Yo no sé si se engaña o de verdad lo cree.
Yo no sé si me engaño.
Yo no sé si me engaño.
Su mirada se vuelve felina, salvaje, amenazante.
Parece convencida de que podrá luchar de igual a igual y hasta vencer.
Me desafía y yo pienso: "¡ya verás!"; mientras mis manos esmeran su buen oficio y el resto de mi cuerpo acaricia con pericia la delicia de su piel.
Por un momento me engaño, me creo ganador y luego recuerdo las enseñanzas adolescentes que me develaron que ella siempre sale victoriosa, manipuladora, sabedora de que me gusta el desafío y que la lucha será mucho más entretenida si me motiva.
Pero me mira otra vez y la miro.
Y me dice con sus ojos achaparrados que es inocente, que no sabe lo que yo sé que sabe y que su mirada de gata de hace unos instantes, es solo un instinto primitivo e incontrolable...y vuelve a mezclar el suspiro y el rugido, tan cerca de mi oído que me humedece con su humedad.
Parece convencida de que podrá luchar de igual a igual y hasta vencer.
Me desafía y yo pienso: "¡ya verás!"; mientras mis manos esmeran su buen oficio y el resto de mi cuerpo acaricia con pericia la delicia de su piel.
Por un momento me engaño, me creo ganador y luego recuerdo las enseñanzas adolescentes que me develaron que ella siempre sale victoriosa, manipuladora, sabedora de que me gusta el desafío y que la lucha será mucho más entretenida si me motiva.
Pero me mira otra vez y la miro.
Y me dice con sus ojos achaparrados que es inocente, que no sabe lo que yo sé que sabe y que su mirada de gata de hace unos instantes, es solo un instinto primitivo e incontrolable...y vuelve a mezclar el suspiro y el rugido, tan cerca de mi oído que me humedece con su humedad.
Entonces empieza el sufrir de verdad.
El sufrir añorado, deseado, buscado y disfrutado.
A veces lentamente, de a ratos con violencia
Sufrimiento que aprendimos a admirar aquellos que aprendimos a aguantar. A no dejarnos llevar por la urgencia del macho, a disfrutar con todos los sentidos el rato de posesión que creemos compensa la entrega infinita.
Mi entrega a ella.
El sufrir añorado, deseado, buscado y disfrutado.
A veces lentamente, de a ratos con violencia
Sufrimiento que aprendimos a admirar aquellos que aprendimos a aguantar. A no dejarnos llevar por la urgencia del macho, a disfrutar con todos los sentidos el rato de posesión que creemos compensa la entrega infinita.
Mi entrega a ella.
Y los ojos se cierran, y la nariz se ciñe y los dientes solo se separan para dejar escapar el latido tibio del alma que exhala el placer por cada poro.
Y las manos aprietan y arrugan las sabanas, atrapando y devolviendo al cuerpo el sinuoso viaje de la energía que va y viene; que contornea la cintura y endereza el cuello...que vuelve y parece presionar la punta de los dedos del pie.
Y las manos aprietan y arrugan las sabanas, atrapando y devolviendo al cuerpo el sinuoso viaje de la energía que va y viene; que contornea la cintura y endereza el cuello...que vuelve y parece presionar la punta de los dedos del pie.
Y allí, sus parpados caen.
Todo está dentro, no hay nada que buscar fuera.
El cuerpo explota, la energía encuentra salida y un cosquillear impertinente se apodera de su cuerpo.
El grito se vuelve suspiro, su respirar se aquieta, el corazón baja hasta el vientre y sus manos abiertas la llenan de universo.
Y entonces llegan, si llegan, llegan los ojos del amor.
La síntesis inocente de todas las preguntas del mundo.
La dulzura comprimida en el brillo de dos pupilas que me atraviesan, o mejor aún, se adueñan de mi cuerpo y me hacen inmenso, eterno y feliz.
La síntesis inocente de todas las preguntas del mundo.
La dulzura comprimida en el brillo de dos pupilas que me atraviesan, o mejor aún, se adueñan de mi cuerpo y me hacen inmenso, eterno y feliz.
Bastará que aquellos bien enseñados, como yo, correspondan las caricias para que el hechizo se prolongue. Para que los ojos cambien, si, porque ese portal no puede ser eterno, porque no hemos aprendido tanto.
Que cambien sí, para que el éxtasis se vuelva sueño, sueño de ojos abiertos, sueño sin tiempo.
Sueño de conocerme desde siempre, sueño de futuro inevitable, busqueda femenina y voraz que la lleva a imaginar que siempre podrá sentirse así y a tratar de extrapolar esos minutos al resto de su vida.
Que cambien sí, para que el éxtasis se vuelva sueño, sueño de ojos abiertos, sueño sin tiempo.
Sueño de conocerme desde siempre, sueño de futuro inevitable, busqueda femenina y voraz que la lleva a imaginar que siempre podrá sentirse así y a tratar de extrapolar esos minutos al resto de su vida.
Y me mira.
Y se entusiasma con la idea de que hemos compartido muchas vidas, cuando aún no ha dejado de latir su vientre y ya ha planeado muchas más.
Y se conforma con dejar ir casi todas las preguntas.
Y se cree que es real, que siempre estaré allí, que volverá a rugir para provocarme, que volverá a apretar y volveré a aguantar, que volverá a desvanecerse sin control y sin remedio, que volverá a creer que es real.
Tal vez, porque lo és