julio 15, 2011

Orlando - La escalera desde el cielo

La escalera casi infinita que habíamos subido por más de tres años se nos volvió tobogán y no supimos evitar la caída.

Al principio nos miraban con descreimiento, dos vidas diferentes, dos personas decididas a estar solas y un entorno que disfrazaba fracaso con fiestas, maltrato con lástima y decepción con amor desconocido, ayudaban poco a creer en lo posible.

Con el tiempo, la consistencia y la constancia, los mimos de ida y vuelta, el cambio de vida y la sonrisa sostenida, vencieron su batalla como siempre y tuvieron que respetarnos.

Sin poder aceptarlo porque sería abandonarse a la realidad, ese espejo que tanto miedo genera, aprendieron a querernos y aprovecharon a compartirnos.

Hasta que un día, aislamiento de por medio,  yo pensé, dejaron de atacarnos.

Pero el enemigo nunca esta fuera.
Sin un piano en el cual tocar, el mejor concertista nunca será genio.
Y en nuestro piano había varias teclas que sonaban mal, teclas que muchos querían tocar y que ni siquiera necesitaban ser tocadas; teclas que nosotros no atinábamos a cambiar.
Teclas que arruinaban de a ratos,  la sinfonía que juntos componíamos cada día y que dejaban un vibrar diferente en el diapasón de nuestra vida.

Si una bailarina cae en medio de la obra, no importara cuan fantástica haya flotado durante el resto, el sabor de la caída prevalecerá, en el publico, en el cuerpo de baile, en la bailarina.

Y con diferentes niveles de consciencia la escalera se nos fue enjabonando al final del 2009 y los tropezones afeaban cada día más nuestra danza.
Algunos, los teníamos muy presentes, otros, los sufríamos en silencio, los menos tratábamos de ignorarlos para no ver el final.

Toqué fondo en Marzo y en Abril decidí sepultarnos, pero antes de mirarte a los ojos y decirte adiós, me senté como hoy a escribir lo que sentía; a bajar a tierra lo que en la mente se enloquece  y en la tripa se revuelve, para apartarlo de mi y en la distancia, encontrar respuestas.

Y como hoy lo hizo la “Princesa Primavera” al perder a Gus, yo saboree las lagrimas más amargas mientas mis labios se abrían en sonrisa, porque los tres años de lucha estaban llenos de alegría y porque si así no hubiese sido, nunca habría llorado.

Entonces fiel a mí, respire hondo y suspire mas; re-arrancando, evitando la despedida y buscando nuevas recetas.
Deje de hacer lo mismo, para tratar de obtener nuevos resultados.
Abandone mi trabajo y deje de viajar.
Me encargue de estar siempre para cuidar y salvar, para ordenar y motivar, para “regar la plantita”, pero con los días debí aceptar que fue peor.

Tierra y planta deben ser uno, antes de recibir la bendición del riego.

La última semana fue la peor, obvio.
Una sucesión de hechos bochornosos, dijera la gente de VideoMatch hace años atrás, por ponerle algo de humor al momento de mierda;  el de entonces, el de ahora cuando  se recuerda.

Sin caer al abismo siempre tan lejano de las relaciones convencionales;  vivimos cosas a las cuales no estábamos acostumbrados.
Con años, divorcios y mucha vida, yo jamás había pasado por todo aquello y lo que antes nos alimentaba sorprendiéndonos cada día, ahora nos aterrorizaba y nos castigaba, me aterrorizaba y castigaba; al tiempo que abierto de brazos y mirando hacia arriba, buscando en la desesperanza aquello en lo que no creo, seguía sin respuestas.

Y esa mañana del 15 de julio, hace un año ya, cuando entraste y saliste del cuarto de huéspedes varias veces sin siquiera saludarme, yo supe que estaba completamente vacío.

-          ¿No te parece que tenemos que hablar?  Te dije ya pasado el mediodía, en una de tus vueltas indiferentes.
Con cara de ¿si? Te sentaste en nuestro living a esperar talvéz, una vez más, mi revisión sentida de los acontecimientos y la proposición de una nueva técnica de salvataje.
Pero yo estaba vacío, insensible y venía de mucho tiempo de pesar.
Nada es más fácil que decir lo peor, cuando lo único que quieres es poner la cabeza en la almohada empapada, pero en paz.
-          Solo nos falta empezar a pegarnos…estas últimas semanas han sido un tobogán imparable en el cual cada día pasa algo nuevo, diferente y peor que el día anterior. Si seguimos así, terminaremos ofendiéndonos y no lo merecemos.
Sentí que tu ¿Si?, se volvió un ¿Qué hacemos?, pero talvéz si lo hubiera escuchado, me había sonado más interesado.
-          Creo que debes irte.
Y tu ¿Qué hacemos? Se volvió un ¿Qué? no entiendo!;  aunque en realidad nunca supe que pensaste entonces, ni después, ni ahora.
Los momentos horribles tuvieron su momento, los decepcionantes también, los tristes se extendieron  más de lo que uno quiere, ¿porque quien los quiere?
Yo invente una huida facilitadora, rozando lo cobarde, de la cual no me arrepiento; y hoy, como hace un año, estoy marchando al viejo continente a refugiarme en el cariño de mis hijos, a distraerme en la vorágine de mi vida nuevamente elegida, a presenciar una prueba de amor sorprendente en el casamiento de dos extraños que me llevara a Alemania otra vez con Elie y Susy;  a la energía de un sol que por veinte días y ojalá mas, me siga alejando del invierno del sur que afortunadamente ya no congela en mi alma.

2 comentarios:

  1. Espectacular, hermoso, bello, simple, auténtico, sentido, encantador y mas, que me lo guardo!!!
    Cerrar cajones, no es fácil y es de grandes.
    Buen viaje, los mejores mimos, los hijos.
    Un beso grande, un beso inmenso

    ResponderEliminar
  2. "Lo peor de la pasión es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos" J. Sabina

    ResponderEliminar