mayo 14, 2011

Montevideo - Carta de Jack

Estimadísimo Ismael, estos meses que hemos estado lejos, su voz ha resonado en mi mente y porque no admitirlo, en mi corazón.

Nuestros diálogos en la cabaña, han enriquecido, talvéz, mi forma de ver y vivir la vida, aunque debo admitir que hay muchas cosas que no solo festejo como buenas, sino que además no estoy dispuesto a abandonar en esta, mi existencia temporal en la tierra.

De todas formas, esta carta no la motiva una revisión de formas de ver y vivir las relaciones interpersonales, aunque cuando no, de algo así se trata.

Por supuesto, de algo así, con fiesta incluida!!!...al estilo Jack.

Me atrevo a volver al contacto porque creo que esto, tiene un toque de ambos: algo de su buen ser y generosidad y seguro, un mucho de mi atrevimiento y loca visión del presente.

Días atrás conocí una damicela, cuando no, en apuros.
Sin prisas ni urgencias, pero enredada interiormente en temas que en cierta forma recortan su libertad de ser y sin duda, afectan la voluntad de los especímenes masculinos que se le acercan.

La niña, que ya ronda los 38 y medio (usted sabe cuánto pesan los meses en las proximidades del cambio de década), no esta en la busqueda de un hijo (clásico). No!! ya ha criado un varón sano, fuerte y tan idéntico como lejano a su padre.

Tampoco carga en su bolsa un amarillento vestido de novia en la búsqueda del príncipe azul que la lleve al altar y con el cual comerá perdices por toda la eternidad.
Si bien es solo una versión de esa armadura oxidada que casi todos llevamos encima, se muestra feliz de su soledad y aprovecha a festejar su libertad consecuentemente.

Ya sé lo que está pensando mi amigo Ismael… pero no, la nena no solo se mantiene, sino que ha progresado solita; así que el varón que traiga el plato de comida a la mesa, tan en desuso pero siempre ambicionado (en especial en algunas culturas trasandinas – aunque no por la comida) no forma parte de sus objetivos.

A la nena “le carga” que sus sobrinos la llamen “solterona” y no está dispuesta a que sus nietos sigan los pasos de los crueles malcriados gurises. Así que sí, se quiere casar, pero no quiere que eso dure, lo cual, como decía el Indio Solari “es una miel de la que no comen las hormigas”.
Por lo cual le resumo que en un par de años, con tiempo de producción suficiente y necesario, “tendremus bodams”.

Si, si, como lo escucha, en dos años, Jack, se casa!!

¿ Porqué dos años?, porque la nena, dentro de tanta cosa que bien ha pensado, espera llegar a sus 40 espléndida, flaca, con una larga melena que acaricie la cima de su cola y sobre todo, SOLTERA.
Pero pasado el evento y porque no, el día después - cosa que se ajustara y se acordara apropiadamente en instancias de preparación - pasaremos a la gran ceremonia.

Para resumirlo, una fiesta monumental de dos días.

El primero, responsabilidad e inversión mía, para la boda que celebraremos de común acuerdo en la playa, descalzos, vistiendo un pulcrísimo blanco (como los novios bien se han ganado) al igual que todos los invitados sin excepción. Todo sobre la arena de algún paraíso a definir, con danza, buena comida y SOLO champagne para brindar durante 48 horas.

¿Porque 48 horas? Porque el segundo día, obra y gracia de la novia, festejaremos nuestro pre-acordado y firmado divorcio, con toda o mas gala, tal cual se lo merece un evento de esta naturaleza.

Así que como lo ve, acostumbrado a los compromisos inusuales y tomando un mucho de sus decisiones generosas y caballerescas, salvaré a la dama de su apodo insostenible de SOLTERONA para toda la eternidad!!

Cuidada la debida separación de bienes, con casamiento y divorcio debidamente documentado y bajo la consigna de festejar un evento al menos por ahora único de forma voluptuosa como es de esperar, en nueva empresa me he enrolado.

y…..bueno, no tenemos resuelto el tema luna de miel, pero mientras sigo siendo yo, así que ya empezamos a practicar y durante estos dos años, veremos si es necesario extenderla luego de terminada la tan esperada festichola.

Vaya comprando ropita blanca, lo comprometo como padrino, sin aportes pero con inevitable participación, allá, en los finales del 2012. Por ahora, me encargo yo.

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