Viví mi niñez escuchando y creyendo mientras crecía y
perdía mi inocencia, decenas de expresiones e historias de pueblo que por
repetición, se tornaban en verdad o leyenda.
"vayan a descular hormigas"
Nos decía mi madre cuando no nos quería dando vueltas en
los espacios mínimos de la cocina.
Y fueron muchas las veces que en la inconsciente crueldad
de niño, transformé hormigas negras en arañitas nerviosas, sentado en nuestro patio
de tierra.
"si no les gusta, vayan a comer a la fonda"
Se repetía cada vez que con hambre pero sin poder ocultar
el desgano, encarábamos un día más, un
plato repetidísimo de algún invento culinario hecho con "tajada de aire y
rebañada de viento".
Pase treinta y cinco años para encontrar mi primera "fonda"
del otro lado de los Andes, fonda que de niño busqué tantas veces en las calles
del lejano San Carlos, a ver si tenía
algún resto para yo comer.
"Andá hasta la esquina a ver si llueve"
Clásica expresión busca tontos que insulta
inconscientemente y que provocó muchas veces enojo en quienes la dijeran, porque seguramente mis ojos pequeños no ocultaban
la ofensa, y mis nunca tan tontas piernas, no los complacían salíendo siquiera a la puerta.
Inocentes y no tan inocentes costumbres que hicieron
parte del zambullirse a la vida de algunas generaciones, ni mejores ni peores,
simplemente diferentes.
"fue por cigarrillos y nunca volvió".
¡Tantas veces en las charlas de mayores se repetía esa
expresión y fluía libremente a los oídos de los más pequeños!.
Era una gracia que explicaba el abandono mas indigno, el
más insultante, el repentino, falto de justificación consciente, dañino,
cobarde.
La daga profunda del desamor y la pobreza de espíritu que empujada por el desinterés egoísta, arranca del pecho el corazón de quien queda con las preguntas, respirando inútilmente a falta del motor de su sangre.
La daga profunda del desamor y la pobreza de espíritu que empujada por el desinterés egoísta, arranca del pecho el corazón de quien queda con las preguntas, respirando inútilmente a falta del motor de su sangre.
Y siempre después de la expresión, venía la carcajada.
La incapacidad y el desencanto devenido en broma, para
poder masticarse, tal vez para dejar de masticarse ya que nunca se podrá tragar.
Enmascarar la resignación, el no haber tenido la charla
que aunque no conforme explica y es replicable, el haber cambiado la opción de
odio por un dar vuelta la página porque ni el odio le llegara allá lejos, donde
fue a buscar su vicio, cualquiera sea.
De niño ocupaba mucho de aquel tiempo desculando
hormigas, pensando como alguien podía desaparecer así. Que tan pobre o
desdichado podría ser para seguir el camino que lo aleja con lo puesto; y que
tan miserable serian sus ratos a solas, cuando mirar atrás fuera inevitable o el
implacable destino pusiera el pasado en su camino.
Si habré vigilado a mi padre cuando iba al almacén del
"chancho colorado" por tabaco.
Si hasta culpable me sentía, cuando allá por mis cinco o seis años,
repartiendo en mi primer bicicleta tabaco Cerrito de contrabando, visitábamos al
cliente del almacén en la "Casa del Barco" en Avenida Rodo,
peligrosa, amenazantemente ubicada en una esquina.
¿Será por eso que nunca fumé?
Tal vez por eso siempre escondía cajillas de Fiesta primero
y Kent Menta 3 después, en mis diferentes casas, para evitar que toda
falta, provocara una búsqueda indeseable.
Tal vez por eso hoy, a sabiendas de que mal le hace pero
aceptando su opción, sigo comprando Nevada
por cantidad para el amigo Nando en cada aeropuerto, a fin de que no se le
ocurra salir a la esquina alguna noche y nunca más regresar a su hermosa
realidad.
Con el tiempo hemos involucionado, y las equinas tomaron
otros nombres y los cigarrillos mil significados.
Y con el tiempo también, más allá del inconsciente, he
aprendido que no puedo comprarle los "cigarrillos" a todo el mundo y
que no puedo evitar por más que haga, que algo falte; y que cualquier día, en una esquina cualquiera, alguien respire
hondo y hasta tal vez sonría, siguiendo el camino que se aleja de mi.
Así, como tú lo hiciste.
JAJAJA!!! a mi me decían, "anda a ver si llueve" y yo corría como una tonta y regresaba corriendo a dar la gran noticia, que no estaba lloviendo. Con el tiempo entendí por que la cara con la que me miraban los "adultos"
ResponderEliminarUn beso.