julio 10, 2011

Buenos Aires - Lo que nos hace mal?

-          Te hago mal?
Me dijo con su voz un poco mas aflautada de lo deseable y ese tonito porteño insoportable que distingue a los vecinos del Rio de la Plata.
Algún defecto tiene que tener!! Pensaba yo cada vez que la escuchaba, esperando el momento muy remoto de acostumbrarme.

Era una morocha argentina con todo lo que se puede pedir.
Le costaba creer cuando yo le decía:  Si tuviera que dibujar a mi mujer ideal, te dibujaría.
Y no mentiía, ni un ápice, aunque jamás dibujaría tan bien.

El sueño del pibe!!
El mejor regalo de Papá Noel!!

Amontonaba desproporcionadamente voluptuosidad y me sorprendía con todo aquello que no se espera jamás de alguien tan afortunado en lo físico.
Es que el hombre, el macho, da por claro ese misterio del equilibrio y ante tremendo “cacho de carne” resigna instintivamente los detalles de una dama o de una mujer de verdad.

Pero ese fin de semana, me enseño que tan errados, como siempre, están los machos de la raza.

Habíamos caminado toda la tarde a la sombra de árboles centenarios, saboreamos un Cabernet Sauvignon bien frio al impacto de un sorprendente sol de invierno, del que se recibe con más placer, como todo lo que nos llega sin esperar, como todo lo que nos sorprende en el lugar y tiempo menos esperado.
-          Viste alguna farmacia o un super? Es que olvide mi cepillo de dientes.
Y fue suficiente para que en esa búsqueda de “posteridad”, se me ocurriera una de esas ideas tan mías como inconscientes, como creativas, como mágicas.
Ideas simples que regalan sueños;  que ponen futuro de cuento de hadas a un presente que te sorprende,  que lanzan esa cuerda imaginaria que te amarra al otro para toda la vida. Esas cuerdas tan mías.
-          Yo tengo y no me molesta compartirlo. Además, si compartimos una cama antes de saber tu celular o tu mail, ahora que los acabo de agendar, ya puedes usar mi cepillo dental.!! Seguro por allí no se nos pegara nada que no hayamos compartido.
-          Ok, es que a la gente no le gusta. Me dijo.
Yo sonreí, se me ocurrieron respuestas egocéntricas como “yo no soy como la gente”, pero termine solamente sonriendo para que entendiera, “desde hoy, mi cepillo es tuyo…”
Entonces comenzó el camino de los sueños…
-          Te propongo algo, instauremos este nuevo cepillo de dientes como lo primero “nuestro” y pongamos condiciones.
Me miro con sus ojos jóvenes, en aquel tiempo 13 años menor que yo y una cara llena de no entiendo del todo.
-          Llevémoslo con nosotros cada vez que nos veamos y usémoslo ambos.
-          Aha…..?
-          …y cuando ambos estemos de acuerdo en que se ha arruinado por el uso, debemos hacer algo, como cumplir una prenda, ¿que se te ocurre?
La cuerda estaba tirada, ella sonreía por la ocurrencia y ambos vivíamos la incógnita de la nueva ocurrencia, la que atara el cabo, la que nos permitiera soñar por separado en un futuro compartido de alguna forma.
Esa extensión de aquel momento que estábamos disfrutando sin preguntar cuánto duraría.
-          Lo tengo!.... cuando el cepillo ya este arruinado, vivimos juntos por el tiempo que dure un segundo cepillo, ¿de acuerdo?
-          De Acuerdo!!
La propuesta era simple y fácil de aceptar.
Aceptar tiempo suficiente para conocernos al influjo del desgaste de un cepillo dental.
Tiempo limitado para medirnos juntos con un final previsto de antemano y muy fácil de manipular.
Llegábamos al hotel, las manos se habían apretado un poco mas tras el trato y los cuerpos compartían el calor que quitaba la sombra de los arboles.
Con su cuerpo lleno de mi sudor y el mío de su lengua, me dijo:
-          ¿Te hago mal?
Yo ya había aprendido que se refería a si me pesaba, si me incomodaba su cabeza sobre mi pecho o mi brazo, si podía causar algún daño físico con su cuello o su largo pelo azabache sobre mí..
Pero cada vez que  me lo preguntaba, se repetía en mi ciento de veces, ¿me hace mal?
Quién sabe, algún día sabré que tan mal me está haciendo esto que hoy me llena de placer.
Todo pasaba por mi,  mientras se escapaba un “para nada, es un placer”, verdad también, pero la pregunta seguía resonando en mi ser…”’¿será que me hace mal, será que me hará mal?”
-          ¿No sientes un olor?
La habitación estaba llena de nuestros aromas, de horas de cama, de horas de mimos reiterados, de caricias llenas de ternura, de apretones llenos de pasión, de fluidos desparramados con euforia.
-          No – me dijo.
-          Hay como un olor a mate…
-          Siiii, yo lo preparo! - y brinco de la cama.
¿También preparas el mate pensé? El macho volvía a limitar instintivamente a aquella belleza con la mejor lencería que haya quitado.
No solo preparaba mate, preparaba SU mate, porque el uruguayo no había traído uno.
Y lo cebaba, y aprendía a “darlo vuelta” y lo intercalaba con miradas sonrientes y besos furtivos.
-          ¿te hago mal? Volvió a preguntarme ahora sentada en mis piernas.
El arremolinar de respuestas volvió a pasar por mi mente.
-          No preciosa, hoy, no me haces mal

EPILOGO: Como todo plan, cada sueño debe tener parámetros bien medibles para ser posible y manipulable también para ser humano. Asi que después del ultimo vino de la noche, acordamos que compartiríamos la “guarda y custodia” de “nuestro cepillo de compromiso”.
Cada vez, uno se lo llevaría, asegurando tantas cosas en ese sencillo acto. El pretexto siempre presente de “un cepillo que espera ser usado”, el chivo expiatorio ideal que no comprometa, el interés innato en cargarlo para el próximo encuentro y porque no, la posibilidad de usarlo mucho si se quiere gastado o cambiarlo por uno nuevo si no se esta listo para el siguiente paso.
La tan mentada seguridad que el hombre persigue y yo no me canso de repetir que no existe. La seguridad de un sueño que e cumplirá.

3 comentarios:

  1. sincerísimo, divertidísimo, inesperado...
    GRACIAS
    cler

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  2. Todo se volvia muy filosofico mas alla de que siempre trato de amarrarlo a la realidad.
    Habia que recordar y romper el hielo, bajar a tierra y volver a la sabrosa imperfección.
    Gracias por siempre saber disfrutarlo.

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  3. Genial la idea de "nuestro cepillo de compromiso"!!!!!!!! "A"

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