6C fue su asiento en ambos tramos, San José a Lima y sorprendentemente, Lima-Montevideo.
Era difícil imaginar que allí seguiría hasta el final de mi viaje.
Era difícil imaginar que allí seguiría hasta el final de mi viaje.
Yo me sorprendía observándola sin que lo notara desde la línea catorce, alimentando el recuerdo, empujando la comisura de los labios hasta la sonrisa continua.
Tenía su misma mezcla de opuestos.
La cara de ogra poco sociable y al mismo tiempo una fuente ilimitada de ternura cuando se iluminaba con una sonrisa.
Se le adivinaba como zombie soñoliento en bata y pantuflas por la mañana; y como rubia inconscientemente pendenciera por las noches, animando la fiesta como una niña a la que dejaron acudir a su primera kermesse.
La cara de ogra poco sociable y al mismo tiempo una fuente ilimitada de ternura cuando se iluminaba con una sonrisa.
Se le adivinaba como zombie soñoliento en bata y pantuflas por la mañana; y como rubia inconscientemente pendenciera por las noches, animando la fiesta como una niña a la que dejaron acudir a su primera kermesse.
Hasta sus piernas eran idénticas, pero como este blog es público, no haré alusión a esas características que solo aquellos que teníamos la suerte de tenerla en nuestras vidas podríamos distinguir entre tantas bondades no aceptadas.
Es difícil extrañar siempre, seguramente por eso no me lo permito.
Pero extrañarte hoy, recordarte a cada minuto de estas diez horas de viaje, revivir la suma de tantos momentos compartidos y saber que el cariño entrañable que te hizo mi hermana, de a ratos mi amiga y en algunos otros porque no mi hija sigue intacto a la distancia; ha sido un placer.
Aún recuerdo la última vez que pude mirarte.
Pensaste que merecía castigo y así me recibiste cuando con el alma en pedacitos fui a dejarte las flores que habían adornado mi hogar.
Hasta que las lágrimas volvieron a traicionar ese alma buena que vive a la defensiva, y en aquel ultimo abrazo, recibiste mi "te quiero mucho" y mi "cuando quieras, búscame y sabrás de mi"
Pensaste que merecía castigo y así me recibiste cuando con el alma en pedacitos fui a dejarte las flores que habían adornado mi hogar.
Hasta que las lágrimas volvieron a traicionar ese alma buena que vive a la defensiva, y en aquel ultimo abrazo, recibiste mi "te quiero mucho" y mi "cuando quieras, búscame y sabrás de mi"
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