julio 25, 2012

Punta del Este - Los tres niveles

"Más sabe el diablo por viejo, que por diablo"

No será ésta, la primera vez que reivindique la profunda sabiduría que encierran los refranes.

Escondidos en ellos, los niños (cada vez menos) encuentran el rítmico repetir de los mayores, los jóvenes los ensayan vacios como pintorescas y antiguas muletillas;  los adultos los recuerdan metidos en aquel cajoncito en que los abuelos guardaban los clavos doblados y las tapitas de coca cola,  junto a cuanto desperdicio que "algún día podría servir para algo"; y los viejos, los sabios viejos o viejos sabios, insisten en transmitir en palabras simples y frases pegadizas, la sabiduría encriptada de los más antiguos alquimistas.


Puede que tenga yo de diablo,  mucho tiempo.


Yo que de rojo poco me visto aunque me pinta;  mi tridente tiene el diente del medio algo corto y nunca he logrado verme los cuernos. Pero alguna que otra diablura me he mandado, mas en la discreta tentación que en maldad.


Pero de lo que si tengo, es de viejo.

Y es de viejo que en mis jóvenes veinte años, cuando solo tenía un matrimonio, un hijo, una carrera  y una empresa;  que aprendí una de las lecciones que desde entonces han logrado ordenar intuitivamente, tantas cosas en mi vida.
Por la puerta de doble hoja que comunicaba aquel garage donde habíamos montado "RUSH" con el ruidoso estacionamiento de motos maltrechas, entró Santiago - "el gordo de las zapatillas naranjas" como le decían los mensajeros -  con un vaso en su mano.
No era hora de café con leche o chocolatada, pero Santiago podía aparecer con cualquier cosa, y el viscoso líquido que se aclaraba al influjo de los cubos de hielo despertó inmediatamente mi curiosidad.


- Dale! - me dijo - te traje esto para que probaras.


Ese día del lejano 1991 conocí el Baileys y desde aquel momento, entendí que todo se puede catalogar en tres niveles de "gusto".
Que la satisfacción que te brinda la vida, tiene tres escalas y que solo quería navegar entre ellas.


No ha sido fácil ni rápido.
No se transforma en la segunda mitad de una vida lo que se construyó en la primera,  y si bien el universo siempre ofrece la sincronía a manos llenas, el mundo humano se esfuerza por quebrar toda frecuencia;  y entre ellos, supe cruzar ciénagas y flotar en paraísos, tratando de que esto último se volviese una costumbre recurrente.

Espero tu  le sepas poner cuerpo a cada uno de los tres niveles, como ejemplo personal seré egoísta y me cerrare a mi propia experiencia.


Existen aquellas cosas o situaciones, que nos brindan placer.
Aquellas que despiertan una sonrisa natural, que nos inspiran, nos reconocen o nos permiten agradecer. Aquellas cosas que se viven en el día a día y que si somos capaces de distinguir, pueden sucederse con mucha cercanía, solaparse o incluso, ser paralelas.
Son esas cosas o situaciones, simples o elaboradas: la palabra justa o el negocio del año, el abrazo sentido o el festejo sorpresa, la torta de chocolate o el viaje de ensueños,  el plato de buzeca o el mate en el momento justo, la buena copa de vino, el trago de agua cuando estas sediento, el beso, el sexo, el aire tibio de la primavera cargado de aromas.
Esas cosas o situaciones, esa satisfacción, sin pensarlo, siendo simplemente normales, se las deseamos al mundo entero.
Nos parece bien que se masifiquen, que todos las experimenten como los momentos que se sumaran cuando cierren la cuenta de su vida.


Existen aquellas cosas o situaciones, que nos llenan de placer.
Aquellas excepcionales, de las que si bien nos gustaría encontrar o vivir cada día, nos resultan esquivas y muchas veces olvidamos cuando fue la última vez que las encontramos.
Son esas cosas o situaciones, simples o elaboradas: la "mina" que todos quieren o el hijo abanderado, el premio de lotería o el ascenso en el trabajo, el coche que tuvimos pegado por años en la puerta del ropero, la casa que soñamos, el caballo que nos pasee y el perro que solo nos haga caso a nosotros.
Esas cosas o situaciones, esa satisfacción, despierta en nosotros el mezquino egoísmo, exalta el ego, desprende hasta en los más generosos ese derecho de exclusividad.
Puede no molestarnos que otro lo sienta, pero preferimos que sea nuestro, cuanto más personal,  más satisfactorio.
Creemos, confiamos, en que son esas, las cosas que nos diferencian y por ende, nos distinguen del resto.
Erramos, pero eso no resta satisfacción, ni "nos quita lo bailao".


Existen aquellas cosas o situaciones, que nos descubren el placer.
Aquellas cosas únicas, pero no por únicas irrepetibles o escasas.
Son las que nos muestran las otras en su verdadero valor;  son las que rompen la regla con la que mediamos;  son las que cierran el piso bajo nuestros pies y abren un cielo nuevo, que si aprendemos a volar, algún día será otro piso.
Son esas situaciones simples o elaboradas: los ojos brillantes de una mujer enamorada, la complicidad silenciosa de la lealtad de tu gente, el abrazo sorpresivo de un hijo, la comunión sexual que alinea tu energía con el universo, la palabra dicha y recibida con convicción y gratitud, el mensaje que se quedara guardado para siempre en el alma.
Esas cosas, nos elevan a las nubes y allá, allá arriba, nos sentimos mucho más cerca de todos, mucho más cerca de mas... y lo gritamos, y lo explicamos si no lo entienden y lo demostramos y lo compartimos.

Para que sepas que existe, para que aprendas a verlo, para que me enseñes a cambiar mi piso también y para que no te conformes con menos.




3 comentarios:

  1. Que te puedo decir???? .....simplemente fascinante!!!
    Al leerte sentí ese mismo placer, que seguro, tu sentiste al escribir, con los ojos cerrados esta entrada, por que no te salió de unos dedos en el teclado, te salió del alma, agradezco a nuestro universo la maravilloso oportunidad que tengo al poder leerte. Esta entre otras, es una situacion que me produce placer.
    Un beso grande.

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  2. Simplemente hermoso!!!!!!!!!!

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  3. bello.... simplemente bello trasmites paz y calma al alma....

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