septiembre 06, 2021

Palma de Mallorca - Inmunes

      - Lo lamento, de verdad.

          - ¡Si!, ¿verdad?

          - ¡¡No vale la pena!!

El tiempo me ha llevado, sin querer, sin vocación especial, sin profesionalismo detrás más allá de la propia experiencia, a observar las parejas a mi alrededor y confirmar, cada día, en cada momento y en cada lugar, como hemos decaído, nosotros los humanos.

Y no sé si es un tema generacional, talvez siempre fue así;  para mi hemos caído, de mis búsquedas y expectativas, a esta realidad.

Como, estar con el otro, esta tantas veces más asociado a defectos que a virtudes.
Como, se aceptan una cantidad de cosas y se resignan, a vivir en un estado mas precario por estar acompañado.

Confirmado por años, pero aun reincidente, yo, de los que buscan, de los que quieren…de los que quisieron. De los que, siempre pensaron yo puedo revertir esto, por lo menos en mi vida; y he fracasado, rotundamente, muchas veces.

Ayer en el recital de Vanesa, escuche una canción que no conocía “INMUNES”, que habla de como uno abandona sus vínculos, por motivos que nunca esta claro si son o no suficientes. Pero, lo que hace que uno dude, es justamente eso, la existencia del pinche amor, de eso que te une, que te vincula, que te hace sentir mejor, que genera hormonas y enzimas de felicidad, y te hacen sentir diferente.

Lo cierto es, que cuando vas a la absurda realidad, aunque mucha gente dice que “vemos la realidad como somos, no como es”, yo tengo registros completos, muchos, de cómo la realidad, en este caso, es como yo las veo y no como yo soy. Lo único personal, esta en la mirada, en la capacidad y porque no, la búsqueda de ver.

Esta noche cene en El Pesquero, un restaurante recomendado aquí en Mallorca.
Como muchas veces, era el único cenando solo.
A mi alrededor, cuatro parejas y una mesa de cuatro con dos más.
Inevitablemente les dedique tiempo. Por mucho rato me sorprendí y contuve mis ganas de cachetearlos, viéndolos en silencio, sin mirarse, sin compartirse, cada uno en su teléfono. ignorándose unos a otros.

Luego vi como las damas pedían la cuenta y la pagaban, en ese juego de caras, que muchos creerán natural y que acepto, es un defecto mío, no de los caballeros y las damas modernas.
Y vi también, como uno de los muchachos de la mesa de cuatro, hacia alarde de todos sus vicios incomodando a las otras mesas, a los meseros, a su propia mesa y por supuesto a la pequeña que lo acompañaba.

Poco antes de que terminara mi vino, ella se levantó, detrás de ella salió su amiga y los dos chicos quedaron en esa charla fácil de adivinar, que no necesito interpretar para vosotros.
Fortuitamente, al emprender mi viaje de regreso, me encontré a ambas chicas en la vereda. La acompañante a punto de llorar, explicando, gesticulando su dignidad, rogando ayuda a su amiga y no pude evitarlo. Sin parar en mis pasos ni mirarlas mas que para escuchar su respuesta pequeña, le dije:

     - Lo lamento, de verdad.
   
     - ¡Si! ¿Verdad?

Me contesto, con ambas manos abiertas al final de sus brazos extendidos y un rostro que sufría algo que yo sabía, seguiría sufriendo por mucho tiempo.

    - ¡No vale la pena!

Alcance a balbucear mientras giraba mi rostro y continuaba mi camino.

Las cuadras siguientes quise imaginarme el instante después.
Por ratos sonreí solo en medio de la noche pensando en el milagro de haber tocado un alma a tiempo; en otros, adivinaba como esa niña, que podría ser mi hija, talvez tomara una opción menos valiente desperdiciando su tiempo de vida, lo mejor que tiene, en ese fracaso anunciado.

Tal vez no cambie nada, talvez si.

Dice Vanesa en Inmunes: “…la calle me devuelve, con violencia, las parejas…como si se quisieran más”







1 comentario:

  1. Observar parejas, ejercicio que por diversión o por la simple necesidad de comparación, hemos hecho todos en algún momento de nuestras vidas. Y es que ser conscientes de otras realidades nos hace ser conscientes de la propia.
    El “vale la pena o no” que entregamos a los demás carece de valor objetivo cuando los parámetros que manejamos al expresarlos son de nuestra propia experiencia, y se anulan más aun cuando, en comparaciones previas de mirar a los demás, logramos reconocernos en un lugar elevado y aun así ocurren desencuentros.
    El “vale la pena o no” que entregamos, sin duda da más claridad al que lo recibe, que lo que en ese momento esta iluminando a quien lo entrega.

    …Y queremos acercarnos cada día
    Atragantados de fingir indiferencia
    Permitimos la avaricia, estamos locos
    No conformamos con tan poco…

    Esa la estrofa que me mas me llega de lo que compartes.

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