mayo 04, 2012

Desde el Baúl - Ni estrella, ni fugaz.


Hoy ha sido un día de compañía, de tu compañía.

Al llegar a casa alguien limpiaba mis ventanas y lavaba mi ropa. Me recibió con el asombro de lo inesperado y las disculpas dulces de las cosas hechas contra toda regla en el momento más inoportuno y con total desinterés.
Por fuera sonreí y agradecí, por dentro volví a recordar que en tus mejores tiempos, hacías el mismo trabajo que hace ella.
Como no sonreír y agradecer.

Cuando anunciaron tu película preferida en el cable, con restricción para menores de 14 años, Michel me miro como pidiendo autorización. Lo justifique contándole como aquella abuela que no llego a conocer,  adoraba ese film, ese actor y otras tantas cosas "modernas" que tan poco parecían tener que ver con ella.

Con tu recuerdo, menos presente de lo que desearía, saludé al mundo virtual que vivimos hoy y que nunca conociste;  y antes de dormir, salí a esta noche especialmente cálida, para ver si el mar me descubría la luna llena que estoy esperando desde hace tanto.

Un poema viejo me lleno los labios y cuando tarareaba en la musicalidad de aquellos años jóvenes mis letras sufridas y enamoradas, una estrella cruzo la mitad del cielo que me abriga.
Una estrella  demasiado cercana para ser estrella, y demasiado constante para ser fugaz.
Por cosas menores he escrito.

Tu, Mamá, y aquel sentir antiguo y apasionado que se movía efervescente en mis venas cuando todavía respirabas mi aire, me llevaron a prender de nuevo la computadora y compartir mi alegría por lo que soy, poco o mucho...por lo que hiciste de mi.



1989 - rescatado de mi memoria ya que no está en mis manos hoy, pero lo llevo siempre dentro

Hoy la noche me ata al recuerdo
de ese oscuro abismo en tus ojos,
que en mi vida, tenaz torbellino
desatara al estar tu y yo, solos.

Cuanto brillo enjoyaba esa noche,
tu mirada inocente e inquieta,
logrando atrapar en gestos salvajes,
toda la ternura que un ángel ostenta.

Ni sirio en su brillo, reinando en el cielo,
ni la luna clara, tornándose esbelta;
humillan el fuego encendido en tus ojos,
cántaros de ternura, sin fin y sin betas.

Pensar que una noche, mojé tus pupilas
¡Oh! pecado inmenso que mi mente aqueja.
Porque enciende dios, luces que a mis ojos
se avivan, se rinden, se apagan y alejan.

1977 - Rescatado del patio de tierra negra que servia de escape a aquella casa del Barrio de las Ranas donde aprendimos a pensar.




1 comentario:

  1. "...cuando todavía respirabas mi aire..." que linda metáfora, y que triste. pl

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