junio 02, 2012

Desde el Aire - Las marcas del tiempo


Un día, hace tanto y tan poco tiempo, alguien que vivía entonces conmigo y por más de dos años, lanzó un comentario inesperado en una mesa de amigos:
- ¡ A Ismael el teñido le queda muy natural !
Al tratar de dar respuesta a las caras asombradas de todos los presente, agrego:
- ¿es increíble no? - Al tiempo que levantaba ambas manos apuntando a mi rostro que se mantenía en la mas inmóvil sorpresa.
Aquello estuvo lejos de asombrarme, me desilusionó e hizo que me planteara un número interminable de dudas, de dudas sobre mi y sobre cómo me muestro a los demás, a los extraños, a los cercanos y a los que yo creo ofrecer mi vida de par en par.
Por el medio feo y triste, el directo;  debí aclarar aquella tarde que jamás me había teñido el cabello y trate de guardarme para mí todo cuanto paso por mi mente, resumiéndolo en una sonrisa.
Inevitablemente me recordó la billetera que me regalara para navidad,  alguien que compartió cinco años de mi vida, con la cual terminé separándome tres días más tarde.
Yo jamás he usado billetera, pero obviamente ese no fue el motivo del final.
Los años te van dejando marcas,  más allá de que en las fotos y los ojos desconsolados de aquellos que sienten más la crueldad del tiempo, uno se siga viéndose igual qué siempre.
Ayer, en uno de los tantos ascensores que uno toma en la vida, espacios pequeños, íntimos y peligrosamente  espejados que nos llevan de un piso a otro verticalmente, mi instante de revisión se sorprendió con tres, tal vez cuatro nuevas canas en la patilla.
Bellas, pero ausentes hasta hace una semana.
Más de cuarenta años envejeciendo, aprendiendo, viviendo inexorablemente;  pero las marcas sin importar el tiempo que tomen en fraguarse, se muestran en un instante.
Instante en el que, dependiendo que tan en paz estés con tu propia consciencia, sonreirás y aceptarás como siempre en el camino del orgullo,  o sufrirás profundamente y te sumergirás aun mas en el barro que se tiñe con colores de terapia, de vacío o de drogas que engañan las neuronas incapaces de sentir.
Baje del ascensor con la imagen de Richard Gere y su pelo blanco.
Recordé que por años he dicho que cuando lleguen,  serán bendición;   y sea cual sea la cantidad o el lugar que invadan, las marcas del tiempo, todas ellas, serán aceptadas con la grandeza que nos llena de experiencia y lucidas con la elegancia que nos da el orgullo de haberlas sobrevivido.


2 comentarios:

  1. Genial, me encanto, con orgullo a lucir esas canitas.
    Un beso.

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  2. nunca mas bellas...
    simplemente perfectas...
    y en el momento justo...

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