Ahora que mi propia búsqueda por cambiar mi vida toma pasos
firmes, entiendo.
Entiendo que no podía hacer nada más por ti.
Que era simplemente imposible lograr en la periferia de tu
existencia un cambio en el legado de tu vida.
¡Y como cuesta aceptar que no se puede!, que no todo se
puede, que hay cambios que ni siquiera son un desafío para enfrentar, porque no
son de uno… son de aquel otro al que deseas, o quieres o amas con toda el alma.
Pero eres incapaz de ayudar.
Y me paro solo, mirando a todo lo que por flotar arriba
sentimos superior y me escurro solo hasta que mis brazos tocan mis piernas y
mis lágrimas enjuagan el suspiro helado de la impotencia.
Y respiro, profundo, por esa ansia de sobrevivir y dedico
mis ojos húmedos al cielo, y parpadeo, y lucho por aclarar mi vista y ruego por
encontrar un lugar donde no falten desafíos, pero donde esos desafíos sean
reales y por reales realizables y por realizables felices y por felices...reales.
Y me dejo hamacar por una brisa suave y tibia qué me dice al
oído "Ríndete", abandona esas peleas, ven a disfrutar de un espacio
donde las cosas duras y las imposibles habitan el pasado. Relájate. Fluye con
mi aliento, disfruta la liviandad de ser cargado y los mimos de ser visto y recibido.
Permítelo.
Y cuando veas tu linaje fluir en esta misma onda, entenderás
el camino.
Y cuando veas el mundo batallar en todas las otras, ayuda.
Haz tu parte, porque no llegaste hasta aquí solo y no será solo que llegues
hasta allá.