planeada que es capaz de alimentarse hasta de los imprevistos.
Estuve allí, retirado de la puerta, como espía que vigila, como fiera que asecha, para poder observar su cara al salir, sus pasos, su ojos oscuros enfrentando la multitud, el reflejo de sus pulmones respirando su aire, el mensaje instintivo de su corazón en su sonrisa.
Las horas de retraso en el vuelo, solo hacían más gloriosa mi hazaña y mi ego se seguía hinchando.
Hasta el aviso de que el vuelo no llegaría, fue recibido con júbilo, después de más de 4 horas de pie frente a la salida internacional.
Una prima, que me odiaba, me había visto allí.
Ya tenía testigos y eso era impagable.
El plan inconsciente de mi ego tomaba forma, tomaba fuerza y la historieta ganaba capítulos de telenovela.
No podía faltar al otro día, tiempo de cosechar los frutos de la paciencia a mal servicio.
Cuando llegue, elegí el nuevo punto de vigilancia, pero algo me dijo “espera”.
Talvéz por un momento desatendí mi ego y mi intuición gano la partida, talvéz solo fue una nueva trampa.
La multitud esperaba como siempre se espera en los aeropuertos, como casi nunca me han esperado a mí.  Algunas caras se repetían de la noche anterior, éramos cómplices de una misma espera, ojala para ellos mucho más auténtica que la mía.
-          Espera -  me dijo la voz interior.
Los pasajeros comenzaron a salir y los saludos acalorados de los pacientes y los exhaustos retrasados, confirmaban que eran del vuelo esperado.
- Espera!!  - logre escuchar nuevamente.

La figura de Ale empezaba a cruzar la puerta de vidrio y para mi sorpresa, su cara cansada y su inusual palidez talvéz heredada detrás de la cortina de hierro, buscaba a alguien.

-          Espera!!
De pronto, como gacela que escapa del chita en la sabana, una sonrisa enorme rodeada por una pequeña barba, iluminaba un rostro enamorado, que corría con piernas largas entre la multitud con un ramo de flores en la mano.

Llegó a ella y la abrazo. Ella no fue muy efusiva pero se aferro a su cintura como quien espera que la salven y casi sin mirar a los lados, dejo que el arrastrara sus maletas alejándola de allí.

Ella no sabía si yo iría, pero talvéz adivinó a mi ego.

Yo, en esa lucha interna que tantas veces sostengo, me sentí orgulloso de esperar, de no interrumpir lo valioso, de no arruinar un momento real.
Mi ego, que siempre encuentra regocijo, sumo a la espera del día anterior, la “dignidad del mártir” y me acompaño feliz hasta mi casa de turno.
Yo dormí orgulloso, mi ego durmió feliz y mi ser apesadumbrado paso la noche en vela.


Hace un rato, poco rato, me encantó verla en sus fotos feliz, reluciente, humana y saber que aquel hombre que merecía recibirla aquella tarde hace tantos años,  es hoy su esposo.
Ojalá siempre tenga flores para ella.


Hoy a la mañana, me levanté con una sensación rara.
Al volver de la panadería me preguntaba ¿Qué te pasa Ismael?
Sentía como quien ha ganado algo, como quien conquista algo nuevo;  esa sensación tan conocida por mí, esa sensación que no deja de sorprenderme.


¿Qué te pasa Ismael?  Me pregunte durante todo un día energizado y creativo, un día sin grandes logros, un día sin más logros que los triviales y sencillos, triviales, sencillos e importantes.
Todavía, aquí sentado frente a el fuego de mi hogar, no tengo respuesta;  sería ideal despertar igual mañana y así seguir cada día.

Sería una señal de que talvéz, le estoy ganando esa batalla constante a mi ego.

5 comentarios:

  1. Mientras mas luches contra tu ego, ms dificil sera dominarlo. De algun modo nuestro ego nos ayuda a seguir valorando esas cosas hermosas que nos pasan en la vida y a sacar de las tristes lo mejor. Disfruta simplemente, el ego no es malo siempre que no se confuunda con egoismo o egocentrismo en fin, tu eres el poeta yo simplemente me deleito con tus versos, un abrazo amigo sigue escribiendo...

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  2. No muchas personas son tan valientes para evitar tu ego y tu mirada. O quiza deberia considerar cambiar de aeropuerto, o quiza de esposo?

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  3. El "ego" tiene un rol importante en el ser humano, pero no hay que dejarle el control de lo que no le corresponde.
    Uno tiene que tener confianza en base a una sana autoestima.
    ARF.

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  4. muy lúcido tu comentario, ARF,
    El ego es necesario, pero más necesario si uno busca algo más que sobrevivir, es saber domarlo cuando ves que se convierte en un chillón que no considera al otro, ¡un "cieguito"!.
    Cler

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  5. Cler, no es la primera vez que dices que tengo lucidez en mis comentarios. Agradecia de corazón!!! todo lo que digo me sale del alma, como debe ser.

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