Una bola de
helado estalla contra el piso,
y te miran los ojos de un niño con un cucurucho vacío en sus manos…
El hocico de tu perro obliga la
caricia de tu mano inerte,
arrancándote de ese momento infinito de ausencia…
Dos abuelos tomados de la mano,
se acercan temblorosamente hasta fundirse en un beso…
Un bebe sonríe con sus ojos cerrados,
entre sueños imposibles en un mundo desconocido…
Dos niños extraños, estrenan su abrazo
y su beso…
Mírate por un instante…siéntete,
sorpréndete con tu sonrisa de comisuras bajas
y tus ojos achaparrados,
y tus manos abiertas,
y tus brazos empujados a abrazar,
y ese rugido sordo de un suspiro inevitable.
Mirate, con tu empatía espontanea,
con tus enormes ganas de mimar,
sumid@ en ese pequeño universo de vulnerabilidad.
Mírate por un
instante…siéntelo.
Busca en tu vida de adult@, la última
vez que te sentiste así:
¿Cuándo fue tu último atardecer?
¿Tu última noche estrellada?
¿Tu última luna saliendo sobre el mar?
¿Cuándo fue la última vez…
que una brisa de primavera,
le dio sentido a las manos que entibian tus manos
o la llama de una hoguera,
te abrazo al pecho que sostiene tus sueños?
¿Qué tan cursis se te hacen estas preguntas?
¿Qué tan tristes sientes tus respuestas?
Parecen ser cosa de niños o de viejos,
de perros o de gatos,
… cuestiones de naturaleza,
Parecen no ser cosa de adultos.
Tal vez sea ese niño relegado por mi alma de abuelo,
pero mi vientre no se estremece,
mi pecho no respira ni late,
sin el calor constante de esos momentos de ternura.